22 mayo,2024 2:50 am

Esta temporada de incendios, de las más críticas desde hace 15 años para brigadistas de la Conafor

 

Chilpancingo, Guerrero, a 22 de mayo de 2024.- Dos sucesos han marcado los 15 años de servicio de Ramón Vega Tepec, brigadista de la Comisión Nacional Forestal (Conafor): la vez en que quedó atrapado entre el humo y el fuego en el cerro del Alquitrán y la actual temporada de incendios, una de las más críticas desde hace 15 años.

Las motivaciones de Ramón Vega, de 36 años, para ser brigadista fue ver a su extinto padre Mauro Vega Silva, también brigadista, trabajar en el campo, y el gusto que tiene por la naturaleza, y ciudar de las aves y las plantas.

“Veía cómo trabajaba, me llamaba mucho la atención andar en el campo”, dice.

Esta temporada de incendios ha sido una de las más arduas que han vivido los 54 brigadistas de la Conafor, 16 de ellos en la zona Centro.

La temporada que inició el 15 de enero y concluirá el 30 de junio, registra hasta este martes 21 de mayo 198 incendios forestales en la entidad con una superficie afectada de 175 mil hectáreas, entre ellas dos áreas naturales protegidas. Al menos 10 incendios están activos, de acuerdo con la Comisión Nacional Forestal (Conafor).

El 99 por ciento de los incendios han sido provocados por el ser humano, indica la dependencia federal.

La labor de un brigadista consiste en combatir incendios forestales, prevención física y cultural.

La prevención es en campo haciendo guardarrayas, brechas cortafuego en líneas negras, quemas prescritas para realizar estudios, así como capacitación a brigadas de municipios y pláticas a los comuneros para prevenir.

También realiza campañas de concientización para prevenir incendios y de cuidado en escuelas.

Las principales causas de los incendios forestales detectadas por los brigadistas son en este orden de aparición: la quema del tlacolol, que consiste en prender fuego al follaje cortado en el ejido, cuya ceniza se convierte en abono.

En esta causa, explica Ramón Vega, la ley indica y se ha recomendado a los campesinos quemar de 6 a 11 de la mañana cuando hay temperaturas bajas y poco viento.

La prevención, admite, no se cumplió debido al cambio que se realiza cada tres años de los presidentes de los comisariados ejidales. Esta temporada coincidió con el relevo de autoridades y no se pudieron realizar las pláticas a los campesinos.

La segunda causa son las colillas de cigarro que arrojan los automovilistas a las orillas de las carreteras y la tercera la caza.

“Mucha gente va al monte o al bosque y hacen fogatas, entonces no tienen ese cuidado de apagar completamente las fogatas”.

Las cifras de la Conafor indican que el 50 por ciento de los incendios se han registrado en la sierra, en los límites de la Costa Grande y la Tierra Caliente, principalmente en el municipio de Coyuca de Catalán.

—Ejidatarios de esa zona han denunciado que los incendios son causados por bombas molotov lanzadas desde el aire por medio de drones, se le plantea al brigadista.

“Esa causa no la hemos identificado porque se debe de llevar a una investigación, para eso nosotros debemos de tener pruebas e investigar para aumentarlo en la estadística que son causados por el hombre.

La Conafor, agrega, indica que el 99 por ciento de los incendios forestales son provocados por el ser humano.

“Hay otras causas principales que tenemos aquí cerca alrededor de las ciudades que es la quema de basura. Queman la basura y se sale de control”, dice.

Rutina

Ramón Vega se levanta a las 6 de la mañana, prepara su desayuno y se traslada al campamento para iniciar sus pruebas físicas de 7:30 a 9:00 horas y que constan de caminar 4.8 kilómetros en un tiempo menor de 45 minutos, además realizar cierta cantidad de sentadillas, lagartijas y barra por minuto.

Luego, en las oficinas centrales monitorean los focos de calor que indican probables incendios en la zona centro y la entidad.

Si hay una emergencia ya tienen preparada su mochila de línea que consta de un botiquín, agua, comida y lámpara. Además de su equipo de protección personal: camisolas y pantalón de algodón, guantes, casco y botas.

