10 mayo,2018 1:40 pm

Enfermedades y tristeza golpean a tres madres indígenas de desaparecidos en este Día de las Madres

“Estamos pidiendo ayuda pero nadie nos escucha”, dice una mujer de Alcozacán y reclama, “nadie comprende nuestro dolor”. Otra mamá tiene diabetes sin posibilidades de tratarse, “así quién va a pensar en festejos”, señala.

Texto: Zacarías Cervantes
Foto: Jessica Torres Barrera
Chilpancingo, Guerrero. La señora Natividad Perales Sebastián pasará este 2018, otro 10 de mayo sin su hijo, dice, “es muy triste pasar un Día de las Madres con tu hijo desaparecido”, y suelta el llanto. A Alfredo Coapango Perales, el mayor de sus cuatro hijos se lo llevaron hombres armados el 15 de septiembre de 2014 del sitio de transporte público en Chilapa, y sigue desaparecido.
“Este 10 de mayo me la voy a pasar otra vez tristemente porque mi hijo no está”, dice con una voz bajita la mujer nahua de Alcozacán, municipio de Chilapa, mientras clava la vista en el piso, escondiendo el rostro surcado por las lágrimas. Luego, reclama: “estamos pidiendo ayuda pero nadie nos escucha”.
Dice que en más de 3 años, desde que desapareció Alfredo, lo ha estado esperando y con más ganas por estas fechas. Añade que presiente que su hijo está vivo y que “por ahí lo tienen”, pero que las autoridades no han investigado ni les han informado nada de él.
“Nadie comprende nuestro dolor”, reprocha con un difícil español. “Todas las mamás que buscamos hijos estamos tristes. Lloramos por nuestros hijos que no sabemos dónde ni cómo están”.
Natividad Perales acudió el martes con un grupo de víctimas de la violencia de Chilapa y Zitlala a la Secretaría de Salud en Chilpancingo, acompañadas por integrantes del Centro Regional de Derechos Humanos José María Morelos y Pavón (Centro Morelos), para exigir a la dependencia que cumpla los acuerdos que tuvieron el 7 de marzo con el gobernador Héctor Astudillo, para que los familiares de las víctimas reciban atención médica por los padecimientos que se les han multiplicado y complicado a consecuencia de la desaparición, o el asesinato de alguno de sus familiares.
Cuando desapareció Alfredo tenía 16 años. El 15 de septiembre de 2014 regresaba de Cuernavaca en donde estaba trabajando en la albañilería. A las 9 de la noche les avisó a sus padres que ya venía por Chilpancingo y les pidió que lo esperaran en el sitio de transporte público de Chilapa, para que no se fuera solo a su pueblo, Alcozacán.
Si madre cuenta que cuando esperaban a su hijo, aproximadamente a las 10 de la noche, llegaron dos muchachos en una moto y les preguntaron qué estaban haciendo a esa hora, ellos les explicaron que estaban esperando a su muchacho que venía de su trabajo, entonces le exigieron a su esposo que se bajara del carro, pero como se negó uno lo amenazó con una pistola.
En eso llegó Alfredo con su tío y se subieron al carro que llevaba su padre. Los dos hombres armados hablaban por teléfono, “mi esposo escuchó que preguntaron si nos llevaban a todos, y cuando uno de ellos intentó subirse con la pistola en la parte de atrás, mi esposo arrancó el carro y como a 10 metros se paró, entonces nos dimos cuenta que mi hijo se había quedado porque se bajó a pedir auxilio”.
También se dieron cuenta que su esposo estaba herido porque cuando arrancaron uno de los sicarios les disparó y una bala alcanzó a atravesar la carrocería del carro.
Llevaron a su marido al hospital y después fueron por la policía para ir por su hijo, pero cuando regresaron al sitio de las combis ya no lo encontraron, “y hasta ahorita no sabemos nada de él”.
La pareja presentó la denuncia ante el Ministerio Público, pero la indígena dice que los familiares todavía no saben nada, “a veces no podemos dormir toda la noche pensando en mi hijo, y el gobierno no nos ayuda para nada, aunque se compromete a que nos va a ayudar no nos da respuesta”.
Desapareció su hijo y su esposo
La indígena nahua María Guadalupe Tepetitlan Tolentino también pasará sola este 10 de mayo. A ella hombres armados le quitaron a su hijo José Lauro Limpia Tolentino y a su esposo Guillermo Limpia, el 25 de febrero del 2015, también en Chilapa.
