20 mayo,2025 6:17 am

Una insinuación pertinente a dos nostalgias

Federico Vite

 

Una de las escritoras jóvenes de mayor impacto en el continente literario de Italia es Giulia Caminito (1988). Su primera novela llamó la atención de los lectores y de los críticos literarios: La Grande (2016). En esta empresa narrativa da cuenta de la vida de Giada, una niña que la mayoría de sus conocidos consideran “defectuosa”. Es muy pequeña y le apodan “raganella” (rana). Vive a regañadientes en la casa de su tío en la periferia de Milán. Desde que su madre fue a traficar con camiones, alcohol y bares en las colonias italianas en África, Giada no ha pensado en nada más que en unirse a ella en lo que ella llama “la Gran A”, una tierra que imagina llena de maravillas y promesas. Pero una vez que llega a Assab, un pueblo que lidia con el calor asfixiante y el aire salado, entiende que la vida sólo gira en torno al pequeño bar que Adi regentea hasta altas horas de la noche, donde Giada hace nuevos amigos. Ahí conoce a Orlando, su padrastro, quien siempre está animado por una retórica fascista anticuada; el verdadero problema es cuando conoce a Giacomo Colgada, un tipo que parece un actor de cine antiguo. Y es con él que comienza la verdadera historia de Giada, pues se casa con Giacomo. Ella padece las insidias de la suegra y para salir de esas tribulaciones protagoniza increíbles viajes en jeep por el desierto. Las penurias sentimentales hacen que Giada se compare con su madre, una mujer triste, dura y emprendedora.

La Grande fue una revelación literaria, y cómo no, si saca del hueco citadino la narrativa italiana. La segunda novela de Caminito es Un giorno verrà (Italia, Bompiani, 2023, 249 páginas), cuya acogida del público ha sido esplendorosa. Ninguna de las dos novelas mencionadas ha sido traducida al español.

En su segunda novela, Caminito tiene la esplendorosa idea de escribir sobre Zeinab Alif, la abadesa esclava. Zeinab fue raptada cuando tenía ochos años. La sacan de Sudán para llevarla a Egipto. Ahí la vende a una familia que la conduce a Roma. Conoce al Papa, se domicilia en Belvedere Ostrense, cerca Ancona, donde se bautizó e ingresó al convento de Las Clarisas; y al final arribó a Serra de ‘Conti. Ahí adoptó el nombre de Maria Giuseppina Benvenuti y se convirtió en una figura muy reverenciada. A la par de la historia real de esta mujer, la autora fusiona el destino de Lupo, un chico huérfano que acoge la rebelión como destino, aprende a leer, lee a Marx, no quiere al rey de Italia. Busca un mundo igualitario en que el ideal de la familia sea mayúsculo: “La Tierra sin reyes, sin monarquía, sin tiranos, sin Papa y con miles de dioses, era gigante, contenía todo y a todos, podía imaginarlo, pero también se lamía las heridas mientras los otros ya habían partido y otros tantos estaban saliendo, pensaban cambiar el curso de la vida, escapar de la enfermedad, de los muertos, de las cosas arruinadas; los paisanos viejos y débiles se aferran a la costa del monte italiano y conservan las enaguas de las madres ahora sepultas”. En suma, imaginaba un mundo mejor que el suyo.

La autora contextualiza la ebullición social de la primera década del siglo XX, cuando se cernían sobre el mundo los fantasmas de la Primera Guerra Mundial, la gripe española, las masacres a jóvenes idealistas y rebeldes que intentaban cambiar el sistema de gobierno e implementar uno local, más cercano a la gente que a las cúpulas del poder.

La estructura de Un giorno verrà se yergue sobre los personajes, tienen una vida agreste, convulsa, casi casi a salto de mata. Por un lado, Zeinab representa un área espiritual, pero de igual manera rebelde en contra de un contexto de mucha fricción. Lupo, por su parte, reproduce los esquemas violentos del proceso vital que ha padecido al crecer en orfanatos. Debido a su escasa educación sólo consigue trabajos extenuantes, mal pagados. Ha sufrido abusos y ha tenido poco cariño. Descubre, durante una reunión con campesinos, El capital, de Karl Marx. Hay alguien leyendo en voz alta y Lupo piensa que el autor de ese libro tiene algo de razón, porque él vive una situación abusiva, no tiene dinero, trabaja mucho y es explotado. ¿Qué hacer?

Se enrola con los grupos que años más tarde se convertirían en partigianos, aunque en ese momento se conocían de manera simple: anarquistas. Y se une a la batalla en busca de un mundo mejor, queda herido de una pierna y para colmo lo busca la justicia. ¿Qué hacer? La migración a América es una de las tantas opciones para salir avante.

En cierta forma, Un giorno verrà es un libro tradicional, no por el tema, sino por la forma en la que la autora anuda las historias. La cronología de los hechos es lineal, se engarzan capítulos de Zeinab y de Lupo, uno tras otro hasta unirlos, confrontarlos y desanudarlos.

Esta novela, bajo la óptica de los personajes, es un diálogo a favor de la esperanza. Se anhela el cambio social. Para Lupo, por ejemplo, la monarquía es cosa del pasado y en el futuro sólo había igualdad, mejores salarios, mejores empleos, mejores personas.

También hay personajes que leen a la poeta Ada Negri, gente que invierte con Benito Mussolini para crear Il Popolo d’Italia, trabajadores que empiezan a contagiarse del fervor revolucionario y soldados que ingresan las filas del ejército en la Primera Guerra Mundial. La gripe española mata a tantos que sacude aún más el aspecto emocional de aquella época. La autora pone sobre el papel un caldo de cultivo interesante y resuelve bien la historia. No es una obra maestra, pero sí es un libro que suma a la conversación de nuestro presente.

Las dos nostalgias de las que habla Caminito son precisamente el misterio de Dios y el sueño de un mundo mejor. Dos nostalgias enormes, sobre todo en este momento, cuando la ultraderecha se cierne como un jinete del Apocalipsis; pero la izquierda es una simple entelequia que ya no aspira a lo que antes aspiraba. Olvidó el motivo de su existencia.

La pertinencia de una novela como ésta es enorme, porque narra otras formas de entender el mundo y es posible así imaginar otros escenarios, otras maneras de exigir lo primordial y lo genuino, aunque esa exigencia implique el encierro (Zeinab) o el escape a América (Lupo).

El único libro que se ha traducido al español, de Giulia Caminito, es su tercera novela: El agua del lago nunca es dulce (2022). Un año antes se publicó en italiano y fue finalista del premio Strega.

 

*La traducción de las líneas entre comillas es mía.

 

@FederíVite