4 febrero,2024 7:59 am

Comparten su lucha en el Día Mundial contra el Cáncer

 

Ciudad de México, 4 de febrero de 2024. Un diagnóstico de cáncer nunca será fácil, pero cuando esta enfermedad llega en la juventud, impacta de manera diferente.

“Son momentos donde se están tomando decisiones vitales como casarse o tener hijos. Se detiene la vida”, señala la psicooncóloga Isabel Centeno.

“A veces tienen que adelantar decisiones que todavía no estaban preparados para tomar”.

En busca de crear conciencia sobre esta enfermedad, que puede llegar a cualquier edad, tres jóvenes regios con el diagnóstico han compartido sus historias en internet.

Y al conmemorar hoy el Día Mundial contra el Cáncer, cuentan cómo ha sido su caminar.

 

Thelma Villegas: floreciendo del cáncer

Thelma Villegas se ve a sí misma como una flor, un tulipán que crecía en el jardín, hasta que el cáncer la marchitó.

Diciembre 2022: Tenía 27 años cuando supo que tenía un tumor maligno llamado Linfoma no Hodgkin, en etapa cuatro de cuatro, la más avanzada.

“Todo cambió. Me quebré en llanto”, cuenta Thelma, quien recién comenzaba su vida independiente.

Ese cáncer, una afección que ocurre cuando el cuerpo produce demasiados linfocitos anormales, había crecido muy rápido.

De inmediato iniciaron con quimioterapias muy agresivas. Recuerda caer en cuenta que tenía cáncer cuando vio su reflejo sin cabello y 10 kilos menos.

Pronto, Thelma empezó a notar que muchas personas desconocen cómo es realmente tener esta enfermedad y decidió abrir su página de Instagram: @floreciendo_tv

“Quiero que aprendan, que conozcan, porque está la creencia de que el cáncer le da a personas adultas o a niños nada más”, expresa Thelma, quien siempre intenta mantener una actitud positiva ante las adversidades y encontró en Dios un refugio para seguir luchando.

En su página comenzó a registrar su proceso, compartir información científica y crear conciencia sobre la importancia de realizarse chequeos frecuentes.

Después de la tercera quimioterapia, relata la habitante del municipio de Juárez, un estudio mostró que su cuerpo estaba libre de cáncer, algo que sorprendió incluso a los médicos.

Hoy está en remisión. Ahora su lucha es cuidarse y ser paciente con algunos de sus planes, como tener hijos, aunque dice atesorar el aprendizaje sobre sí misma durante esa etapa de su vida.

“Si la vida me diera a elegir: ‘¿Quieres tener cáncer o no?’, mil veces lo vuelvo a elegir”, asegura la profesionista, quien trabaja en el área de responsabilidad social de una empresa desde hace ocho años.

A través de su página de Instagram también organiza campañas de recolección de taparroscas para niños con cáncer.

El principal aprendizaje que le deja esta enfermedad es vivir con plenitud: hoy se siente agradecida, disfrutando cada instante.

Y no encuentra mejor analogía para su caminar que las flores. Se marchitó, enfatiza, pero su tronco siempre estuvo fuerte.

“Con el tiempo algo pasó, llegó esa luz”, sonríe, “y empecé nuevamente a florecer”.

 

Luigi Armenta: “me voy a comer el mundo otra vez”

“¿Cómo te puedo ayudar?” Es lo mejor que puedes decirle a una persona con cáncer, dice Luigi Armenta, de 25 años.

“Siento que es la forma más honesta de empatizar, de ofrecer una mano”, expresa.

“No me gusta que me digan lo de ‘échale ganas’ o ‘eres un guerrero’. No, soy una persona normal, como tú y como yo”.

Desde que recibió su diagnóstico en abril de 2023, Luigi comparte su historia en Instagram, en la cuenta @luigi_armenta, para crear conciencia sobre el cáncer.

También hace públicas las rifas que organizan para recolectar fondos para su tratamiento.

“Mi enfermedad no es mi enfermedad”, apunta. “Afecta a mis papás, a mis amigos, a mis hermanos, a las personas que me quieren”.

Antes de su diagnóstico, un cáncer tipo Germinal Mixto Etapa 3A localizado afuera de su corazón y pulmones, Luigi se sentía imparable.

Ya tenía su propia agencia de mercadotecnia, era paramédico voluntario en Cruz Roja y recién iniciaba su maestría en el  IPADE Business School de Monterrey.

