20 noviembre,2018 5:14 pm

Cansancio, incertidumbre y “susto”: los desalojados por el Volcán de Fuego

El Volcán de Fuego arrasó el pasado junio varias comunidades situadas a sus pies. Una nueva erupción, este domingo, obligó a desalojar a más de 4 mil personas.

Idane Marilí y su marido no pegaron ojo en toda la noche. Desde el atardecer, sus ojos estuvieron fijos en el Volcán de Fuego, que se levanta imponente sobre su aldea en Guatemala. Una nueva erupción, la quinta en lo que va de año, despertó en la madrugada del lunes los fantasmas de la catástrofe del pasado junio, que causó al menos 194 muertos y unos 240 desaparecidos.

“Nos desalojaron a las cuatro de la madrugada. No nos dio tiempo casi de llevar nada. Teníamos miedo de que pasara como en junio, porque el volcán estaba haciendo mucho ruido”, explica a dpa la mujer, de 24 años, desde el estadio de la localidad de Escuintla, que acoge a más de un millar de desalojados por la erupción.
Allí, sobre el césped, decenas de familias intentan descansar tras una noche agitada. Los niños hacen dibujos bajo una carpa mientras sus papás esperan en dos largas filas para recoger los sándwiches y las manzanas que reparten los voluntarios.
“No sabemos cuánto tiempo vamos a estar aquí. Hasta que no pare el volcán no nos vamos”, lamenta un hombre de avanzada edad.
En el perímetro del campo de futbol se alinean decenas de tiendas de campaña para los desplazados. Julia Galicia, de 65 años, descansa junto a una de ellas. Nunca antes ha dormido en una carpa. Llegó sola al estadio porque sus hijos no quisieron dejar su casa y se quedaron en El Rancho, la aldea en la que nacieron. “Me da pena y miedo por ellos”, explica. “Pero como son todos varones dijeron que se quedaban guardando la casa”.
“Nosotros hemos dejado allá nuestros patos, nuestras gallinas y nuestros perros. Nos trajeron en autobús por la mañana, después de toda la noche en vela”, señalan a la agencia de noticias dpa Luis Gálvez y su esposa, Zaida González, junto a sus dos hijos de cuatro y seis años.
El cansancio se refleja en los rostros y denota que fue una noche larga e incierta. La Cruz Roja guatemalteca atendió en el puesto de emergencia instalado en uno de los laterales del estadio a varias personas con infecciones respiratorias, así como a otras con conjuntivitis y con crisis de ansiedad.
“Los primeros han empezado a llegar a la una de la madrugada. Muchos venían nerviosos porque no sabían donde estaban sus familiares, ahora están ya más tranquilos”, explica a dpa la doctora Mariela Sosa.
El Volcán de Fuegode 3 mil 763 metros de altitud, arrasó el pasado junio varias comunidades situadas a sus pies. Una nueva erupción, este domingo, obligó a desalojar a más de 4 mil personas.
La carretera que rodea al volcán por el este, la RN-14, está cortada. A lo largo de su recorrido se aprecian los campos yermos, cubiertos de ceniza, con árboles secos y casas totalmente destruidas. Es la huella de la erupción de junio.
Esta carretera conecta Antigua, la ciudad más turística de Guatemala, con Escuintla y pasa también por Alotenango, un pequeño pueblo en el que las mujeres indígenas frotan sus ropas con jabón en el lavadero situado en frente a la iglesia mientras varios soldados del ejército miran hacia el volcán, como vigilándolo.
“Nuestra misión es estar aquí por si algo pudiera suceder. Ayudar a las personas en caso de erupción”, explica a dpa Gustavo González.
Junto a esta localidad se levantó en agosto un albergue para acoger a varios cientos de los desalojados por la erupción de junio, que todavía permanecen allí ante la imposibilidad de regresar a sus casas. En la madrugada de hoy, llegaron otras 67 personas.
Algunas habían decidido volver a sus hogares hace semanas y, por segunda vez en menos de medio año, en la madrugada de este lunes tuvieron que salir de nuevo a la carrera.
“No pudimos llevar nada de ropa, ni siquiera una chamarra”, se lamenta Ramiro Ortez, un padre de familia de 31 años. “Los niños empezaron a llorar al ver que el volcán rojeaba en la punta. Daba mucho susto”.
“Algunos están preocupados y asustados. Arrastran el trauma de la erupción de junio y ayer fue una de las activaciones más fuertes del volcán”, explica a dpa Jorge López, el administrador del Albergue de Transición Unifamiliar de Santa Isabel. “Esta noche tuvimos algunos problemas porque algunas familias no querían venir. Piensan que viniendo acá van a perder todo lo que tienen y prefieren quedarse en su casa aunque corran peligro”, añade el responsable.
Algunos de los recién llegados llevan horas sin comer y tratan de dormir un rato sobre los jergones que guardan los módulos unifamiliares de madera, que tienen seis metros de largo y tres de ancho. “Aquí faltan muchas cosas, pero qué puede hacer uno. Gracias a dios tenemos al menos donde pasar la noche”, dice Ramiro.
Según informaron las autoridades esta tarde, la erupción del Volcán de Fuego ya concluyó y poco a poco algunos de los evacuados comenzaron a retornar a sus casas, aunque se espera que la mayoría lo hagan a partir de este martes.
Texto y foto: DPA