27 septiembre,2022 5:08 am

Todas las vidas de un sueño

Federico Vite 

(Segunda de dos partes)

 

Joyce Carol exhibe en Blonde el modus operandi del presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, quien se comportó como un proxeneta durante toda su estancia en la Casa Blanca. Embestido por el poder que le confieren los ciudadanos pedía que le llevaran mujeres para usarlas por unas horas o por unos días. Una de ellas fue Marilyn. Ella cumplía fantasías. Literalmente la metieron a un hotel para ver al presidente. Ahí consumaban las visitas. La orden era Pronto (en español el original). Pronto  implicaba que los guardias debían traer a una mujer ante el hombre más poderoso de Estados Unidos (permítame un paréntesis para afinar un asunto; a pesar de que Carol usa la voz narrativa en primera persona y la tercera, suele usar mayoritariamente un narrador omnisciente, gracias a este hecho se hilvanan Norma y Marilyn, así como otros tantos personajes. Digo esto para no quedarnos con la idea de que Carol sólo usa la voz narrativa en tercera persona y en primera del singular). Cuando llega Marilyn, el presidente proxeneta hace varias llamadas; le informan sobre el asunto de los submarinos rusos en Cuba. Ella cree que tiene una relación con él. El problema es que a él le interesan muchas mujeres, pero usa a Marilyn para relajarse (insisto: ella cree que tienen un romance). A partir de que él se aburrió de ella, la CIA planeó el “suicidio”. El operativo se realizó de tal manera que lo convirtieron en una historia verosímil, pues Marilyn tenía un expediente abierto en el que se detallaban las adicciones a la cocaína, los barbitúricos, el alcohol y los calmantes, montones de calmantes que le ayudaban a “conciliar el sueño”. El trato que le da la CIA es el de alguien peligroso. “Tú eres una víctima de nuestra cultura mercenaria de explotación femenina”, asevera Carol y agrega: “Yo no puedo fallar. Si yo fallo debo morir. Este ha sido el secreto de Marilyn que nadie sabe”. Así que para no fallar se relacionó con gente que le hacían ver el mundo de una forma mucho más colorida. Era una socialité. También tomaba clases de actuación; le interesaba cambiar el perfil de rubia guapa y boba. Rubia objeto. Quería otro tipo de personajes en su trabajo. Se interesó mucho por el teatro y durante un casting conoció a Arthur Miller. Miller encarnó lo opuesto a Joe DiMaggio y a Bucky; no poseía un físico potente; de hecho, era maduro y su virtud radicaba en la literatura. Ella cortejó al dramaturgo casado. Se citaron para hablar de la posibilidad de reescribir una obra para que Marilyn interpretara a MagdaElla era su Magda. Es decir, Miller la vio como uno de sus personajes. En la obra After the fallMaggie se suicida igual que Marilyn. After the fall fue vista con morbo; se estrenó un año después del adiós de Marilyn.

Miller y Marilyn se casan; se embarazan y esperan un hijo. Ella cae por las escaleras de un sótano y pierde al bebé. Se recupera, pero el matrimonio tambalea. Miller hace un último esfuerzo por salvar el matrimonio, pero es inevitable el divorcio. Hace el guión cinematográfico del cuento The Misfits (el cuento y el guión cinematográfico se analizaron hace años en este espacio) y convence a los productores de filmar la película. En Norma se asoma la melancolía: no tendrá una familia, no conocerá a su padre y su madre seguirá en un hospital siquiátrico. El fracaso cobra forma.

El círculo de amistades de ese matrimonio eran actores, productores y artistas. El FBI y la CIA los consideraban procomunistas, pero su vida era simple. Él no lograba trabajar, ella ensoñaba el futuro. Vivían tranquilos; la mayor aportación económica la ponía ella. La actriz amaba al dramaturgo. “Tienes que escribir algo para mí, Daddy”, dice Marilyn. Miller impulsa la película The Misfits. Marilyn ofrece su mejor actuación; Miller, el último intento por retener a una diva. “Su alma, misteriosa y temeraria para él, fue como una espera precariamente balanceada en lo alto de un potente chorro de agua, trémulo, siempre cambiante, creciente ahora, ahora en declive, ahora creciente también”, piensa Miller de Marilyn en Blonde.

