25 mayo,2023 5:18 am

Divas en Acapulco

Anituy Rebolledo Ayerdi

(Tercera parte)

 

Elizabeth Taylor

Elizabeth Taylor (Londres, Inglaterra, 1932-2011), sin duda la más grande diva del cine de Hollywood del siglo XX, contrae matrimonio en Acapulco con el productor inglés Michael Todd (2 de febrero de 1957). El escenario del enlace no será diferente a un set cinematográfico en el hotel Villa Vera. Son testigos de ella el cantante Eddie Fisher y su esposa, la actriz Debbie Reynolds, sus mejores amigos. Del novio sus “cuates” mexicanos Miguel Alemán Velasco y Mario Moreno, Cantinflas. El alcalde de Acapulco, Mario Romero Lopetegui, leerá en inglés la epístola de Melchor Ocampo y deseará a la pareja eternal honeymoon.

Michael Todd, creador del sistema de proyección en pantallas gigantes –Todd-A-O– y productor de la película La vuelta al mundo en 80 días, con Cantinflas, obsequia a su esposa un cuadro de Renoir, un abrigo de visón y una pulsera de diamantes. Liz ya había recibido regalos de dos maridos anteriores y le faltarán los de cuatro más.

La viuda alegre

Justo al año de aquél enlace, Michael Todd muere en un accidente de aviación. La atribulada viuda busca consuelo en sus amigos y entre ellos sus testigos Fisher y Reynolds. Lo encontrará muy pronto pero sólo en uno de ellos. En efecto, pasados apenas seis meses, sin esperar siquiera el “cabo de año” del difuntito, la diva se casa aquí mismo con Eddie Fisher. El escándalo será mayúsculo arrojando sobre Liz los más severos y crueles epítetos, particularmente de la traicionada Debbie: putaperraquitamaridosehijadelachingada. En inglés, por supuesto.

La diva dueña de los ojos más hermosos y enigmáticos del cine –azul oscuro que con la iluminación y el maquillaje adquirían la entonación violeta– era para entonces vieja conocida de los acapulqueños, particularmente prestadores de servicios turístico. Ella, Lana Turner y Esther Williams eran las únicas damas de un grupo de actores que adquirieron en propiedad el hotel Flamingos para no tener problemas de hospedaje cada vez que se les ocurriera visitar el puerto: John Wayne, Fred Mc Murray, Johnny Weissmuller, Red Sakelton, Rock Hudson, Orson Welles, Erroll Flynn y Tyrone Power.

Lana Turner

Antes de ser copropietaria del Flamingos, Lana Turner solía hospedarse en el hotel Club de Pesca cuyo gerente, Guillermo Moreno, le hizo los honores correspondientes a su calidad de sex simbol de los años 40. Descubierta en una fuente de sodas pueblerina y más tarde conocida como la sweter girl, cuya prenda ajustadísima le glorificaba el busto, la Turner dará el campanazo con la película El cartero llama dos veces. Ascenderá como la espuma hasta el sitial de “la actriz mejor pagada del cine”. La Metro Goldwin Mayer presumirá haber ganado con sus películas más 50 millones de dólares.

La estrella de Sendas prohibidas, Cautivos del mal y Vidas borrascosas (única nominación al Oscar de Hollywood) vivirá en 1958 una brutal y dolorosa tragedia. Cuando su hija Cheril Crane asesine a puñaladas a su amante, Johnny Stampanato, un suceso criminal que escandalizará al mundo pero que, sin embargo, tendrá un final feliz. La joven evitará la cárcel al acreditar sus abogados la legítima defensa ante las agresiones, incluso sexuales, del mafioso padrote de su madre. Esta, por su parte, sucumbirá ante el escándalo que exhibirá sus vicios y flaquezas e incluso sus aficiones sadomasoquistas.

