20 octubre,2021 5:16 am

Acabar con las organizaciones de la sociedad civil

Rubén Aguilar Valenzuela

 

Los gobiernos democráticos del mundo apoyan a las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) de muchas maneras. Reconocen su importancia en la construcción de la gobernanza y también valoran su aporte en la solución de los problemas sociales de la comunidad.

En sentido contrario a lo que ocurre en las sociedades democráticas de otras latitudes, el presidente López Obrador desde el inicio de su mandato se ha propuesto acabar con ellas. Entre otras cosas les ha cortado todo apoyo de recursos públicos.

En sus comparecencias mañaneras las ha descalificado, denostado e insultado y entre otras cosas, sin prueba alguna, las ha acusado de ser instrumentos de proyectos extranjeros que atentan contra el gobierno, representantes de la burguesía y que son partidos políticos. Acusaciones todas falsas. Él lo sabe.

Al presidente, en su anquilosada concepción estatista, le molestan todas las organización autónomas e independientes, porque no las puede controlar. Para él todo lo que no se someta al Ejecutivo que preside debe desaparecer. Para él, por lo mismo, las OSC son enemigas.

Un paso más en su propósito de acabar con las OSC es que en el Paquete Económico 2022 se incluyen cambios en la ley del ISR, para limitar de manera sustantiva la deducibilidad de donativos privados. Esto a pesar de que son muy marginales, para el fisco.

La ley solo permite la deducibilidad de una parte muy pequeña de las ganancias, hasta 7 por ciento de la utilidad fiscal y las físicas hasta 7 por ciento de los ingresos acumulables. Es una cantidad muy menor como lo reconoce la propia SHCP cuando dice que las deducciones por estos conceptos sólo representan una fracción de las donaciones recibidas por las organizaciones no gubernamentales.

En concreto, indica que “los contribuyentes solo dedujeron en sus declaraciones anuales un monto de poco más de la tercera parte del importe del monto de donativos recibidos por las donatarias”. Es decir, solo fue objeto de deducción el 30 por ciento del total de los apoyos que recibieron las OSC, en el apoyo del otro 70 por ciento se pagó impuestos.

Los datos de la propia SHCP revelan que lo que el gobierno deja de percibir por la deducibilidad es una cantidad francamente ridícula y absolutamente marginal. Nada que ver con la deducibilidad en la mayoría de las democracias cuyas leyes promueven la donación. Esto porque reconocen lo rentable que es para los gobiernos el aporte de las OSC.

Para el presidente, lo sabe muy bien, no se trata de un tema fiscal, no lo es, sino estrictamente político. Le molesta la existencia de las OSC autónomas e independientes. Le molesta que tengan un punto de vista, le molesta que coadyuven a resolver problemas sociales y le molesta que defiendan los intereses ciudadanos.

En su concepción del mundo y la política solo debe de existir el gobierno que confunde con el Estado, para él son sinónimos. Lo más seguro es que el Paquete Económico 2022 se apruebe con el voto de Morena, PVEM y PT. Con la medida contra la deducibilidad el incremento de la recaudación será ridícula, no cuenta, será imperceptible, en los números totales.

En cambio el golpe, para algunas OSC puede resultar demoledor. Y entre otras cosas van a dejar de prestar servicios que el gobierno tendrá que ofrecer. Seguro que por lo pronto no lo hará y al final quien va a perder serán los sectores más pobres de la población. Es así y no hay manera de esconderlo.

El presidente con esta medida sí va a lograr su perverso propósito de acabar con las OSC. Todo indica que seguirá en esa tarea. Le quedan tres años. ¿Hasta dónde llegará? Lo que ya es claro, lo ha ganado a pulso, es que pasará a la historia como acérrimo enemigo de la ciudadanía y la sociedad civil organizada.

 

Twitter: @RubenAguilar