Raymundo Riva Palacio
Octubre 18, 2017
Las encuestas en El Financiero y El Universal publicadas este lunes muestran al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, como el priista mejor evaluado para ser candidato a la Presidencia de ese partido. A Osorio Chong, quien revivió como precandidato por su trabajo durante los sismos de septiembre, parecen pintarle muy bien las cosas, salvo por lo que la Casa Blanca piensa de él, aunque indirectamente por ahora, por la crisis de seguridad, donde el incremento en la violencia ha fortalecido la idea del presidente Donald Trump para levantar una barrera entre los dos países. “México está teniendo un momento difícil en cuanto al crimen”, dijo Trump este lunes. “Más que nunca, necesitamos el muro”.
Trump reunió a su gabinete el lunes, y ratificó su creencia de que México es un país sin leyes, por lo que se requiere incrementar la seguridad fronteriza. “Tenemos muy buena relación con México, pero hay muchos problemas allá”, agregó al insistir que pese a las intensas relaciones bilaterales, necesitan aislar a Estados Unidos del narcotráfico y la violencia criminal. Las palabras de Trump reforzaron la declaración del jefe de Gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, quien afirmó la semana pasada que definitivamente se requiere una barrera física entre los dos países.
El tema de la seguridad en México está descontrolado, que es lo que estimula la narrativa en Estados Unidos sobre un Estado fallido, en donde la autoridad entregó territorio y control a grupos criminales. La Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública del Inegi, estima que en 2016 hubo 23.3 millones de víctimas por un delito, lo que representa una tasa delictiva de 28 mil 202 víctimas por cada 100 mil habitantes. No se trata sólo de percepciones. En este espacio se registró que durante los primeros 54 meses del gobierno peñista, el número de homicidios dolosos denunciados llegó a 83 mil 209. En comparación, en ese periodo, en el gobierno de Calderón hubo 70 mil 693.
La cifra en el actual gobierno puede ser mayor por la cifra negra, que son los delitos no denunciados, o por variables en la medición. Una de estas es que si no está identificada la persona asesinada, no se contabiliza. Otra es que a diferencia del pasado, ya no se cuantifica el número de víctimas de manera individual en cada averiguación previa, sino suma a una sola en cada expediente. Aun así, según las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante el sexenio de Peña Nieto se denunciaron en ese periodo 12 mil 516 homicidios más que el total de denuncias en el gobierno de Calderón, lo que representa un incremento de 17.7 por ciento en lapsos asimétricos.
El argumento de Osorio Chong es que el repunte en la violencia es por ineficacia de gobiernos estatales y municipales. Es cierto que la debilidad institucional genera altos índices de delincuencia, pero el problema no es nuevo y, sin embargo, no lo atacaron. Desde el principio del gobierno de Peña Nieto, dijeron que todo se circunscribía a una mejor coordinación en el gabinete y a una estrategia de prevención. Mejoró la coordinación pero no funcionó la prevención. La simplificación del diagnóstico produjo una estrategia de seguridad equivocada, que se colapsó en 2015, cuando la criminalidad retomó su paso y produjo una violencia inédita.
El gobierno reaccionó con planes y decálogos sin sustento en políticas públicas, y discursos que se reciclan. Tres veces, por ejemplo, anunció un plan de seguridad para Guerrero, pero las cifras de criminalidad van a la alza. Osorio Chong anunció que hablaría con los gobernadores para diseñar estrategias que permitieran el retiro gradual de las Fuerzas Armadas de sus estados, mientras se reforzaba la seguridad en los más vulnerables. Nunca hizo nada. Sus fallas y omisiones, buscando responsabilidad en terceros, fueron adoptados por el presidente Peña Nieto, quien niega errores en la estrategia federal y achaca el incremento de la violencia a gobernadores y alcaldes.
Al no ejercer una autocrítica, el diagnóstico y la solución son equivocados. Peña Nieto no está enterado de la verdadera situación de inseguridad en el país, como lo puede atestiguar cualquier persona que haya platicado con él sobre el tema. Está engañado sobre lo que su secretario de Gobernación hizo y deshizo. La ignorancia sobre las deficiencias de Osorio Chong, ocultas por la urgencia para resolver la inseguridad y la forma como lo vio operar durante los sismos, se encuentran entre las posibles variables que llevaron a que lo volviera a ver como candidato a la Presidencia.
Las declaraciones en Washington, sin embargo, debían llamar su atención, y preguntarse si Osorio Chong es realmente la opción que tiene para sucederlo. Difícilmente lo hará, porque en las últimas semanas, entre los asesores externos a los que ha recurrido Peña Nieto para pedirles su opinión, se encuentran algunos que arrancaron el sexenio en el gabinete de seguridad y son en parte responsables del desastre en la política de seguridad pública por sus equivocados consejos. Es decir, pide asesoría a quienes lo hundieron en la materia.
Osorio Chong, sin embargo, puede sentirse seguro. Su jefe no tiene las herramientas para medirlo adecuadamente y lo puede mantener viviendo en el error analítico, que lo lleve a considerar, como lo ha dicho a sus interlocutores en México, que lo que piensan en Washington es erróneo, que lo que han hecho en su gobierno es lo correcto y que van por buen camino, aunque los muertos continúen creciendo en su país.
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