Iniciamos el año 2023 metidos de lleno en el deporte favorito del país que no es el futbol sino la sucesión presidencial. Aunque la elección no será sino hasta el 2 de junio del 2024, será a lo largo de este año en que se decidan las candidaturas de los partidos políticos.
La Federación del Mal (no puede llamársele ya Alianza Opositora a ese conjunto de intereses corruptos), comandada por Claudio X. González lejos de avanzar, retrocede ante el nuevo pleito interno con el dirigente nacional del PRI al que incluso varios dirigentes nacionales han desconocido. El PAN navega sin rumbo y ha tributado al PRI las plazas de Coahuila y el Estado de México al PRI a cambio de no sabemos qué acuerdos oscuros. El PRD no es sino un grupúsculo de “dirigentes” cuyo objetivo para el 24 es mantener el registro nadando como rémoras atrás de algún tiburón de buen tamaño.
La Federación del Mal ahora intenta anotarse logros ajenos como éxitos propios. Para ellos una victoria es que Morena no alcance mayoría calificada en el Congreso. Para ellos es una victoria que los ministros de la Corte nombren a una y no a otra magistrada. Para ellos un accidente en el Metro de la Ciudad de México es motivo de júbilo y no de empatía.
Decían que Biden vendría pero que no aterrizaría en el nuevo aeropuerto Felipe Ángeles. Se equivocaron. Se quejaban del operativo fallido para capturar a Ovidio Guzmán y ahora se quejan del operativo exitoso. No querían los abrazos y ahora no quieren los balazos.
La Federación del Mal ahora apuesta a la división en Morena. Apuestan a intentar decidir cuál es su candidato favorito. Como saben que van a perder pretenden decidir contra quién lo van a hacer. Sin embargo se quedarán esperando porque de este lado estamos claros que lo más importante es el proyecto no la persona que lo encabece. Por eso es importante observar qué personajes apoyan a los diferentes aspirantes. Dime con quién te juntas y te diré quién eres. Hay sumas que restan. Los socios del viejo régimen están ya alineados con una de las opciones y que representaría no solo una regresión sino una restauración del viejo régimen. Esta opción es simplemente inviable. La disputa real es entre dos. De esa mujer y ese hombre saldrá quien encabece a nuestro movimiento y entre nuestros grupos no existen mayores diferencias.
Morena llegará fortalecida al 2024 seguramente con la gubernatura del Estado de México, el más importante en tamaño y peso electoral, bajo el brazo y con un gobierno a todo vapor cosechando los resultados de los primeros años de siembra.
Será de vital importancia la operación que se realice a nivel local para poder construir consensos y curar posibles heridas.
Morena debe de ser un espacio donde quepan todas y todos. Ningún grupo deberá comerse rebanadas de pastel que sean superiores a su verdadera representación.
Será necesario apoyar a los gobiernos estatales y municipales porque son la primera ventanilla de atención a la gente. Sin alcaldesas y alcaldes eficaces y sensibles, Morena podría llevarse más de una sorpresa.
Caso aparte es el de la Ciudad de México que en diciembre del año pasado cumplió 25 años, un cuarto de siglo, gobernada por la izquierda. Es natural que aunque la jefa de Gobierno tenga buena aceptación a su trabajo, el desgaste se haga presente y se prendan las alertas. En la Cdmx tenemos que llevar una candidata o candidato que garantice la competitividad y el triunfo. No podemos arriesgarnos a poner a “quien sea” porque no tendremos el efecto de Andrés Manuel y corremos el riesgo de perder nuestro principal bastión.
El año 2023 será muy interesante e intenso en lo político. Algunos columnistas desesperados, acostumbrados a vivir lujosamente a costa del erario, deambulan erráticos inventando teorías descabelladas basadas en “fuentes de Palacio Nacional” pretendiendo la idea de que el presidente está desesperado en el último tramo de su gobierno. Nada más falso. El presidente camina con paso firme siempre pegado al suelo trabajando con responsabilidad y sentando las bases de la Cuarta Transformación Nacio-nal.