26 abril,2024 4:11 am

Tlachinollan es referente de lucha social, exponen organizaciones en conversatorio en la UNAM  

 

En el encuentro con motivo de los 30 años del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, el director Abel Barrera denuncia que con el gobierno de Morena en Guerrero no hay diálogo ni interlocución. Las autoridades limitan y pretenden desmantelar a organismos autónomos a pesar de que son necesarios por la crisis de desapariciones, la forense, la migratoria, los feminicidios, el deterioro de la procuración y administración de justicia y los asesinatos de periodistas, advierten

 

 

Chilpancingo, Guerrero, 26 de abril de 2024. Frente a los ataques del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador a los organismos de derechos humanos y al movimiento social, son más necesarios organismos como el Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, coincidieron ayer defensores durante el conversatorio Entre el Sueño y la Pesadilla; la defensa de los derechos humanos en la Montaña de Guerrero.

El conversatorio fue organizado con motivo de los 30 años del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, por IIS-UNAM y UNAM-X en el auditorio Pablo González Casanova de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y transmitido por el canal de Youtube de IIS-UNAM.

Los ponentes fueron la actriz, activista e integrante de la Fundación del Comité de Solidaridad con los Grupos Étnicos Marginados, Ofelia Medina Torres; el director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, Santiago Aguirre Espinoza; el integrante del Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico, David Fernández Dávalos; el activista de derechos humanos e indígenas, Miguel Álvarez Gandara; el corresponsal de La Jornada en Guerrero, Sergio Ocampo Arista, y el director de Tlachinollan Abel Barrera Hernández.

Coincidieron en que las violaciones a los derechos humanos se agravan día con día y no se valora el trabajo de los organismos, por el contrario, “desde el poder oligárquico, conservadores despistados de la nueva izquierda acusan a la ligera a organismos como Tlachinollan de ser una organización que lucra con el dolor del pueblo”, dijo Ocampo Arista, en referencia a las críticas del presidente López Obrador a los organismos civiles.

En tanto, el director de Tlachinollan denunció que con el gobierno de Morena en Guerrero, no hay diálogo ni interlocución, y que es más difícil la solución de los problemas exigirles su atención “por los vínculos de las autoridades con el crimen organizado”.

Fernández Dávalos reseñó el contexto de violaciones graves en el que surgió en 1994 Tlachinollan, pero dijo que actualmente es más difícil porque la violencia se desborda, y el crimen organizado toma el control de amplias franjas territoriales e interviene abiertamente en las elecciones.

En tanto que, dijo, las autoridades limitan y pretenden desmantelar a organismos autónomos constituidos en los últimos 30 años para vigilar los derechos fundamentales, a pesar de que son necesarios por la crisis de desapariciones, la crisis forense, la migratoria, los feminicidios, el deterioro de la procuración y administración de justicia, “y los asesinaos de periodistas que completan el cuadro que ahora nos agobia”.

Fernández Dávalos dijo que derivado de ello los grupos de derechos humanos se han visto obligados a retomar demandas que pensaron superadas, como la defensa de la vida, la desaparición forzada, las acciones arbitrarias, el debido proceso, el derecho de amparo, la militarización, la transparencia y, en general, el respeto a la ley.

Insistió en que hoy más que nunca, son necesarios los organismos de derechos humanos civiles pero que estos necesitan actuar con mayor transparencia y rindiendo cuentas con mayor periodicidad, “no sólo por los gobiernos poco tolerantes al disenso, sino porque han puesto en duda su actividad”.

Ofelia Medina Torres habló de su presencia en la Montaña cuando, de la mano de Tlachinollan, fundó en los años 90 el Fideicomiso para la Salud de los Niños Indígenas que morían de sarampión.

Criticó que, ahora, 30 años después, “es doble el mal” que sufren los niños porque la desnutrición se ha agravado “brutalmente”.

“Hoy hay más dinero, pero no hay más salud, el dinero se gasta en los Oxxos en cocacolas, en sabritas, en maquinitas y en otras chingaderas, pero no en la salud”.

De su paso por la Montaña en los años noventa, Medina Torres expuso que los indígenas de la región le enseñaron lo que es ser digno, “nunca pidieron nada regalado, sino lo que es su derecho. No lucharon por dádivas, sino por sus derechos”.

Santiago Aguirre Espinoza, otro de los ponentes, dijo que en los últimos años los organismos civiles reciben críticas muy severas, como que defienden privilegios y se oponen a la transformación, pero aclaró que la mayoría de estas críticas parten de equívocos, y sin considerar que algunos operan donde no hay Estado, “y pierden de vista que en estas regiones del mundo son necesarios para acompañar la dignidad y la lucha del cambio social”.

Dijo que Tlachinollan “es el mejor ejemplo con que contamos en México”, y que trabaja en una de las regiones más empobrecidas, “en un estado que es la periferia de la periferia”.

 

Desde la defensa de la salud hasta el caso Ayotzinapa

El representante del Centro Prodh reseñó los casos más emblemáticos de violaciones a derechos humanos y movimientos sociales que ha acompañado Tlachinollan, desde la defensa por la salud en la comunidad de Mininuma, municipio de Metlatónoc hasta el caso más reciente de las madres y padres de los 43 estudiantes desaparecidos de la Normal de Ayotzinapa que reclaman verdad y justicia.

Habló del acompañamiento de Tlachinollan a los pueblos en la defensa del territorio, de los casos de los matrimonios forzados, los feminicidios, la militarización, la defensa del medio ambiente, el acompañamiento a los damnificados por los desastres naturales, a los jornaleros agrícolas y a la formación de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC).

