EL-SUR

Sábado 11 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

2016-2017

Eduardo Pérez Haro

Diciembre 27, 2016

Para Germán de la Vega.

Todo indica que lo único bueno de 2016 es que ya termina, ahora tendremos que prepararnos para enfrentar 2017 que advierte no ser mejor sino al contrario. Nuestra suerte deriva de lo que se suceda en el mundo y lo que haga nuestro gobierno, y nosotros todos, aunque los márgenes de maniobra parecen muy reducidos. La otra cuestión es levantar la vista para alcanzar a mirar más allá del próximo año.
En el mundo las principales fuerzas se mueven, por un lado, dándole mantenimiento a su disputa general por la supremacía que se reconoce como una disputa entre Occidente y Oriente fundamentalmente cifrada entre Estados Unidos y China (sin perder de vista a Rusia) y sus respectivos aliados y que se libra bajo las formas de la guerra y la confronta económico-financiera en los escenarios de zonas estratégicas por la energía, los recursos naturales, la logística del comercio y las áreas de inversión, y por otro lado, en el reordenamiento de sus estrategias de crecimiento y desarrollo que vienen sufriendo estragos, prácticamente, desde hace una década, muy abierta y puntualmente, a partir de la crisis financiera de 2007-2008 que tuvo su epicentro en los Estados Unidos.
Las mega empresas trans y multinacionales, de los sectores financiero, industrial y comercial, que subyacen en el trasfondo de los estados nacionales y de los mismos organismos multinacionales, se reconocen en dificultades por elevado endeudamiento (2/3 de la deuda total del mundo), por la sobreacumulación de valor accionario amenazado por el abatimiento en la dinámica de generación de nuevos productos y por los límites obligados de continuar por la vía de la ayuda monetaria que se traduce en mayores desequilibrios por círculos viciosos de deuda e inflación.
De ahí el incremento en las tasas de interés y no el ardid macroeconómico de mejoría en el empleo, el salario y el crecimiento de Estados Unidos, si así fuera no habría por qué perfilarse en un giro de la estrategia económica para apuntalarle desde el desarrollo interior como se advierte en las determinaciones de las principales economías del mundo y que ahora se observa en el trazo temerario de Donald Trump. Digámoslo puntualmente, el cambio en las estrategias de las principales economías protagonistas de la globalización responde a que ésta no responde a sus requerimientos de rentabilidad y expansión.
Hay una crisis de sobreacumulación de ganancias, que tiene como contrapartida el endeudamiento, la sobrevaloración accionaria, y el exceso de dinero con relación al nivel de producción de bienes y servicios aunado a la contención de nuevos productos por la acción defensiva de los monopolios. Mucho valor nominal centralizado y pocas mercaderías con lo que no sólo se bloquean los mercados, sino que dejan sin opción a la inversión, a esto es a lo que hemos llamado entrampamiento financiero y congestión productiva como expresiones de una olla de presión global que, de no encontrar una válvula de escape, habrá de estallar más temprano que tarde (ya va, al menos, una década que se viene pateando el bote de la crisis, pero aún nada que corrija sus causas).
Mientras tanto nadie debe suponer “incertidumbre” sobre esta reorientación económica de las principales economías del mundo y particularmente de Estados Unidos como lo expresa el Banco de México (boletín de prensa emitido el 15 de diciembre, a propósito de la determinación de la Junta de Gobierno de ese organismo de incrementar las tasas de interés). No hay duda de que la economía norteamericana tratará de sobreponerse a su prolongado marasmo por la vía del desarrollo interno y en México nadie debe dudar sobre sus duras implicaciones.