“Me estaba comiendo al mundo”, dice el habitante de Monterrey.  “Que te digan ‘te sientas porque te sientas’, ese es el gran impacto, la desesperación y frustración”.

Con un hilo de voz, que empieza a recuperar tras haberla perdido en el camino, cuenta que sabe poner sus emociones a un lado para actuar y nunca ‘se raja’.

Por eso, cuando le dijeron que tenía cáncer, lo primero que hizo fue buscar un oncólogo, quien le aseguró que su enfermedad parecía ser curable.

“Sabiendo que las cosas estaban bajo control, ahora sí me quebré”, dice recordando escaparse del cuarto del centro médico para ir a orar a la capilla.

El tratamiento inició y, con esa personalidad que lo caracteriza, él se negaba a dejar su trabajo, voluntariado y estudios.

Ha estado al borde de la muerte en varias ocasiones: primero cuando lo operaron para retirar el tumor -pero tuvo un fuerte sangrado-, y la última, en diciembre, cuando el cáncer volvió con más fuerza. Una quimioterapia de emergencia, con dosis mucho más alta, lo salvó.

“Intento colgarme de donde pueda: Dios, mis papás, mis amigos, mis propias ganas de vivir”, dice Luigi, quien ha aprendido a disfrutar aún más la vida.

Hace unas semanas salió del hospital por unos días para descansar y el jueves lo internaron para continuar el tratamiento. Esperan que otros cuatro ciclos de quimioterapias más fuertes puedan acabar con el cáncer.

“Voy a salir de esta”, afirma. “Me voy a comer el mundo otra vez”.

 

Camila Antillón: “agradecida y feliz”

“El doctor les dijo a mis papás: ‘Este tumor no tiene cura, ella se va a morir'”, cuenta Camila Antillón, de 26 años.

De esa conversación, ella se enteró meses después, cuando el estudio mostró que su cerebro estaba libre de cáncer, algo que la joven considera un milagro.

“Me acuerdo que salí al patio, viendo el sol, el cielo y las nubes, y abriendo mis manos como sintiendo toda esa energía, agradeciéndole bastante a Dios”, relata la instructora de yoga y profesora de patinaje sobre hielo.

Camila llegó por urgencias al hospital en septiembre del 2020. Un examen mostró una bolita en el cerebro y la operaron al instante, logrando retirarla en un 85 por ciento.

A los días de la intervención, los médicos le dijeron que tenía glioblastoma. Es un tipo de cáncer para el que no hay cura, aunque eso se lo dijeron hasta después.

Desde el primer día, cuando tenía 23, comenzó a compartir su historia en la cuenta @healing.cam de Instagram, donde ha recibido una gran cantidad de apoyo, incluso de desconocidos.

“Si no hubiera hecho eso, no sé cómo lo hubiera tomado yo”, comenta Camila, quien suspendió sus estudios en psicología durante el tratamiento. “Me motivaban bastante todos los mensajes de las personas”.

A la par con su tratamiento de quimioterapias y radioterapias, Camila se acercó a la medicina alternativa, con alimentación natural, trabajo emocional, medicación y yoga, lo que ella asegura fue parte importante en su sanación.

En su página ha compartido todo su proceso, como cuando decidió rapar su cabello y los efectos de las medicinas.

“Pensaba: ‘No me voy a morir, voy a luchar, voy a hacer todo lo posible por seguir aquí. Mi sueño es ser mamá, me falta mucho por vivir'”, relata la habitante de Monterrey.

“Tenía mucho miedo, pero al final mi fe siempre estaba. A veces le decía a Dios: ‘Tú decides cuál es mi camino, me entrego totalmente a ti'”, y luego entre risas añade: “Pero al final siempre le decía: ‘Pero yo sí quiero estar aquí'”.

En enero de 2021, un estudio mostró que estaba libre de cáncer, algo que los médicos no pudieron explicar. Aun así, concluyó su tratamiento con más quimioterapias.

Desde entonces sigue con sus estudios periódicos y, aunque el miedo de que la enfermedad regrese sigue presente, lo afronta con el mayor aprendizaje que le dejó el cáncer: sabiendo que nada se tiene seguro en esta vida y hay que disfrutarla.

“Lo más importante es que sigo aquí”, sonríe. “Agradecida y feliz”.

 

Texto y foto: Agencia Reforma