1 octubre,2020 8:09 am

Fallece Quino, el creador de Mafalda que sembró con humor la conciencia social

CIUDAD DE MÉXICO, 30SEPTIEMBRE2020.- El dibujante argentino, Joaquín Salvador Levado Tajón, mejor conocido como Quino, creador de la tira cómica "Mafalda", murió el día de hoy a los 88 años. FOTO: ARCHIVO / CUARTOSCURO.COM

El argentino, mediante sus historietas, buscó decir a sus lectores que se debe estar “contra la explotación humana y del planeta”. Elogian moneros mexicanos la influencia y el legado del dibujante

Madrid, España, 1 de octubre de 2020. El dibujante y humorista gráfico argentino Joaquín Salvador Lavado Tejón, más conocido como Quino y creador de la emblemática Mafalda, falleció este miércoles a los 88 años en su ciudad natal, Mendoza, Argentina, según anunció su editor, Daniel Divinsky.

“Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y en el mundo lo llorará”, publicó en su cuenta de Twitter; Divinsky estuvo al frente de Ediciones La Flor, en la que se editaron las célebres viñetas de Mafalda.

Quino nació en 1932. Hijo de andaluces emigrados a Argentina en 1919, descubrió su vocación de mano de su tío Joaquín Tejón, pintor y diseñador gráfico, e inició con 13 años los estudios de Bellas Artes en su ciudad natal.

Los abandonó en 1949, decidido a dedicarse a las historietas y al humor. En 1954 publicó su primera página y, desde entonces, publicó sus viñetas, dibujos e historietas en diarios y revistas de América y Europa. Con el golpe de Estado en Argentina de 1976, Quino se exilió en Milán. En 1990 adoptó la nacionalidad española y alternó residencia entre Madrid y Buenos Aires.

Reconocido como uno de los más destacados humoristas gráficos del ámbito internacional, Quino alcanzó la fama con las tiras de Mafalda. Este personaje había nacido para una campaña publicitaria frustrada, poco después de que publicase su primer recopilatorio, Mundo Quino (1963).

La primera historieta de Mafalda se publicó el 29 de septiembre de 1964 en el semanario Primera Plana de la capital argentina. En la serie Mafalda, Quino reflejó el mundo de los adultos visto desde los ojos de un grupo de niños.

Las historias de Mafalda se han traducido a 15 idiomas y se han publicado en diarios y revistas de todo el mundo.

Recibió numerosos premios, entre ellos, el ya mencionado Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades y fue reconocido como Humorista Gráfico del Año del Salón Internacional de Montreal (1982), dos Konex de Platino de Artes Visuales-Humor Gráfico (1982 y 1992) y el Konex Especial (2012), el Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos (2000) y el Romics de Oro (Roma, 2011).

Humor crítico

Quizás el retrato más cercano de la personalidad de Quino habría que buscarlo en Felipe, uno de los personajes de Mafalda: “Tímido, amable, introvertido. Parece que anduviese de puntillas por la vida para no molestar a los demás”.

Una descripción a cargo del periodista colombiano Daniel Samper Pizano en el prólogo de Toda Mafalda, esa biblia de más de 600 páginas atesorada por los miles de lectores del genial dibujante Joaquín Salvador Lavado, un argentino que no hablaba de futbol; mendocino, de buen comer y vestir, cinéfilo y ciudadano español, hijo de andaluces.

Y un humorista que mereció una plaza con su nombre en Buenos Aires, ser analizado y publicado en Italia por Umberto Eco –quien en 1969 presentó Mafalda, la contestataria– y al que lo alcanzó la censura del régimen franquista en España, aunque mereció de esa Nación el Premio Príncipe de Asturias muchos años después, en 2014.

A través de su célebre personaje creó con sus lectores una relación afectiva, ayer sacudida por la noticia de su muerte a los 88 años debido a un accidente cerebrovascular, como también sembró una conciencia social y política.

“Basta leer Mafalda para darse cuenta qué he tratado de decir a los lectores: estar por la paz, contra la explotación humana y del planeta” respondió a Reforma en 2007 sobre cuáles eran sus causas.

En entrevista, Samper Pizano advierte que los comentarios que hacía a través de sus tiras eran de una persona progresista, insatisfecha con el mundo, donde hay explotados y explotadores y diferencias sociales y económicas.