La tendencia descendente del ritmo de crecimiento económico de las principales economías del mundo, el desmesurado endeudamiento privado y público, los fenómenos contenidos de deflación e inflación y la menguante inversión productiva, son algunos de los indicadores que dan debida cuenta de las dificultades que registra el mundo globalizado que no quiere decir que no tenga salida, pero lo que sí quiere decir es que sus principales actores se niegan a destruir sus sobreganancias virtuales (deuda, valor accionario y condición monopólica) y regresar humildemente al mundo real. De ahí la renuncia a descansar exclusivamente en la ayuda monetaria en la que se han recargado los últimos ocho años y la intentona de ir al desarrollo del mercado interior como nueva posibilidad, más no le auguramos suerte plena mientras se libre sobre la base de no registrar pérdidas ni ceder espacio a la competencia, el trabajo y la emergencia de los productos derivados de las tecnologías alternativas que están siendo confinadas.
Es una discusión de la mayor importancia a la que no estamos invitados que no sea bajo las faldas de Estados Unidos. Consecuencia directa de nuestros rezagos acumulados por la incapacidad adquirida de nuestra sociedad ante el imperativo corruptocrático de nuestros sucesivos regímenes de gobierno desde tiempos remotos sin demérito del gobierno en curso que se fue con la finta del sueño norteamericano, ahora en recomposición para mal de nosotros que hemos quedado a la cola y expuestos a salir disparados por un coletazo.
Para 2016 el Banco de México destaca en el citado boletín, que “…el balance de riesgos para el crecimiento (económico) siguió deteriorándose.” Mientras que “Se considera que el balance de riesgos para la inflación ha seguido deteriorándose.” Y por consecuencia plantea que para contrarrestar las presiones inflacionarias adicionales y (…) tomando en cuenta el incremento de 25 puntos base para la tasa de referencia de la Reserva Federal de Estados Unidos, la Junta de Gobierno ha decidido incrementar la tasa de interés Interbancaria a un día en 50 puntos base, para ubicarla en 5.75 por ciento”. Cinco días después, el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade Kuribreña, agregó que “los fundamentos de la economía mexicana permiten al país contar con el anclaje necesario para enfrentar el estrés de los mercados internacionales y el entorno de incertidumbre mundial”.
En resumen, un inservible bla bla bla, reiteración de que estamos preparados para enfrentar la adversidad aunado al incremento del costo del dinero y de los precios de los productos todos, empezando por la gasolina con la que se movilizan todos los productos que usted y yo necesitamos. O sea, una declaración hecha desde el terreno de la negación. Se dice una cosa, pero en realidad es otra o, para no faltar a la verdad, dicen ambas cosas a la vez. Empero, la realidad es sólo una. El mundo con explícita determinación se reordena en sus principales economías para darse una oportunidad interna tomando a nuestra burocracia por sorpresa y dejándonos colgados de la brocha del comercio exterior en la que nos embarcamos con absoluto descuido del frente interno. Mas no vaya usted a creer que para México es tan sencillo decir lo que las potencias determinan para su nueva etapa, pues México no cuenta con las bases de infraestructura, tecnología, capacidad de la mano de obra, formas modernas de organización del trabajo, solvencia financiera, vinculación de mercados y marco jurídico para llevarlo a cabo.
Preguntemos qué de esto está cubierto con las mentadas Reformas Estructurales. Pues nada.
El año 2017, nos introduce a un escenario muy complicado acicateado por la frivolidad del gobierno de México que no alcanza a ver otra cosa que no sean las elecciones del Estado de México como preámbulo de las elecciones federales de 2018. Y si no ha tenido miras para adentrarse al diseño de estrategias acordes a la superación de las insuficiencias nacionales y al sentido de los problemas y cambios del mundo global, no se puede esperar que los tenga para transformarse en un adalid democrático para construir las fuerzas de la resistencia y el debate de la condición nacional hacia este futuro próximo en los planos interno y externo.
Mas, por ahora, no hay muchas vías, habrá que intentarlo con una convocatoria a la movilización social tras una correcta interpretación del qué hacer, no sólo alrededor de la denuncia y el reclamo sino de una consistente ingeniería económica y política para la sucesión gubernamental.

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