3 julio,2020 5:21 am

Dos años: Disentir o polarizar

Jorge Camacho Peñaloza

 

Los logros de una organización son el resultado de los esfuerzos combinados de de cada individuo.

Vínce Lombardi

El primero de julio de 2018 pasó un tsunami sobre todo el territorio de México, se pintó de guinda, a minutos de terminada la contienda por la República, José Antonio Meade salió a reconocer la derrota, esa noche México se fue a acostar estupefacto, había terminado una etapa en la historia del país, más de 30 millones de mexicanos habían votado a favor de Andrés Manuel López Obrador, ganando por primera vez en la historia del país la Presidencia de la República una propuesta de izquierda.

Fue la hecatombe, un terremoto 53.19 grados Ritchter (porcentaje de votos obtenidos por Andrés Manuel López Obrador) que volteó el país, literalmente los que estaban arriba quedaron abajo y los que estaban abajo quedaron arriba, muchos de los que quedaron abajo siguen sin poder entender lo qué pasó, no son capaces de comprender que fue una victoria limpia, democrática, no fue un arrebato ilegal ni mucho menos, nadie perdió nada que fuera de su propiedad, lo que sí es que muchos que creían que el priísmo era inmortal, que era la única forma de vida y para entender el mundo, perdieron su realidad.

Al voltearse las circunstancias, a dos años de ese triunfo, es lógico que muchas cosas han cambiado, los sectores económicos, políticos y sociales que en el anterior régimen eran considerados privilegiados ahora ya no lo son y los que antes no lo eran, ahora lo son, los grupos de menos recursos económicos.

Pero también hay muchas cosas que siguen igual o peor, como la violencia de la delincuencia, el desempleo, la caída de la actividad económica, situaciones que no necesariamente se deben al cambio de régimen sino a una evolución estructural de la economía y seguridad, y en todo caso a factores coyunturales de la economía internacional y el coronavirus. Se puede decir que a dos años hay cosas que han mejorado y otras, empeorado.

Incluso hay una situación sui generis que se puede decir que ha empeorado o mejorado según el color del cristal en que lo veas: la polarización en la sociedad, entre quienes critican a AMLO y lo que representa y quienes lo defienden, al respecto hay que subrayar que las diferencias políticas e ideológicas son buenas para la democracia, en ella se necesita disentir para enriquecer soluciones a los problemas de la sociedad, para mantener a los que detentan el poder político en permanente impronta de eficiencia supervisando, fiscalizando y evaluando desde visiones diferentes, pero, y ahí está el pero, en un ambiente y deliberación respetuosa y en tolerancia, no llegar hasta la polarización, en donde se cae en el ataque y la defensa a ultranza sin valores ni raciocinio; en la democracia, que tantas luchas nos ha costado a todos, la confrontación política tiene reglas, normas, instituciones, valores, no es de aceleres y arrebatos.

A dos años podemos decir que el Presidente López Obrador ha quedado a deber, que diferimos respecto a muchas cosas como en la débil voluntad para la inclusión, en el deficiente manejo de las expectativas empresariales, en la poco contundente estrategia de seguridad, en la manera casi indiferente de enfrentar el problema del coronavirus, pero ello no me llevará a la polarización, al deseo de que le salgan mal las cosas, al contrario, como dice el gran florentino, podré no estar de acuerdo en muchas cosas, pero defenderé su derecho a cumplir con su mandato.

Vuela vuela palomita y ve y dile: A todos mis paisanos que cambiar el semáforo a naranja no va a ser para bajar la guardia frente al coronavirus, sino para reactivar poco a poco la economía, con una nueva vida sanitaria, para que los contagios y fallecimientos sean minoría.