Marilyn luchó contra esa imagen de rojilla yendo a visitar, durante el matrimonio con Joe DiMaggio, a las tropas de Estados Unidos en Asia. Aprovechó las relaciones públicas para escalar socialmente. Para una huérfana siempre ha sido complicado ascender. Sólo casándose con un hombre poderoso u ofreciendo el cuerpo a la manera de una geisha podía sobresalir. Tras los divorcios, volvió a ser una diva pobre. Quizá ese fuera el otro clavo del ataúd, la pobreza. A pesar del lujo que proyectaba, no tenía muchas propiedades. Vivía al día en casas que le daba El Studio. Mientras filmaba Something’s got to give se escapó a cantarle Happy birthday al presidente proxeneta ante millones de espectadores. Después de esa actuación en un vestido ceñido de color beige, lleno de pedrería, Monroe tuvo algunos escándalos; se llevó las portadas de Vogue, de Cosmopolitan y de Life. Agosto llegó a su vida. La muerte estaba cerca.

Este libro está hecho con aspectos históricos relevantes y muchas licencias poéticas. Es un culto al trabajo, pero mucho trabajo, de verdad, minucioso e impecable trabajo. Prevalece en la novela la tesis de que Marilyn fue la víctima perfecta de los hombres más poderosos de un país, un país que predica la libertad. Fue la víctima de “La fábrica de sueños”. Una huérfana terminó siendo una amenaza nacional. Es un diagnóstico terrible.

Una huérfana que vivió en un orfanato y fue abusada de múltiples maneras tuvo un esposo joven. Él la abandona. Prefiere unirse al ejército para luchar contra el mal. Ella consigue trabajo como asistente de limpieza y se relaciona con gente de Hollywood. Su cuerpo (pecho turgente y cadera amplia; rostro afilado y esplendentes ojos azules) es la varita mágica. Se enrola con un fotógrafo que la utiliza para algunos comerciales. El fotógrafo la reúne con productores de El Studio. Mr. Shinn le pide que camine por la habitación: “A él le basta con ver la redondez de su culo para aceptarla”. Recibe un pequeño papel en una película de bajo presupuesto.

Marilyn anhela, aunque la hiere, la fama. Norma desea una familia: esposo, hijos y amor, mucho amor. Norma, vista por Joyce Carol, es una mujer tímida, tartamuda y profundamente insegura. Marilyn es todo lo contrario; una presencia brillante que enamora y seduce a todo aquel que la conoce. “Ella fue talentosa para contener su vida privada, él sabía (la autora se refiere a Arthur Miller). Él estaba en lo correcto. Aún, él concedía, ella no podría retornar a Marilyn Monroe; un día, Marilyn podría asesinarla”. Marilyn se impone sobre Norma.

En la parte final del libro se muestra la poesía como una manifestación esencial de Norma. Describe el mundo en verso libre y se presiente ya la asfixiante tesitura de la existencia. Se fragmenta la prosa; se intensifica el lenguaje e inicia el desenlace de una historia difícil de olvidar. Carol concluye la novela con un recuerdo en el que Norma tiene una epifanía sobre el cine. Justamente se trata del motivo por el que ella quiso ser actriz. Describe la pantalla luminosa, la oscura sala del cine, la penumbra y el atuendo de Charlie Chaplin en City lights. Todo eso alimenta los sueños de una infante. Ya en la edad madura, Marilyn reflexiona sobre ese recuerdo y sentencia: “Hay una maldición sobre los actores, siempre están buscando audiencia. Y cuando la audiencia ve tu ansia eso es como si oliera la sangre. Su crueldad comienza”. Después de esas palabras no queda nada más por decir. Recurro a Thomas Mann en La Montaña Mágica: “El único remedio contra la belleza es la maldad”.

Carol crea mediante la fusión de realidad y ficción un tejido narrativo en el que se erige una vida fascinante. Finalmente se trata de una estrella muerta. Su luz aún alumbra y Carol ha logrado proyectarla hacia nosotros con elegancia. Admirable y colosal libro. La versión fílmica de Blonde se estrena mañana. Ojalá que estos artículos sirvan para que aprecie mejor a este personaje.