Octavio Klimek Alcaraz
Noviembre 12, 2022
La 27 Conferencia Mundial sobre el Clima se lleva a cabo en la ciudad portuaria de Sharm El-Sheikh, Egipto, en la Península del Sinaí a orillas del Mar Rojo. El nombre oficial de la conferencia es vigésimo séptima sesión de la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), o más simple por su acrónimo COP27. Así como cada año, los estados que firmaron la CMNUCC hace 30 años en 1992, se reúnen para la cumbre de política climática más grande e importante del mundo. Aunque la primera conferencia mundial sobre el clima, COP1, tuvo lugar en Berlín en 1995.
La conferencia ha iniciado el pasado domingo 6 de noviembre y se tiene prevista su conclusión el próximo viernes 18 de noviembre. En la conferencia participan 197 países. Entre los 35 mil asistentes registrados para participar en esta cita, los activistas por acabar con el uso de los combustibles fósiles causantes del cambio climático han identificado 636 personas que están directamente afiliadas a corporaciones de combustibles fósiles, incluidas Shell, Chevron y BP o que acuden como miembros de delegaciones como Emiratos Árabes Unidos o Rusia, que junto con otros 27 países actúan en nombre de la industria de los combustibles fósiles. Es decir, existe una indudable influencia real de la industria de los combustibles fósiles en las conversaciones sobre el clima.
La COP27 también se conoce como la “COP africana”. La última conferencia climática de la ONU que se celebró en el continente africano fue en 2016, en aquel entonces en Marruecos. Se esperaría que la realización de la COP27 también ofrezca a Egipto la oportunidad de presentarse como un país con ambiciones de protección climática. Dado, que hasta el momento es uno de los mayores exportadores de gas natural fósil de África.
Las principales críticas a Egipto como anfitrión de la conferencia climática de la ONU se basan principalmente en la situación de los derechos humanos. Se estima que al menos 65 mil presos políticos se encuentran actualmente en Egipto, según estimaciones de la Red Árabe para la Información sobre Derechos Humanos. Amnistía Internacional señala que el país ocupa el tercer lugar en el mundo por el número de ejecuciones. Algunos observadores y expertos cuestionan si una conferencia exitosa es posible bajo un régimen tan represivo. Las protestas durante la cumbre sólo deben permitirse en las áreas designadas del sitio de la conferencia para los participantes registrados. Una de las causas de la no asistencia de figuras juveniles contra el cambio climático como Greta Thunberg.
En las conferencias climáticas tratan los negociadores de los países representados de detener el calentamiento global y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y tratan aspectos específicos. Así, la COP27 ha sido catalogada como la conferencia de la implementación. Siendo el principal slogan de la cumbre “Juntos por la implementación”. La comunidad internacional debe desarrollar reglas y mecanismos sobre cómo se pueden cumplir las promesas hechas en conferencias anteriores. Las palabras deben ser seguidas por hechos, los acuerdos y las promesas deben convertirse en proyectos y programas, según el sitio web de los anfitriones.
En consecuencia, la COP27 el foco de las negociaciones será la aplicación práctica de la eliminación gradual del carbón, el gas y el petróleo, que se decidió en el pacto climático de Glasgow en la última conferencia sobre el clima en 2021. Además del llamado a eliminar gradualmente el carbón, el pacto climático acordado también exige la abolición de los subsidios “ineficientes” para el petróleo, el gas y el carbón.
Debe recordarse, que las Naciones Unidas son simplemente una federación de estados nacionales soberanos; no existe una autoridad mundial superior que pueda determinar las acciones contra el cambio climático. Es por eso que el Acuerdo de París estipula que cada país presente regularmente sus compromisos individuales de protección climática, las llamadas Contribuciones Nacionales Determinadas o NDC, por sus siglas en inglés. Sin embargo, en las semanas previas a la COP27, sólo 24 países habían presentado la progresividad de sus NDC, y sólo Australia ha aumentado significativamente sus ambiciones. Se ha comprometido a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 43 por ciento respecto a los valores de 2005 para el año 2030. Las NDC en su conjunto son claramente insuficientes para reducir los impactos adversos del cambio climático.
Según el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), las emisiones globales deberían alcanzar su punto máximo en 2025 a más tardar. Pero con los compromisos hasta ahora logrados, seguirán aumentando hasta 2030. El mundo se dirige actualmente hacia un calentamiento global promedio de 2.8 grados centígrados. Cerrar aun más esta brecha se considera una tarea continua; es cuestionable si se lograrán avances en la COP de este año.
En los últimos años, sin embargo, la adaptación a las consecuencias de la crisis climática también ha jugado un papel cada vez más importante. En cada conferencia, se negocian las piezas individuales del rompecabezas de esta tarea, tal vez demasiado lento ante la emergencia climática.