Cuestionó que así, ¿quién puede decir que los derechos humanos han servido para profundizar el neoliberalismo?, ¿quién puede decir que encubren realidades de opresión?, ¿quién puede decir que son instrumentos de la derecha?, ¿quién puede decir sin ruborizarse que ya no es necesaria la labor de Tlachinollan en la Montaña?

Santiago Aguirre concluyó que la Montaña aún requiere a Tlachinollan para que algún día la justicia florezca entre los pueblos indígenas.

Sergio Ocampo Arista, también reseñó los casos de violaciones a los derechos humanos a los que ha dado acompañamiento el organismo, y dijo que la lucha social en Guerrero, no se puede entender sin la presencia de Tlachinollan.

“A lo largo de este periodo, quienes hemos vivido en Guerrero, sabemos lo que ha costado a los pueblos originarios y afromexicanos que viven en las comunidades y ciudades construir el poder popular comunitario, soportando represiones, cárcel, exilio, secuestros, desapariciones, asesinatos, incluidos feminicidios”.

Indicó que Tlachinollan ha sido testigo de esas historias, desde la creación de la CRAC y su Policía Comunitaria “y varias luchas más en defensa de los derechos humanos y la justicia social, hasta llegar a la lamentable desaparición de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa”.

Reprochó, “por eso cuando escuchamos que desde el poder oligárquico se acusa a la ligera a Tlachinollan de ser una organización que lucra con el dolor del pueblo, notamos que no se conoce su trabajo”.

Dijo que cuando el ahora presidente López Obrador “buscaba qué chaqueta ponerse”, Tlachinollan y su director Abel Barrera ya estaban en el movimiento social y de derechos humanos.

Ocampo Arista señaló que quienes acusan a Tlachinollan “son conservadores despistados de la nueva izquierda”.

Por su parte, Miguel Álvarez Gándara destacó que Tlachinollan representa otro modelo y otra visión de derechos humanos, “representa ese ir al terreno de los movimientos y no quedarse encerrado”.

Indicó que no es posible entender la lucha por los derechos humanos y el movimiento social en Guerrero sin Tlachinollan.

 

La lucha y la resistencia en la defensa de los derechos humanos

A su vez, Barrera Hernández mostró y explicó gráficas de los casos de violaciones a los derechos humanos y movimientos sociales a los que ha dado acompañamiento, y dijo que eso “nos inspiran y dan fuerza para seguir adelante”.

De todos los casos, admitió que el que le provocó miedo, fue la desaparición y asesinato de los indígenas de Ayutla Raúl Lucas Lucía y Manuel Ponce Rosas, porque fue uno de los primeros en el que el presidente municipal de ese tiempo le pidió al jefe de plaza del crimen organizado que actuara en contra de los indígenas, que le reclamaban fertilizante para sus pueblos.

Recordó que días después, los abogados de Tlachinollan fueron perseguidos por gente armada en la carretera Ayutla-Tierra Colorada, por lo que tuvieron que cerrar temporalmente las oficinas de Tlachinollan en Ayutla.

Luego recriminó, “no es que apenas ahora estemos empezando a hablar de derechos humanos, lo venimos haciendo desde hace 30 años, hemos denunciado al Ejército y acompañado a las víctimas del crimen organizado”.

Denunció que, sin embargo, ahora es mucho más difícil la labor de los derechos humanos porque el Ejército está más enraizado, “nadie sabe qué hace, antes las organizaciones civiles podían participar más abiertamente y hoy no hay posibilidades, con Morena es más complicado, no hay interlocución, no tenemos comunicación con los gobernadores”.

Contó que antes, cuando había problemas de cualquier tipo hasta de falta de maestros y de médicos, “nos reuníamos en mesas de trabajo y se resolvían los problemas, pero hoy ni si quiera para eso hay diálogo”.

“En Guerrero es difícil que te puedan dar una medicina, la interlocución es muy difícil, las autoridades están supeditadas a la lógica criminal”, dijo, y añadió que ante ello, como organismos de derechos humanos tienen que medirle, “porque hay vínculos de las autoridades con el crimen organizado”.

Indicó que el asesinato del defensor y activista Arnulfo Cerón Soriano en Tlapa hace cinco años se dio por ese vínculo, “y tuvimos que romper ese cerco delincuencial”.

Ante esta situación explicó que como Tlachinollan tienen que buscar alianzas fuera del estado, “porque adentro hay mayores riesgos”.

Insistió: “antes ubicábamos quiénes eran los agresores: policías ministeriales, policía del estado, el Ejército, sabíamos quiénes amenazaban, ahora ya no sabemos quiénes son”.

Denunció que ahora son los grupos delictivos los que están haciendo el “trabajo sucio” de las autoridades, como igual ocurre con las empresas mineras para controlar las zonas donde operan.

“Está más complicado, no hay acceso a la justicia, ahora se ha dejado que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) represente a las víctimas, pero no tienen abogados ni abogadas y hay más indefensión de la gente que quiere que la defiendan, la protejan y la representen”.

Barrera Hernández dijo que seguirá en ese proyecto “hasta que Dios nos preste vida, porque ya Tlachinollan es un proyecto de vida”.

El conversatorio duró tres horas y media, inició a las 10 de la mañana y terminó a la una y media de la tarde.

 

Texto: Zacarías Cervantes/ Fotograma: Transmisión de Youtube