23 septiembre,2021 5:09 am

El gringo de la marañona 

Anituy Rebolledo Ayerdi

(5 de 8 partes) 

 

Spota, reportero

Decíamos en capítulos anteriores que el reportero mexicano Luis Spota, el más tenaz persecutor de Traven en el mundo, y vaya que los hubo, consigue la ayuda de un detective profesional proporcionado por el jefe de Investigaciones del Banco de México. el doctor Alfonso Quiroz Cuarón; Fernando López es su nombre y viaja a Acapulco tras una pista proporcionada por su jefe. Se trata de una caja de seguridad en el Banco de México contratada en 1934 por el estadunidense Berik Torsvan, cuya única referencia es un apartado postal en la oficina de Correos del puerto.

Alfonso Quiroz Cuarón es poseedor del primer doctorado en criminalista otorgado por la UNAM y es también el primer mexicano en usar los recursos de la ciencia  contra el crimen. Su prestigio traspasa fronteras por haber descubierto las identidades de Ramón Mercader del Río, el homicida de Trotski, el creador del ejército ruso y la del falsificador internacional Enrico Sampietro.

Se ha de decir que tras la huella de Traven han olfateado durante mucho tiempo  reporteros de tres continentes, convertida en una auténtica manía reporteril. Se incrementará cuando la revista gringa Life ofrezca, al más puro estilo del far west, una recompensa de 3 mil dólares a quien entregue no la cabeza pero si la identidad del autor de El tesoro de la sierra Madre. No faltaba en el “se busca” la fotografía de Hal Croves, el personaje que asesoró a John Huston durante la filmación de la cinta basada en tal novela.

Tan larga como obsesiva búsqueda, y en general toda la parafernalia en torno al misterio Traven, está documentada en un importante número de títulos literarios lo mismo que en centenares de reportajes y artículos de prensa publicados en medios de todo el planeta. No obstante, únicamente en seis casos se conseguirá descifrar la incógnita, el primero, como veremos más adelante, será el reportero mexicano Luis Spota.

El doctor Alfonso Quiroz Cuarón, por su parte, obtiene nueva información sobre la identidad de B. Traven. Se trata esta de una copia del documento migratorio del  estadunidense llamado Traven Torsvan, otorgado por el gobierno mexicano. Se le identifica con tal nombre, nacido en Chicago, Illinois, el 3 de mayo de 1890, con las señas particulares siguientes: tez blanca, ojos azules, pelo cano y1.68 metros de estatura. De oficio floricultor con residencia en Acapulco, Guerrero. ¡Touché!, grita alborozado el profesional.

 ¡Es él, es él!

Así festeja entusiasmado el científico cuando viaja con el reportero de la revista Mañana rumbo a Acapulco. Lo sucedido en el viaje es narrado por el propio Quiroz al periodista  José Ramón Garmabella (Alfonso Quiroz  Cuarón, sus mejores casos de criminología, 1980):

“Llegamos a una propiedad rural alejada de  la ciudad. La casa estaba custodiada por muchos perros con colmillos impresionantes. Cuando tocamos la puerta un norteamericano salió a recibirnos mientras ahuyentaba a los canes. Una vez que pasamos se negó terminantemente a concedernos una entrevista. Ello no obstante la advertencia de que conocíamos plenamente su identidad y nos hizo un símil:

Ustedes son cazadores y les han dicho que aquí hay una presa, pero la verdad, señores, es que aquí no hay ninguna presa y por ello les suplicaría que ni me pregunten ni me tomen fotografías.

La versión de Spota

Por su parte, Luis Spota ofrece su versión de aquél encuentro, pero no menciona en ella la presencia del doctor Quiroz Cuarón, sí la del detective Fernando López, al servicio de aquél.

Periodista y detective llegan al Parque Cachú, residencia del Gringo de la marañona, haciéndose pasar por burócratas chilangos dando cuenta de sus anémicas primas vacacionales. Recuérdese que se trata de un  huerta de marañonas en medio de la cual se levanta una enramada con servicio de  restaurante. Ambos optan por la comida corrida del día: arroz coronado con un huevo estrellado y costillas de cerdo en salsa ranchera. El agua fresca de marañona es gratis, por supuesto. ¡Deliciosa! Y a lo que te traje Chucha. Los dos vacacionistas empiezan por sopear a la dama que les sirve y quien resulta ser la esposa del “más buscado”. Ella, estimulada por la verborrea inquisitorial de los chilangos, no tardará en romper su propio código de silencio.

Doña María de la Luz Martínez les habla de 18 años de esfuerzo personal para levantar aquella hermosa estancia, ella y su compañero extranjero. A él lo presenta como floricultor, dedicado en cuerpo y el alma a la lectura y a sus árboles a los que cuida como si fueran sus hijos. Un chubasco repentino provoca la presencia en la enramada de “El Hombre”, en busca de refugio. ¡Es él, es él!, se dice ahora Spota con el rostro iluminado. ¡Es él, no hay duda, es él!, repite el reportero alborozado por tener ante sí al hombre que ha buscado por tantos años. Sin duda el enigma literario más hermético del siglo, se dice. 

Indios y marañonas

Spota no deja de mirarlo para grabar en la memoria la figura de aquél hombre al que  más tarde describirá: “Delgado, bajo de estatura, labios delgados, ojos azul brillante y pelo claro empezando a encanecer. La cara y el cuello muy bronceados por el sol, habla español con acento…”

El insólito diálogo en entre el cazador y su presa se produce el 17 de julio de 1948. Se  abre con los temas propuestos por el floricultor y se refieren a los árboles de anacardo que pueblan aquella estancia y a los indios de México, ambos de sus dominios plenos. Aquella guerra de inteligencias se prolongará durante cuatro horas y ninguno de los beligerantes optará por la capitulación. Será doña Luz quien declare el fin de las hostilidades verbales cuando anuncie el cierre del negocio. El Gringo de la Marañona acepta un nuevo encuentro para más tarde, incluido el tema “Traven”, confiado en que sus talentos sabrán despistar a quien sea que lo busque.

