1 junio,2021 9:32 am

Adaptan como obra de teatro la novela “Canción de tumba”, del acapulqueño Julián Herbert

La obra se llama Flores negras del destino nos apartan, un espectáculo unipersonal a estrenarse el 7 de junio en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque, en la Ciudad de México

Ciudad de México, 1 de junio de 2021. Saliendo de un taller de dramaturgia, hace algunos años, Belén Aguilar y José Juan Sánchez, de la compañía teatral El Mirador, corrieron a comprar Canción de tumba, de Julián Herbert.

Muy pronto durante la lectura de esta novela del escritor acapulqueño, una línea los tomó por sorpresa: “Mamá nació el 12 de diciembre”, escribe el autor, “en la ciudad de San Luis Potosí. Previsiblemente, fue llamada Guadalupe”.

“La madre de José Juan se llama Guadalupe; nació el 12 de diciembre en San Luis Potosí. Y mi madre también se llama Guadalupe y nació el 12 de diciembre”, cuenta en entrevista Aguilar, actriz y directora escénica egresada del Centro Universitario de Teatro.

“A mí me gusta pensar que nos llamó, que la novela nos llamó y que todo pasa por alguna razón”, añade la directora de Flores negras del destino nos apartan, espectáculo unipersonal basado en la obra de Herbert, a estrenarse el 7 de junio en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque.

La determinación de adaptar a la escena el libro, galardonado con el Premio Jaén de Novela en 2011, no descansa sólo en esa coincidencia curiosa y anecdótica, refiere Aguilar, sino en que al leerlo en verdad se sintieron por completo cautivados por todos sus ángulos.

De ahí que quisieran contar sobre el escenario esta historia de un artista conflictuado y su travesía por la memoria mientras vela por su convaleciente madre, quien durante años se dedicó a la prostitución.

“Este artista pasa los últimos días de la vida de su madre cuidándola en un cuarto de hospital. A partir de recuerdos de la infancia, de anécdotas de su presente y de una reflexión de la enfermedad, nos cuenta la historia de él y de su madre, de su relación. Una relación entrañable, pero muy, muy cruel también”, detalla la directora.

A decir suyo, así como la novela de Herbert –un ejercicio autobiográfico– mantiene al lector especulando y preguntándose qué tanto es real y qué tanto ficción, la puesta busca trasladar esa misma sensación al espectador en su butaca.

“También eso es una parte que a mí me llamó muchísimo la atención en el trabajo de la novela de Julián, que todo el tiempo hay una pregunta por su labor como artista: ¿Qué es esto?, ¿qué estoy haciendo?, ¿qué significado tiene? Vale la pena, ¿o soy un testaferro nada más? Evidentemente, la respuesta para nosotros es sí, vale la pena, y es necesario contar la historia”, subraya Aguilar.

Texto: Israel Sánchez / Agencia Reforma / Foto: @teatroinbal (Twitter)