“Debemos estar preparados para salir a combatir incendios”.

En esta temporada la jornada de trabajo ha concluido de 10 a 11 de la noche. Si no se terminó de sofocar un incendio, regresan al siguiente día a combatirlo.

“No teníamos para donde correr”

Hace 7 años la vida de Ramón y cuatro de sus compañeros estuvo en peligro en el cerro del Alquitrán, cerca de Palo Blanco, a 45 minutos de la cabecera.

Al mediodía trabajaban en una brecha corta fuego o guardarraya y de pronto en la parte baja del cerro se activó un incendio y subió bruscamente con la pendiente y el viento.

“No teníamos para dónde correr, entonces entre el humo y el fuego no sabíamos qué hacer, no sabíamos a dónde correr”.

Lo que hicieron fue correr lo más pronto hacia abajo. Los brigadistas tiraron su equipo para poder salir del fuego y del humo, su casco se les cayó debido al viento. Ramón sufrió una caída que le lesionó las rodillas durante un mes.

Fueron tres metros los que tuvieron que atravesar brincando en medio de las llamas de dos metros de altura.

Los cinco brigadistas conformaban el flanco izquierdo, otros seis que estaban en el derecho no corrieron ese riesgo.

En esos instantes, comenta Ramón Vega, le llegaron cosas a la mente, la imagen de su familia principalmente.

“Se van a quedar solos, se van a quedar desamparados. Se siente una impotencia, te pasa rápidamente toda tu vida en la cabeza”.

Cuando se sintieron aliviados los brigadistas dieron gracias a Dios.

“Fue una de las experiencias más feas que hemos tenido”.

No resultaron con quemaduras debido al uniforme que portaban, la camisa de manga larga y pantalón de algodón.

La Conafor los prevé con seguro de vida y seguros médicos.

Otro peligro que han corrido son los piquetes de animales ponzoñosos como las alacranes, víboras, jabalí o venados en posición de ataques.

Temporada actual

En la temporada actual de incendios, los brigadistas de la zona Centro han combatido 40 incendios. Ha sido uno de los más complicados.

Otra temporada que recuerda Ramón Vega fue en 2010 cuando hubo mucha sequía y los incendios terminaron justo el 30 de junio.

“Este año también otra variante de las causas de los incendios fue la sequía del año pasado.

“Se nos complicó esta temporada, hubo mucha sequía, se acumularon muchas cargas de combustibles en los pastos”.

Advirtió que este año se prevé de nuevo sequía debido al fenómeno del Niño y la Niña que se da cuando hay mucha sequía y altas temperaturas, además de que no hay lluvia y sí mucho viento.

“Entonces dentro de un año tendremos los mismos combustibles disponibles”, alertó.

En la actual temporada el incendio que más tiempo de combate les ha llevado es uno registrado durante 20 días en marzo pasado en un ejido de Palo Blanco.

Fauna muerta

Durante las brigadas para combatir el fuego en los bosques de la zona, Ramón Vega ha visto morir a decenas de animales.

“Hemos encontrado víboras, conejos, aves que quedan atrapados por el fuego. Este año encontramos una chachalaca, por la misma densidad del humo se estrelló con un árbol y ahí murió. El fuego mata todo”.

“Los animales buscan salvarse, pero con la velocidad que lleva el fuego y el viento, la topografía o la forma del terreno es que los animales no llegan a salir. Entonces también matamos a su hábitat y mueren con ese fuego que se originó”.

También ha visto consumir árboles de hasta 20 años de vida.

En Amojileca fueron testigos de que árboles como encinos y pinos resultaron totalmente quemados. “Creo que no van a sobrevivir”.

Por último, el brigadista pidió a la población tener más conciencia del daño causado por el fuego.

“El planeta nos lo estamos acabando y el fuego es uno de los problemas más complicados porque acaba con toda la naturaleza”.

Dijo que el sector de la población que más conciencia y empeño le pone a la problemática ahora son los niños. “Son las futuras generaciones”.

Texto y foto: Luis Daniel Nava