Segundo round

Spota llega a su segundo encuentro con “Mr. Misterio”, como ya lo llama el detective López, acompañado, además, por Enrique El Gordo Díaz, famoso fotógrafo de la revista Mañana. El gringo se presenta al restaurante una vez que el trío ha dado cuenta de la comida del día. Y tal como estaba pactado, Spota toca el tema de Traven a quien el anfitrión niega conocer personalmente, “tan  solo generalidades de su obra”.

–Les digo lo que yo sé sobre el tema, revela el Gringo, Traven estaría hoy mismo recluido en un sanatorio de Davos, Suiza, víctima de un padecimiento incurable. ¿Tuberculosis?, indaga Spota. No, se trata de algo más dramático, revela un Torsvan compungido. B. Traven padece de una enfermedad mental irreversible y al parecer sus médicos ya le han puesto fecha al fin de sus días. Allá deberían ir a buscarlo, en los escenarios de La montaña mágica, de Thomas Mann, les sugiere. Y me perdonan pero en este momento salgo con mi esposa: es el último día de la exhibición de la película El niño del cabello verde, en el cine Río, y no queremos perdérnosla. Claro que habrá oportunidad para un nuevo encuentro, ofrece al despedirse.

El apartado postal 49

El reportero de Mañana está convencido de que el apartado postal número 49 de la administración porteña de Correos , descubierto por el doctor Quiroz Cuarón, contiene la información definitiva para descifrar el misterio. Se entrevista con Leyvita, el burócrata encargado de la sección, quien por cierto atraviesa por apuros económicos para celebrar con bombo y platillo sus bodas de plata de casado. El reportero lo felicita afectuosamente y aquel agradece mostrándole las únicas piezas que contiene el buzón aquél día, dirigidas todas a la señora María de la Luz Martínez, como se sabe. Son tres: un informe del representante de Traven en Europa sobre saldos bancarios en Suiza; el reporte sobre las ventas de las obras de Traven en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y una misiva del cinefotógrafo Gabriel Figueroa. Este le informa sobre la salud quebrantada de su cuñada, Esperanza López Mateos, traductora y represente del escritor como sabemos.

–¡Cayó en las redes el león!, proclama el detective López, quien acaba de escuchar en una cantina  el corrido de Simón Blanco.

–¡Ahora, a esperarlo!, propone un eufórico Spota, Tiene que venir a recoger la correspondencia.

 La persecución

La emboscada al Gringo se prolongará hasta el día siguiente. Los cazadores se ubican a las afueras del Palacio Federal, sede de la oficina de Correos (hoy, Sanborns centro. Antes estuvo en una casona posterior a la parroquia de Nuestra Señora de la Soledad y ocupada más tarde por la Secundaria Federal 22). Allí esperan a que el Gringo recoja su correspondencia y cuando éste camina hacia  la casa Alzuyeta (cerrando la calzada Álvaro Obregón, hoy Cuauhtémoc), el Gordo Díaz hace los primeros disparos con su enorme cámara fotográfica. El hombre se cubre el rostro con un ejemplar del periódico Trópico que acaba de adquirir y apresura el paso casi hasta correr. El fotógrafo lo persigue pero sin lograrle el rostro.

Luis Spota alcanza al Gringo de la marañona cuando éste se ha escudado tras una de las columnas de acero de la edificación, diseñada por el francés Gustavo Eiffel (hoy sede del Colegio de Ingenieros y Arquitectos).

–¿Por qué me persiguen?… ¿ Qué les he hecho?…¡No soy un delincuente!… ¡Soy un hombre de bien!, grita un Torsvan alterado, sofocado y con grandes dificultades para respirar por el esfuerzo.

Preocupado por la salud del viejo, Spota somete a su fotógrafo para luego disculparse con el extraño. Lo toma del brazo y camina con él hasta llegar a la cantina El Dominó, de Doroteo Doroche Lobato, donde piden algo fuerte. Una vez que el hombre se ha calmado, el persecutor se presenta por primera vez como reportero. Cumple, le dice, una orden de la revista Mañana, la de descubrir la identidad del famoso escritor B. Traven. Y le cuenta: Un misterio del que escuché hablar  por primera vez siendo meritorio de la revista Así. Fue entonces cuando mi director,  Gregorio Ortega, el mismo de Mañana, me dijo: “será el mejor reportero de México quien despeje la “incógnita Traven” y hoy, señor Traven, espero haberlo logrado con el contenido del apartado postal número 49.

 ¡Ah, eso!

–¡Ah, eso!, responde el Gringo con desdén. Eso tiene su explicación en el hecho de que la firma B. Traven corresponde a un conglomerado de escritores de varias nacionalidades, ¿no se lo dije cuando platicamos en el restaurante? Un conglomerado literario del que formo parte con apenas una obra publicada. Tan solo una.

Degustada la exquisita botana servida por el propio Doroche  –cilios crujientes , tostadas de cazón y aleta de tortuga– vendrá el coñac francés que en ningún momento, según deseos del reportero, le soltará la lengua al Gringo. Para este, con su versión sobre la pluralidad del fenómeno Traven, ha quedo  liquidado el  enojoso asunto. Ahora, le dice, podremos platicar de asuntos más interesantes y para ello los invito a comer en la Marañona el viernes próximo. Allá nos vemos.