21 junio,2022 8:33 am

Del gobierno ñuu’savi prehispánico, la lucha por la educación bilingüe, al sistema propio de elección

Segunda parte

En Ayutla, la historia convergió con el descontento contra la corrupción y en 2015, en la consulta hecha por el Instituto Electoral ganó el cambio a favor de un gobierno municipal por usos y costumbres indígenas

Ayutla y Chilpancingo, 21 de junio de 2022. Los pueblos indígenas de Ayutla no perdieron del todo sus formas ancestrales de gobernarse, con base en asambleas en las que participa la comunidad para tomar decisiones. La historia de siglos convergió con la coyuntura de descontento social principalmente por la corrupción del sistema de partidos políticos, y en 2015, en la consulta ciudadana ganó por mayoría el modelo de elección por sistemas normativos propios o usos y costumbres, que se votó por primera vez en 2018.

Tras haber cumplido los requisitos legales, los días 10, 11, 17 y 18 de octubre de 2015 se consultó a 11 mil 984 pobladores de 133 localidades para saber si cambiaban del modelo de elección de partidos políticos a uno por usos y costumbres, que fue organizado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC) de Guerrero.

El resultado marcó un precedente en el estado, con un margen de 466 votos de diferencia ganó el modelo de elección por sistemas normativos propios o usos y costumbres, al recibir el sufragio de 5 mil 987 personas, mientras que el sistema de partidos tuvo 5 mil 521 votos (menos de 10 por ciento de diferencia), además hubo 476 abstenciones.

En cinco localidades indígenas, por acuerdo de la comunidad no se realizó la consulta y fue en Barranca Tecoani, El Parotillo, Filo de Caballos, Barranca de Guadalupe y El Charco.

El triunfo del modelo por usos y costumbres no se dio de manera fortuita, el ex promotor de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias-Policía Comunitaria (CRAC-PC) de El Paraíso, Ayutla, y ex presidente de la Organización Independiente de Pueblos Mixtecos-Tlapanecos, Arturo Campos Herrera, aseguró que las poblaciones me’phaa y ñuu’savi buscaron un gobierno tradicional “desde hace mucho tiempo por las mismas desatenciones de las autoridades, de los partidos políticos que han gobernando” este municipio.

Aseguró que a pesar de transiciones en el gobierno municipal de diferentes partidos no asentaron ningún cambio social, y las comunidades continuaron en el abandono, mientras que en la cabecera la corrupción imperó, y las familias que llegaban al poder eran las mismas, o si no, financiaban a otros candidatos, pero las ganancias ahí quedaban, “por eso los pueblos toman esta decisión de tener su propio gobierno”.

Los ñuu’savi de esta zona desde la época prehispánica tenían su propia forma de gobierno, y su centro de poder era la comunidad de Coapinola, relata el representante de la localidad El Vano del primer Concejo Municipal Comunitario, Julio Leocadio Castro: “La zona mixteca de Ayutla consta de dos bienes comunales, que son La Concordia y Coapinola, Coapinola ha sido un centro de gobierno desde tiempos prehispánicos, es la comunidad más antigua de la región, es anterior a La Concordia y a Ayutla, ahí estaba el gobierno de los pueblos originarios, y cuando estuvo el proceso para decidir qué hacer ante el crimen organizado en 2012, ahí se discutió la creación de la Policía Comunitaria bajo el esquema de la CRAC (Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias)”.

“Coapinola es el pueblo con más historia de la región, de ahí se derivan todos los demás, como La Concordia, es el pueblo de mayor antigüedad, y un centro de gobierno de la mixteca”.

Esa forma ancestral de gobierno con su capital en Coapinola sobrevivió hasta el siglo pasado.

A diferencia de San Luis Acatlán, municipio donde se intentó primero llevar este cambio de sistema de gobierno, Arturo Campos Herrera afirmó que Ayutla ha sido emblemático por sus movimientos sociales, y destacó el trabajo de diversas organizaciones que llevaron un proceso de “concientización” política y de derechos humanos en las zonas indígenas.

Uno de los líderes referentes más recordados en la zona ñuu’savi de Ayutla, es Hilario Ramírez Morales, quien de acuerdo al ensayo “Resistencia cultural mixteca en Ayutla de los Libres”, publicado en la revista Iberoamericana de las Ciencias Sociales y Humanísticas, por José Carmen Tapia Gómez y Rosalba Díaz Vázquez, es quien coordinó una lucha por su pueblo y constituyó la Organización de Estudiantes y Ex-Estudiantes Mixtecos (OEEM) en 1975.