El pez que fuma

Manolo Pano recordaba a Lana Turner como asidua a su bar El Pez que Fuma (Ignacio Ramírez y La Paz), al que llegaba casi siempre achispada y en plan de remate. Apenas ocupaba su mesa, siempre reservado para ella, el mesero ya le estaba sirviendo su bebida favorita: una demoledora mezcla de tequila y vodka en las rocas. Enseguida la dama llamaba a “buizio”, en realidad Bullicio, apodo de Ismael Cadena, el trovador del lugar, a quien tampoco necesitaba pedirle su canción: Bésame mucho, de Consuelo Velázquez. Una y otra vez, hasta el amanecer

La diva abandonaba el lugar cobijada por los primeros rayos solares para dirigirse al figón de El Chino, a la vuelta de la esquina, donde se zampaba un caldo de pollo con menudencias, cebolla picada y venas de chile seco. La acompañaba regularmente Armando Sotres, perfilándose ya como uno de los zares de la vida nocturna de Acapulco.

Esther Williams

Esther Williams y Johnny Weismuller proponen la construcción de una alberca en el hotel Flamingos de Acapulco, adquirido por La pandilla de Hoollywod. El estanque será estrenado por ella misma recordando su campeonato de nado de 100 metros libres en la Universidad de California. De ahí saltará al estrellato cinematográfico para inaugurar el género de la comedia acuática.

Espectáculo deslumbrante con bellas mujeres ejecutando el nado sincronizado al compás de una melodía de moda. Memorable la escena de la cinta Baño de belleza donde la escultural Sirena de América emerge de las aguas junto con un grupo de nadadores formando un círculo a su alrededor.

La diva pasará una larga temporada en el puerto cuando tenga que convalecer de una lesión en el cuello, a causa de un mal clavado.

Brigitte Bardot

Brigitte Bardot, actriz, cantante y escritora francesa, sex simbol e icono de la moda entre los 50 y 60, disfrutó de su luna miel en Acapulco con su esposo Gunter Sachs. Se habían casado en Las Vegas con el testimonio de Robert F. Kennedy, procurador de Justicia del presidente John F. Kennedy, su hermano.

Será este un matrimonio con duración justa de tres años, un récord, atendiendo a que el novio, heredero de la fábrica de autos Opel, era un playboy desmadroso y amante de las aventuras peligrosas pero ante todo un patriota. Fija la boda para el 14 de julio, día de la Revolución Francesa, en tanto que los regalos para la novia formarán, alineados, la bandera tricolor de su país (azul, blanco y rojo): tres brazaletes y tres argollas cuajadas de zafiros, diamantes y rubíes.

Un severo dolor de muelas ataca aquí a la protagonista de Y Dios creó a la mujer siendo difícil encontrar un dentista por ser domingo. Logran contactar finalmente al doctor Rodolfo Mathew, (junto al diario Trópico) quien, luego de parar la molestia, obtiene un autógrafo de la sensual francesa. Sus colegas porteños le reprocharán más tarde no haberla anestesiado para robarle un beso de aquella carnosa “trompita parada”. Y luego escribir el libro: Yo besé a la Bardot

La fragilidad de la unión entre la diva y el millonario había quedado expuesta desde el mismo día de la boda, cuando uno de los íntimos del novio, alcoholizado, revele que Gunter había conquistado a la dama sólo para ganar una apuesta millonaria. Ella lo escucha pero esperará a que el hombre se encariñe con ella para entonces ¡kaput! Vendrán muchos otros hombres hasta completar, según la prensa francesa, 42 y sólo cuatro matrimonios.

La Bardot impondrá modas internacionales: el escote de su nombre, un cuello abierto que expone ambos hombros, utilizado especialmente en suéteres o jerséis lo mismo que en vestidos. Popularizó en sus primeras películas el bikini, prenda que utilizó por primera vez en las playas francesas durante el Festival de Cannes y aquí en la Condesa. Frágil y breve prenda de baño bien recibida en Francia durante los años 50, pero que tardará en ser aceptada en Estados Unidos ¡por atrevida!

La Bardot contra Macron

Apenas el 28 de abril de este año, Brigitte Bardot se unió a las protestas de los franceses contra el presidente Emmanuel Macron y sus reformas pensionarias. La dama, nacida el 28 de septiembre de 1934, le dirige una carta en Twitter en la que, entre otras cosas, lo llama “Ser maléfico”. Francia le aplaude.