“Eso lo creía Quino y lo manifestaba en sus historietas y también de viva voz.

“Siempre fue un hombre de izquierda, y nunca lo ocultó”, asevera el periodista, quien fuera su vecino cuando vivió en Madrid y entablaron una amistad.

La sopa que detestaba Mafalda tenía un significado político: los gobiernos que hay que tragarse a diario, sobre todo en la época de las dictaduras en América Latina.

El personaje nació para una campaña de una nueva línea de electrodomésticos Mansfield de la empresa Siam di Tella. Querían una historieta que combinara el estilo Peanuts con Blondie (Snoopy y Lorenzo y Pepita, en México) para publicitar los productos de forma encubierta.

Todos los nombres de los personajes deberían comenzar con la letra M. Quino tomó el nombre de una niña llamada Mafalda que había visto en la película argentina Dar la cara, de José Martínez Suárez.

La campaña no se hizo ni los productos Mansfield salieron al mercado, pero ella, ya hecha historieta, nacía el 29 de septiembre de 1964, cuando Quino ya vivía en Buenos Aires, en la revista Primera Plana. Eran los años 60; la década de Los Beatles, La dolce vita, John F. Kennedy, el Che Guevara y Juan XXIII, como refiere el colombiano.

Mafalda y sus amigos son, en palabras de Samper Pizano, el “genial revulsivo” de nuestra tranquilidad, que iba al fondo de las cosas, y podía ser leída tanto en Argentina como en el Reino Unido.

“Lo que más llega es la capacidad de Quino para ahondar en los personajes, en la relación de ellos. Es un (Jorge) Ibargüengoitia que dibujaba en vez de escribir”, sentencia.

Como lo plantea en el prólogo a Toda Mafalda, supo crear un mundo con sus personajes, de los que había que preguntarse si en realidad eran niños: “O si lo que ha hecho Quino es albergar en cataduras infantiles ciertas reflexiones, angustias, ternuras y alegrías sin edad”.

Durante 10 años dibujó la historieta, hasta junio de 1973. La resucitaría después sólo en ocasiones para causas nobles, como campañas de Unicef o de higiene dental, pero jamás aceptó ofertas comerciales.

La huella de Quino se ha dejado sentir en las generaciones de historietistas y moneros que le sucedieron.

En México, Bernardo Fernández Bef reconoce una deuda con la “obra monumental” del dibujante argentino por parte de él y de sus colegas en activo en América Latina.

Después de Mafalda dedicaría los siguientes 40 años a explorar el medio, resalta el mexicano, con un humor bastante “agridulce” y momentos prodigiosos de su narrativa gráfica.

“Power Paola, Liniers, Montt… Todos le hemos robado algo a Quino, desde su dibujo aparentemente sencillo, que en realidad tiene un gran complejidad, hasta sus mecanismos de humor, sus estrategias narrativas”, dice Bef, quien descubrió muy chico su vocación leyendo la tira cómica más célebre del argentino.

Un maestro al que coloca a la altura de Osamu Tezuka, en Japón; Hergé, en Bélgica, o Albert Uderzo, en Francia. Uno de sus héroes del cómic, en definitiva.

El también mexicano José Trinidad Camacho Trino, se reconoce como hijo del argentino. Gracias a él, asegura, halló su vocación.

“Sus tiras están hechas con una genialidad a prueba del tiempo”, comparte el historietista, quien atesora una fotografía de finales de los años 80 junto al argentino y a Rius, dos de sus héroes, junto a Sergio Aragonés.

Un día Quino supo que en México se hizo una tira apócrifa en la que Mafalda muere atropellada por un camión de sopa y le dijo a Trino: “Sólo ustedes los mexicanos hacen ese tipo de cosas”.

Hacia el final de su días dejó de dibujar, con la vista afectada por glaucoma. Había vivido con su esposa, Alicia Colombo, entre Milán, Madrid, París y Buenos Aires, pero al final de su días, por su salud, su capacidad para desplazarse se vio limitada.

Era un hombre que sabía apreciar lo gracioso y lo ejercía dibujando, y que podía ser como el tímido Felipe, pero también capaz de lanzar las dolorosas e incisivas preguntas de Mafalda.

“El humor es el azúcar que se pone a este papel existencial que Quino supo preparar y analizar”, finaliza Samper Pizano.

Texto: Europa Press / Agencia Reforma / Foto: Cuartoscuro