Lo que buscaba la OEEM era combatir el analfabetismo en la zona mixteca y sobre todo luchar por introducir una educación bilingüe en todas las escuelas primarias de la zona indígena, ante la imposición del español a los na’savi, y enfrentar a los caciques y acaparadores que se roban los recursos naturales, en especial la madera, y que les arrebataban sus productos a los campesinos indígenas en los caminos hacia la cabecera municipal, confabulados con funcionarios locales.

El trabajo organizativo de Hilario Ramírez fue respaldado por otro recién egresado de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), Agustín Morales Hernández, y los profesores Filemón Francisco Santos, Benito Narciso Morales y Leonardo Santiago, quienes durante la toma de protesta como presidente municipal de Ayutla de Leonardo Vázquez en 1978 presentaron un pliego petitorio con demandas de las comunidades, que tuvo como reacción un mayor hostigamiento de los caciques de Coapinola, Rancho Ocoapa y La Concordia hacia las comunidades ñuu’savi, entonces llamadas generalmente mixtecas.

El 21 de mayo de 1981, tras quedarse dormido bajo un árbol de su casa, por el cansancio de recorrer los cerros de manera clandestina para salvaguardar su vida, un sicario lo acribilla y el “líder indígena se queda soñando para siempre”, con tan sólo 25 años de edad, así recuerdan a Hilario Ramírez en la zona, aunque por su figura existen varios relatos de la forma en que fue asesinado.

Con la muerte de Hilario, sus compañeros fundan la Organización de Pueblos Mixtecos-Tlapanecos (OPMT) Hilario Ramírez Morales, y continúa articulada la resistencia de los pueblos, bajo el liderazgo de Benito Narciso Morales, otro de los referentes de la organización de los pueblos en Ayutla.

De acuerdo con Arturo Campos Herrera, ex dirigente también de la Organización Independiente de Pueblos Mixtecos Tlapanecos (OIPMT), con Benito Narciso Morales, la organización realizaba talleres y asambleas con las comunidades, sus autoridades y los representantes de los pueblos, para concientizar y gestionar la construcción de escuelas y la llegada de maestros principalmente.

“Antes de 1970 nada más había escuelas en Coapinola y en La Concordia, entonces, muchos de los pueblos que están ahorita ni nombre tenían, eran pueblos sin nombre, eran algunas casas ubicadas en diferentes puntos de la zona”, contó Campos Herrera.

Recordó que la OPMT realizaban congresos anuales a los que llevaban a las autoridades para que escucharan las demandas de los pueblos mixtecos y tlapanecos, a los que asistían “hasta 45 comunidades en un congreso, y se celebraban principalmente de la zona mixteca”.

Con el EZLN, EPR y ERPI, nueva concientización de los pueblos indígenas sobre sus derechos

En Ayutla, tras el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas en enero de 1994, surgió en algunos sectores de la población “un impulso a la organización” armada clandestina que en aquellos años sólo se decía que era el Ejército del Pueblo o Partido Revolucionario Obrero Clandestino Unión del Pueblo-Partido de los Pobres (PROCUP-PdlP, este último fundado por Lucio Cabañas), como lo contó en entrevista a El Sur, Román, miembro del Comité Estatal de Guerrero del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) y publicada el pasado 7 de junio.

Y tras la masacre en el vado de Aguas Blancas el 28 de junio de 1995, municipio de Coyuca de Benítez, y la aparición en la conmemoración por la matanza un año después, el Ejército Popular Revolucionario (EPR) recorre también las comunidades de Ayutla, que continúan en un abandono institucional.

Arturo Campos comentó que el trabajo del EPR consistió más que en una lucha armada, en la concientización de los pueblos para que pudieran defenderse y conocieran sus derechos, “en asambleas se hablaba de las violaciones de derechos humanos que incurría el gobierno y los partidos políticos”.

La organización de los pueblos acompañada por la guerrilla, no sólo fue mal vista por el Estado mexicano, sino que la combatió como en ningún otro municipio, pues inició una estrategia que con los años es reconocida a Ayutla como un “laboratorio de contrainsurgencia”.