Relató que ese día su esposo y su hijo trabajaban en el acondicionamiento de un terreno en Chilapa para que se estableciera allí la base del servicio de transporte que cubriría la ruta de Chilapa a su pueblo Acahuehuetlán, cuando llegaron al menos cuatro hombres armados y se los llevaron con otros dos vecinos de su pueblo.
Los tres cumplieron más de 3 años desaparecidos, a pesar de que de vez en cuando personas desconocidas le llaman por teléfono a María Guadalupe para decirle que su hijo y su esposo están vivos, pero no le dan detalles.
José Lauro apenas había cumplido 22 años y era el mayor de los dos hijos de la indígena nahua, quien para contar su testimonio se auxilió de una traductora.
Cuenta que los hombres armados se llevaron a su esposo, a su hijo y a sus dos vecinos en una camioneta del servicio público. A los pasajeros los bajaron y les dijeron: “no se preocupen, luego regresan”, pero siguen sin aparecer.
A doña María Guadalupe de vez en cuando le reavivan la esperanza personas desconocidas que le llaman para decirle algunas veces que su marido está bien y otras que su hijo, pero a más de dos años de su desaparición no ha tenido señales ni mensajes directamente de ellos.
Dice que las llamada más recientes fueron en octubre del año pasado y que fue la voz de una mujer quien le preguntó que si era su familiar José Lauro, pero ya no le dijeron más, y la mujer colgó.
Esas llamadas le dan fuerza y dice que no importa si este 10 de mayo la pasa sola, pero que desea que su hijo y su esposo regresen algún día porque la está pasando muy mal sin ellos.
Añade que presiente que su hijo está bien, y que tiene la esperanza de que va a regresar, no importa cuánto tiempo pase.
María Guadalupe presentó la denuncia de la desaparición de su hijo y su esposo en la Procuraduría General de la República (PGR), pero la dependencia federal se declaró incompetente para seguir las investigaciones del caso y lo turnó a la Fiscalía General del Estado (FGE), pero no le han informado de avances.
La madre y esposa de los desaparecidos exigió que los busquen y los encuentren vivos, “estoy preocupada, no sé dónde estarán, y así como yo estoy buscando la forma de comunicarme con ellos a lo mejor también ellos están buscando la forma de comunicarse conmigo”.
Está segura que a su hijo y a su esposo se los llevaron “nomás porque sí”, está segura de que no andaban metidos en cosas malas.
Mientras tanto María Guadalupe la está pasando muy mal económicamente, el poco dinero que obtiene cultivando su tierra y a veces alquilándose con sus vecinos, apenas le alcanza para su otro hijo de 16 años que estudia la preparatoria, dice que por él busca la forma de encontrar dinero porque no quiere que deje de estudiar.
Pero apenas el 4 de mayo otro problema se le vino encima cuando acudió a la reunión de Prospera en Xicotlán, los médicos le dijeron que tiene diabetes y el problema es que no tiene posibilidades de tratarse ni de cuidarse. Así, dice, quién va a pensar en festejos del 10 de mayo.
Iba por medicina y ya no regresó
Otra madre que pasará el 10 de mayo con su hijo desaparecido es Margarita Cruz Santos, a ella le quitaron a su hijo Roberto Santos Cruz cuando fue por medicinas a Chilapa.
Hombres armados se lo llevaron de frente a la tienda Chedraui el 30 de diciembre del 2014.
Margarita también indígena nahua lleva más de 3 años buscando a su hijo, sin indicio alguno de encontrarlo y sin la ayuda de las autoridades, a pesar de que presentó la denuncia ante el Ministerio Público del fuero común.
Roberto estaba enfermo pero el 30 de diciembre de 2014 se sintió mejor y quiso acompañar a su madre, a una tía y a su primo a Chilapa. Su madre y su tía se bajaron en Chedraui mientras él y su primo iban a la farmacia por las medicinas, pero cuando apenas se habían ido las dos mujeres hombres armados llegaron y se lo llevaron, su primo que estaba sano alcanzó a escapar.
Roberto es de El Terrero I, municipio de Chilapa, en donde por cuarto año consecutivo este 10 de mayo Margarita no recibirá la felicitación de quien era su único hijo.