Atoyac, Guerrero, a 10 de diciembre de 2024.- Uno de los factores de la bonanza del café en Atoyac en la década de 1970 fue el precio internacional récord que se alcanzó en 1977 y actualmente se tienen los mismos niveles e incluso por encima, pero hace falta una política de Estado que conciba al café como un “cultivo estratégico” por todos los beneficios ambientales, sociales y económicos que trae consigo, dijo el productor Acacio Castro Serrano.
En esos años, el gobierno federal, por medio del Instituto Mexicano del Café (Inmecafé), también impulsó su producción en las comunidades de la Sierra para “amortiguar” la presión social que existía por la presencia de la lucha armada encabezada por el profesor Lucio Cabañas Barrientos y por la represión, señaló en entrevista el ingeniero agrónomo.
Un estudio del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revela que sólo poco más de 7 mil hectáreas, el 5 por ciento del total con las que cuenta este municipio de la Costa Grande, se encuentran en óptimas condiciones para la siembra del grano. Aun así, el caficultor destacó que hay condiciones para mejorar la producción porque el café de Atoyac es considerado de “alta calidad” en certámenes nacionales.
En una entrevista en la biblioteca pública del Zócalo de Atoyac después de las actividades de la semana conmemorativa por los 50 años de la muerte en combate de Lucio Cabañas, el productor de café de la comunidad de Santo Domingo y ex presidente municipal priista (1999-2002), comentó que las afectaciones en Brasil en 1977 tuvieron un impacto en el precio internacional del café que llegó a 326 dólares por 100 libras mientras que los costos de cultivo eran de 20 dólares, cuando se le conoció como el “oro verde”.
“El mayor esplendor de la cafeticultura fue en ese momento por esos altos precios porque los precios de cultivo son bajos. Eso hizo que muchos productores realmente se capitalizaran un poco, eso ayudó mucho al sistema cafetalero”.
También estaba vigente un convenio de la Asociación Internacional del Café entre países productores y consumidores por el que el precio se regulaba en una franja de 120 a 140 dólares.
Durante las décadas de 1960 y 1970 se amplió la superficie cultivada, todas las plantaciones estaban en su pleno apogeo productivo con plantas jóvenes, que sin necesidad de grandes usos de químicos y tan sólo con mantener la plantación limpia, daban “excelentes producciones”; la actividad creció hasta las 25 mil hectáreas de café cultivadas en Atoyac de las 50 mil registradas en el estado.
El caficultor señaló que el Inmecafé jugó un papel importante para mejorar las formas de sistema de producción con asistencia técnica y nuevas variedades de café, aumentando las densidades de siembra.
La bonanza del café en Atoyac en la década de 1970 convivió con la guerra sucia en la que el Ejército mexicano desapareció a cientos de campesinos, “el gobierno incentivó muchas cosas por la inconformidad social que había, el Inmecafé no llegó por una planeación del gobierno federal para restablecer; no, fue por la presión social, muchas de las cosas que el gobierno se obligó a mejorar”.
“La producción estaba en manos de acaparadores, con precios de ventas al tiempo: te voy a dar mil pesos por un quintal, cuando en su momento ya valía 2 mil pesos”.
Castro Serrano dijo que “el gobierno no tenía una visión sobre el desarrollo de los pueblos, era la explotación de los recursos” y la llegada del Inmecafé no fue “porque ellos quisieran ayudar sinceramente, querían amortiguar la inconformidad social”.
Incluso en los comunicados de Lucio Cabañas se señaló el abuso de los acaparadores, “un esquema agiotista”, entonces el Inmecafé jugó el papel más importante porque “puso centros de acopio y los centros de acopio los puso en todas las comunidades, así que el productor no tenía costo de mover el café y se le pagaba lo mismo aquí en Atoyac que allá en Pie de la Cuesta, que es la comunidad más difícil, la más lejana” de la sierra de este municipio.