Efrén Cortés Chávez, uno de los sobrevivientes de la masacre de El Charco, perpetrada por el Ejército el 7 de junio de 1998, sostiene que “en la zona indígena y la zona baja (de Ayutla) hay una conciencia de lucha desde hace mucho tiempo donde el movimiento revolucionario, el movimiento guerrillero aportó mucho”.

Manifestó que incluso a Hilario Ramírez lo señalaban de pertenecer a un grupo insurgente, porque en Ayutla estuvo la Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (ACNR) que lideró Genaro Vázquez en el estado, y el último grupo incursionó en la zona fue el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), del cual una de sus columnas fue emboscada en El Charco por militares cuando se realizaba una asamblea de 40 pueblos.

“Se impulsó más que las armas la conciencia, que los pueblos se reconozcan a sí mismos y los pueblos participen, que sean actores… a los pueblos indígenas nadie les puede decir vamos a defenderlos, ellos tienen formas para organizarse y defenderse”, expone Efrén Cortés, que fue torturado por militares tras ser aprehendido en aquella acción de contrainsurgencia.

El abogado del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Vidulfo Rosales Sierra, quien desde hace dos años representa a un grupo de sobrevivientes y viudas de la masacre de El Charco, expone que “en Ayutla se dieron esfuerzos organizativos importantes, movimientos con mucha claridad política e ideológica y que el Estado miró que tenían potencial organizativo estos esfuerzos desde las comunidades, desde los pueblos, y empezó una guerra contrainsurgente desde 1995, 1994 incluso, y de manera más clara en 1996 y 1997, que empezó una militarización muy clara en la región”.

Argumentó que además de la militarización, se iniciaron campañas de esterilizaciones en la zona me’phaa, y es que en 1998, cuando era gobernador interino Ángel Aguirre Rivero, 13 hombres indígenas me’phaa de la comunidad El Camalote fueron esterilizados mediante engaños, presiones y amenazas, al igual que 19 pobladores ñuu savi de las comunidades de Ocotlán, Ojo de Agua y La Fátima.

En 2003 Tlachinollan documentó esos casos y presentó una queja ante la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Guerrero (Codehum). En la campaña de esterilización incluso participó el entonces comisario de la comunidad me’phaa El Camalote, Romualdo Remigio Cantú, quien citó a los vecinos a la comisaría y la brigada de la Jurisdicción Sanitaria de la Costa Chica, de la Secretaría de Salud, integrada por el médico Ernesto Guzmán León, la enfermera Mayra Ramos Benito y el promotor Rafael Almazán Solís, indicaron que a cambio de la vasectomía a los hombres construirían una clínica en la comunidad, con un médico de planta y medicamentos necesarios, además de entregar despensas, ropa, cobijas, vivienda y que cada año una beca para sus hijos.

Rosales Sierra manifestó que además el Ejército “incursionó en las comunidades, destruyó plantíos de cultivos de maíz, de frijol con el pretexto de que ellos andaban aplicando la ley de armas de fuego y explosivos y combatiendo el sembradío de amapola, después ocurriría la masacre de El Charco y posteriormente las violaciones sexuales a las mujeres indígenas.

Dijo que al revisar los expedientes de los casos de violación por militares a Inés Fernández Ortega y Valentina Rosendo Cantú, el informe que emite el Ejército mexicano es que “hay un operativo que cruza por toda la Montaña, viene de Acatepec con miras a Ayutla y entre otras cosas dice que van a aplicar la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, van a destruir plantíos de amapola y a reducir los espacios de acción del grupo autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente, es expreso en señalar que tiene un objetivo contrainsurgente la presencia del Ejército”.

Na’savi, ñuu’savi, tu’un savi, te’savi

Hasta hace unas décadas, en Guerrero y en México a los pueblos ñu’savi se les llamaba mixtecos, pero reivindicaron su nombre en su propio idioma y comenzaron a usarlo, en lugar del que les fue impuesto hace siglos por los mexicas.

En los ámbitos académicos está definido que tu’un savi es “palabra de la lluvia”, ñuu’savi es “pueblo de la lluvia”, na’savi es “mujeres de la lluvia”, y te’savi “hombres de lluvia”, sin embargo en algunas comunidades de la zona se usa na’savi genéricamente para referirse a quien habla esa lengua. En este trabajo se usará tu’un savi y na’savi indistintamente para referirse a las personas de esta étnia y al territorio, como lo hacen comúnmente en los pueblos y en las asambleas a las que se acudió.

Texto: Rosendo Betancourt Radilla y Emiliano Tizapa Lucena

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