28 noviembre,2023 4:17 am

Un mes después

 

Arturo Martínez Núñez

Acapulco comienza a salir del letargo provocado por Otis. La apertura de comercios, centros de trabajo y escuelas, avanza de manera irregular. Algunos sectores con mayor velocidad que otros. La “normalidad” será imposible de alcanzar. No regresaremos nunca a los días previos a Otis. Estaremos mejor o estaremos peor pero nunca estaremos igual. Algo cambió de manera definitiva en Acapulco y entre más rápido lo aceptemos será mejor para la recuperación.
A un mes de que Otis nos azotara de manera inclemente, la vida parece retomar su ritmo aunque todos intuimos que algo cambió para siempre. Mucha gente abandonará Acapulco y mucha otra llegará. Muchos perdieron su patrimonio y muchos otros lo acrecentarán. Ahí donde alguien tenga que vender, habrá alguien que quiera comprar. Donde alguien se despida de su casa alguien festejará su nuevo hogar. Muchos están volviendo a sus escuelas y a sus trabajos mientras que muchos otros se han instalado ya en otras ciudades vecinas. La diáspora acapulqueña se dispersa por ciudades vecinas como Chilpancingo y las costas, pero también en entidades vecinas como Morelos, Puebla y la Ciudad de México.
Podemos decir que la primera etapa de esta contingencia ha terminado. En este primer tramo se han restablecido la mayoría de los servicios básicos, y comienza a normalizarse la circulación y el suministro de bienes, de personas y de servicios. La crisis de salud pública puede crecer aunque confiamos en que los servicios de salud y limpia harán su trabajo. En una segunda etapa se habrá de rehabilitar y reconstruir lo que sea posible, sea por parte del sector público o por el esfuerzo de cada uno. En una tercera etapa, veremos si la capacidad productiva del puerto es capaz de ofrecer los empleos suficientes para evitar un colapso económico mayor. Es en este punto, donde el Estado mexicano tiene que entrar a apoyar con mayor determinación porque de lo contrario el riesgo de una crisis de seguridad nacional se asoma con peligro. Es alentador que el Presidente de México haya anunciado que no habrá techo financiero en el apoyo a Acapulco porque serán necesarios muchos recursos y mucha creatividad para contener una posible crisis económica local que puede llegar a convertirse en regional y nacional.
La realización de eventos insignia como el Abierto Mexicano de Tenis, la Convención Bancaria y el Tianguis Turístico son importantísimos pero no serán suficientes. Debemos de aspirar a tener una buena temporada de Semana Santa de lo contrario la degradación se acelerará de manera importante.
En una conflagración de esta envergadura, los gobiernos quedan necesariamente rebasados. Ni el aparato más grande del mundo es capaz de enfrentar un meteoro como el que sufrimos. Ni la antigua URSS en Chernóbil, ni Japón en Fukuyama, ni Estados Unidos con Katrina, fueron capaces de responder con la eficacia que todos esperarían. Como dice el Presidente Obrador, “solo el pueblo organizado puede salvar al pueblo”. A Acapulco lo vamos a rescatar entre todas y todos. No podemos quedarnos sentados esperando a que el gobierno venga a solucionar un problema de una dimensión bíblica. Desde luego que el esfuerzo gubernamental es fundamental pero no será suficiente. La gobernadora Evelyn Salgado ha hecho lo que ha podido más allá del límite de sus capacidades presupuestales. El gobierno del estado se ha volcado en la atención y limpieza de Acapulco. Escoba en mano, funcionarios de distintos niveles le han entrado a la faena por instrucciones de Evelyn. No podemos dejarla sola y debemos apoyarla respondiendo a las convocatorias que realice. No es momento del cálculo político ni del chantaje. Tenemos que apoyar a la titular del Ejecutivo porque Guerrero es una embarcación que se llama Acapulco y si se hunde Acapulco se hunde todo Guerrero.