La desaparición del Inmecafé en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) forma parte de la política del retiro del Estado de muchas actividades y el rompimiento de los acuerdos internacionales en 1989 provocó “una de las peores crisis” con un precio que cayó hasta los 48 dólares.
El café de Atoyac “tiene altos niveles de calidad”
El caficultor comentó que el programa federal de Sembrando Vida ha estimulado la producción cafetalera con la inclusión de unas mil familias cafetaleras en el padrón, “porque sí hubo un momento de abandono total, de hecho ahorita incluso el café en Atoyac no es suficiente el café que se produce en la región para el consumo local”.
Uno de los problemas es que el costo de producción ha subido mucho, “antes, con el 10 por ciento de lo que tú vendías, con eso cubrías toda tu temporada de la cosecha y hoy se lleva hasta el 70, 80 por ciento; y si lo quieres vender como materia prima a los intermediarios, el productor queda tablas, o sea, no hay ingresos”.
Actualmente los precios son más altos que el histórico de 1977, fueron 335 dólares hace unas semanas, pero el comercializador en México no va a pagar ese precio de referencia del mercado internacional por los altos precios que ellos ponen de comercialización, por lo que llegan a quitarle hasta 80 dólares al precio internacional.
“El productor ya no puede estar sujeto a los intermediarios locales, por eso muchos productores lo que estamos buscando es vender nuestro café como producto terminado al consumidor como café tostado y molido”, expuso y resaltó que en los certámenes nacionales el café de Atoyac “tiene altos niveles de calidad”.
La Sociedad Americana del Café de Especialidad establece un puntaje de 0 a 100, en México el más alto lo obtuvo uno de Chiapas con 93 puntos, pero este año en la comunidad atoyaquense de Pie de la Cuesta llegó a 85.
“El asunto del café es que hay grandes intereses en la cadena, pesa más lo que diga Nestlé a los gobiernos, incluso actualmente, no sólo de los neoliberales, que lo que digan los productores, los productores no son escuchados por el gobierno para atender las políticas cafetaleras”.
Esto se refleja en la inexistente “visión de Estado” hacia el café, cuando el gobierno debería verlo “como un cultivo estratégico por muchas cosas, ambiental, social y económicamente”, dijo el caficultor.
Advirtió que “la rebelión, la inconformidad social” se ha contenido porque “muchísimo productor de café” migró a Estados Unidos ante la falta de oportunidades en su tierra natal.
7 mil hectáreas óptimas para cultivar café en Atoyac: UNAM
Además, expuso Castro Serrano, ya no son las mismas condiciones que se vivieron hace 50 años y citó el estudio Zonificación agroecológica del café arabica en el municipio Atoyac de Álvarez, Guerrero, México, publicado por el Instituto de Geografía de la UNAM y escrito por el integrante de esta institución, José Ramón Hernández Santana, y de la unidad académica de Ciencias en Desarrollo Regional de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), Humberto Antonio González González.
“La zona cafetalera de Guerrero corresponde a una de las pocas selvas tropicales en el mundo con altitudes de más de 1000 msnm (metros sobre el nivel del mar), donde el café bajo sombra se ha adaptado favorablemente”.
Sin embargo, de un total de 155 mil 845 hectáreas, las que tienen potenciales “óptimos” para el desarrollo del café son 7 mil 163.47, es decir, el 5 por ciento, y tienen las características de encontrarse entre los mil y mil 500 metros de altura, con pendientes menos de 18 grados, precipitaciones medias anuales mil 500 y 2 mil mililitros, temperaturas entre 18 y 22 grados centígrados y unidades de suelos acrisoles, con textura media y profundidad mayor a 100 centímetros.
Las hectáreas con potenciales “medios” suman 28 mil 143.75, el 18 por ciento; con potenciales “bajos” son 62 mil 130.65 hectáreas, 40 por ciento; y con potenciales “muy bajos” ascienden a 58 mil 411.38 hectáreas, el 37 por ciento, se expone en el documento publicado en 2016.
Texto y foto: Ramón Gracida Gómez