14 agosto,2019 4:47 am

Guerrero y los 25 años de Tlachinollan

Maribel Nicasio González
 
En Guerrero, el Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, un organismo civil fundado en 1995 con asiento en la cabecera de la región de la Montaña, Tlapa de Comonfort, cumplió 25 años, ¿qué significa esto?
La ciudadanía, particularmente la indígena, ha tenido la fortuna de contar con una instancia que se pone de su parte en una entidad donde el racismo se manifiesta a través de las políticas públicas racializadas, lo que explica que a seis años de los meteoros Ingrid y Manuel, el Consejo de Comunidades Damnificadas de la Montaña continúa en lucha; junto con el Consejo de Jornaleros Agrícolas de la Montaña y los actuales demandantes de fertilizante. Los nauas, na savi, m’e phaa y ñomndaa han contado con el apoyo interdisciplinario de jóvenes guerrerenses, y oriundos de distintas partes de México y el mundo, interesados en contribuir a paliar la violación de sus derechos humanos desde el derecho, la psicología y la educación, en el contexto de profunda pobreza, que hoy coloca a Guerrero en el segundo lugar en pobreza a nivel nacional, según el Coneval.
En este periodo, la necesidad de un acompañamiento y apoyo jurídico ha dado lugar a que vecinos de municipios de otras regiones guerrerenses acudan a Tlachinollan, entre ellos ecologistas de la Costa Grande; comuneros de Carrizalillo, el Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa La Parota (Cecop) de Acapulco; padres y madres de los 43 normalistas detenidos-desaparecidos de distintos municipios, entre otros. La experiencia de Valentína Rosendo Cantú, quien por 10 años ha luchado, teniendo que salir de México para encontrar justicia, es uno de los mejores ejemplos de acompañamiento.
El trabajo de asesoría jurídica y de interlocución directa con los actores sociales vulnerados, le ha dado a Tlachinollan un posicionamiento y credibilidad a nivel nacional e internacional, por el cual es un referente de consulta para la sociedad civil organizada e instancias internacionales como los distintos comisionados de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, refugiados y desplazados; o grupos de trabajo, como el de asuntos indígenas.
El trabajo de documentación de casos de comunidades es otra línea de trabajo fuerte, abonando a presentar la situación que guardan los temas de salud, educación, migración, minería, matrimonio forzado, derechos políticos, entre los temas más destacados. Es un trabajo fino que implica una interlocución directa, donde el diálogo, la empatía, la interculturalidad e interdisciplina, han sido las herramientas de trabajo que validan y respaldan lo dicho y hecho por Tlachinollan.
La formación de activistas ha sido, sin querer, otro aporte de Tlachinollan. Tanto las y los líderes comunitarios, como jóvenes estudiantes o profesionistas, después de colaborar y conocer la situación por la que atraviesa la población, no son los mismos; retornan a sus lugares de origen con la experiencia del acontecer guerrerense y de México, marcados con una impronta forjada a partir del dolor, la rabia, el coraje, el valor, el trabajo, la perseverancia y la esperanza. Esta formación se construye con múltiples saberes y sentires, que ha logrado atender los problemas y retos que se presentan.
Estos logros del Centro de Derechos Humanos de la Montaña, Tlachinollan, de lo que da cuenta, es del caciquismo, la corrupción, la negligencia; la ausencia de un Estado de derecho, de la falta de respeto a los derechos constitucionales y los derechos humanos. Esto logros son la medida del trabajo que el Estado ha dejado de hacer, de todo lo que falta para contar que cuente con la credibilidad que la ciudadanía necesita en estos tiempos funestos.
Los retos son muchos, y Tlachinollan, a la par de las otras organizaciones defensoras de derechos humanos, son las encargadas de decirle al mundo lo que realmente acontece en Guerrero, como la contraparte del discurso oficial.
Gracias a Tlachinollan por su trabajo, su solidez, fortaleza y compromiso con la ciudadanía guerrerense.
* Profesora-investigadora de la Escuela Superior de Antropología Social de la UAG, con trabajo en la región de la Montaña de Guerrero en relación con la procuración de justicia y designación de autoridades en los pueblos originarios