29 septiembre,2020 5:26 am

Ayotzinapa, seis años con los corazones rasgados

TrynoMaldonado

Metales pesados

Tryno Maldonado

 

 María de Jesús Tlatempa

Desde el día de la desaparición forzada de su hijo, duerme con las puertas abiertas por si su hijo José Eduardo regresa. Se levantó de la cama a pesar de una terrible enfermedad para iniciar su búsqueda.

Margarito Guerrero

Ha encarado al Ejército en Iguala por no permitirles la apertura de los cuarteles durante las primeras semanas de la desaparición de los 43 normalistas. El cuarto de su hijo Jhosivani en Omeapa está esperándolo tal como él lo dejó.

Luz María Telumbre

Los compañeros del taller de danza de Tixtla aguardan noticias de su hijo y compañero Christian Alfonso. Sus botines del siete y medio permanecen intactos esperando su regreso. A pesar de los hallazgos recientes no dejarán de buscarlo.

Bernabé Abraján

Se ha convertido en un segundo padre para los niños de su hijo desaparecido, Adán Abraján de la Cruz. Los seis años en que los hijos de los desaparecidos han crecido sin derecho a saber de sus padres no son dignos de ninguna infancia.

María Concepción Tlatempa

Su hija y su nieta menor han recorrido el país buscando a su hijo Jesús Jovany. Mantiene su cuarto ordenado con sus dibujos y sus pinturas para cuando él vuelva. Antes de ser desaparecido prometió hacerle un retrato a su madre.

Lucy Garnica

Viaja desde Oaxaca para saber de su hijo Christian Tomás. Dejó su puesto de chocolate en Tlacolula para dedicarse a buscarlo incansablemente. Él le dejó una carta con una promesa antes de que se lo llevaran. El maestro Francisco Toledo marchó hace seis años por él y los 43.

Nicanora García González

Se ha hecho cargo de buscar justicia por su hijo Saúl Bruno. Desde hace seis años recorre siete horas desde su pueblo hasta Ayotzinapa. “No quería tener dos preocupaciones. La de mi hijo y la de mi esposo diabético, pero le amputaron un pie”.

Blanca Nava

Guarda la guitarra de su hijo Jorge Álvarez Nava. Acostumbraba cantarle canciones y espera que lo pueda hacer de nuevo. “Jorgito no se me despegaba. Quisiera que estuviera él aquí, que cantara las canciones que me cantaba”.

Bernardo Campos

Sus dos nietas menores le preguntan por su padre José Ángel. La más pequeña tenía semanas de nacida cuando él fue desaparecido. Ella lo reconoce sólo en fotos y videos. Ángel ingresó ese año a la normal para darles una vida mejor.

Carmelita Cruz

Debió cruzar sola la frontera norte para trabajar y darle educación a su hijo Jorge Aníbal Cruz. Conserva en su celular el último mensaje de su hijo esa madrugada, lo que desmentía desde 2014 la supuesta “verdad histórica” del Estado.

Antonio Tizapa

Exige cada mes justicia por Jorge ante el consulado de México en Nueva York, a donde se fue a trabajar como plomero para darle mejor futuro. “Todos los días le mando un mensaje a mi hijo: a donde quiera que estés, no vamos a descansar hasta encontrarte”.

Hilda Hernández

Ha tomado los micrófonos para alzar su palabra digna en las plazas del país por su hijo César Manuel. “Siento que se destroza lo más hondo de mi corazón. Siento que se me desgarra. Ese sentimiento me llega cuando no tenemos ni noticias”.

Celso Gaspar

Es un campesino de Omeapa al que le cuesta tomar la palabra. Pero cuando lo hace, habla siempre con verdad y desde el corazón, que lo tiene muy lastimado desde hace seis años por no encontrar a su hijo Alen Gaspar de la Cruz.

Hilda Legideño

Fue una de las madres que conformaron brigadas de búsquedas en pueblos, campos y montes durante las primeras semanas de la desaparición forzada de su hijo Jorge Antonio y compañeros. Debió abandonar su trabajo de fabricar adornos de papel.

Celso García

Él y su hijo Óscar tuvieron que mudarse como las otras familias a la normal de Ayotzinapa desde que les notificaron de la desaparición de su hijo Abel. Óscar se mantiene allí, con esperanza de saber de su hermano, ahora como normalista.

Cristina Bautista

Es una mujer nahua que ha alzado la voz en la lengua de su pueblo cruzando los océanos durante estos seis años. Como muchos de los normalistas desaparecidos, su hijo Benjamín cursaba el programa bilingüe cuando el Estado lo desapareció.

Mayra Telumbre

Abandonó su vida y trabajo para volver a Tixtla al enterarse de la desaparición de su sobrino Christian. Desde entonces ha luchado incluso en los muchos episodios en que la policía ha reprimido con violencia las protestas de las familias.

Marissa Mendoza

Continúa buscando verdad y justicia por su pareja Julio César Mondragón, caído la noche en que sus 43 compañeros fueron desaparecidos. Ella y su hija han enfrentado la burocratización del dolor de parte del Estado todos estos años.

Martina de la Cruz

Lucha con los dolores en sus rodillas. Aún así, ha recorrido el país caminando con el sueño de ver volver a su hijo Jhosivani. Le preocupa que su hijo haya dejado sus lentes y su celular en la normal el último día en que supieron de él.

Metodia Carrillo

Es campesina de Cuautepec y dice que se pone triste por su hijo Luis Ángel. “Me pongo a llorar, porque a mi hijo creo que ya nunca lo voy a poder ver, pero yo le pido a Dios. Él va a regresar con nosotros, primeramente Dios”.

Bertha Nava

Madre de Julio César Ramírez, caído hace seis años, busca justicia también por los normalistas asesinados y heridos la noche del 26 de septiembre de 2014. Ejemplo de dignidad, valor y lucha, como todos las familiares de los 43 normalistas.

Librada y Damián Arnulfo

De la Montaña viajaron a Ayotzinapa creyendo que Felipe Arnulfo había salido de viaje. Nadie era capaz de explicarles en su lengua ñuu savi qué es una “desaparición forzada” porque en su pueblo no existe un horror semejante. Ni el contagio por Covid-19 le ha impedido a él seguir en su lucha.

Minerva Bello

Su muerte nos consternó. El Estado está acabando poco a poco a las familias de los desparecidos. La desaparición forzada es un instrumento de terror de Estado que no termina en la propia desaparición sino que daña el tejido familiar, comunitario y social de por vida.

Angelito Abraján

En cada cumpleaños, pide el deseo de volver a ver a su padre, Adán Abraján de la Cruz. Frente a la entonces PGR, voló el papalote que le envió el fallecido maestro Francisco Toledo con el rostro de su padre. Cambian los nombres de las fiscalías, cambian los gobiernos, pero hoy para él son seis cumpleaños ya sin justicia y sin saber de Adán.