Por ello, en el período previo a la cumbre, muchos estados abogaron por centrarse en la cuestión del finaciamiento. Los países menos desarrollados en particular, que ya están sufriendo masivamente los efectos del calentamiento global han estado esperando durante años medios financieros para la protección y adaptación climática y pagos de compensación por pérdidas y daños.
Pérdidas y daños se refiere al hecho de que la crisis climática está causando destrucción en muchos países, algunos de los cuales no se pueden revertir. Estos incluyen las consecuencias de eventos climáticos extremos como sequías, tormentas o inundaciones, o la pérdida de territorio nacional debido al aumento del nivel del mar. Los países y las personas más pobres y cuyo estilo de vida contribuyen muy poco a las emisiones globales suelen ser las más afectadas.
Por lo tanto, las negociaciones sobre pérdidas y daños se refieren principalmente a una especie de compensación de los países industrializados, principales responsables del cambio climático a los países más pobres, para compensar al menos financieramente este daño. Los estados afectados han estado exigiendo esto desde hace décadas, pero no hay un mecanismo puntual sobre ello, en donde se establezcan reglas formales y un cronograma sobre cómo se deben financiar las pérdidas y los daños. Pocos esperan una pronta resolución, porque Estados Unidos y otros países de rentas altas se han opuesto a conceder lo que, según ellos, podría ser un cheque en blanco para financiar cualquier tipo de daño climático en el futuro. Sin embargo, puede que en la cumbre se cree un nuevo mecanismo para proporcionar ayuda financiera cuando se produzcan catástrofes climáticas específicas. Las pérdidas y daños son sólo un aspecto de una amplia discusión de cómo lograr la adaptación climática de los países más pobres y vulnerables. Esta pregunta se considera una de las más centrales de esta COP27.
La crisis climática cuesta mucho dinero, y se vuelve más cara con cada décima de grado de calentamiento. Ya en 2009, los países industrializados se comprometieron a proporcionar a los países más pobres 100 mil millones de dólares estadunidenses al año a partir de 2020 para financiar medidas de adaptación y protección climática. Pero estos países no han cumplido con su compromiso. Incluso si el objetivo se logrará el próximo año, a partir de 2025 la suma ya debe aumentar significativamente. Según la ONU, se necesitarán hasta 300 mil millones de dólares estadunidenses al año a partir de 2030 sólo para adaptarse a las consecuencias del cambio climático, por ejemplo, para represas contra inundaciones o para sistemas de alerta temprana. En la COP27, por lo tanto, se está discutiendo un nuevo objetivo de financiación a partir de 2025, que debería basarse en las necesidades reales del Sur Global, mejorando las reglas de inversión para garantizar que los recursos se gasten para dichos propósitos. Sin embargo, los negociadores no esperan un acuerdo hasta el próximo año en la COP28.
Las señales para esta COP27 no son realmente favorables. Muchos jefes de estado están realmente ocupados en otros lugares. La atención pública está dominada por la guerra de Rusia contra Ucrania, el aumento de los precios de la energía y los alimentos, una recesión económica, la pandemia del coronavirus y sus consecuencias. Además, existen crecientes tensiones geopolíticas, no sólo entre Rusia y Europa, sino también entre China y Estados Unidos. Por lo tanto, es poco probable que las negociaciones sean fructíferas del todo.
Al mismo tiempo, la COP27 está más claramente influenciada por catástrofes climáticas extremas que casi cualquier otra conferencia climática anterior. Cuanto más aumente la temperatura global promedio, más probables serán las olas de calor, las inundaciones, el derretimiento de los glaciares y los incendios forestales. El cambio climático ya está teniendo consecuencias catastróficas en todo el mundo. Ninguno de los participantes pueden ignorar las inundaciones devastadoras en Pakistán o en Nigeria, las sequías en partes de África, las olas de calor en Europa y en partes de Asia. No se puede descartar que estas catástrofes le den una nueva urgencia a las negociaciones.
A diferencia de algunas COP anteriores, no hay objetivos concretos y claramente formulados en Sharm El-Sheikh que deban estar al final de las negociaciones. Tampoco está claro si habrá un documento final conjunto. Incluso si los negociadores logran avances en el tema de la financiación, no será fácil transmitirlo como un éxito. Si las naciones industrializadas no asumen compromisos sustanciales sobre el tema de pérdidas y daños, muchos participantes considerarán que la COP27 es un fracaso.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, advirtió en la ceremonia de apertura de la COP27 “Cooperar o perecer”, y agregó que “el fracaso en resolver el cambio climático es un pacto suicida colectivo”.
En conclusión, cada año da la impresión, que en las COP de cambio climático se malgastan sus negociadores tanto en los detalles, que se pierde de vista el objetivo principal, que es eliminar la enorme adicción a los hidrocarburos de una parte importante de la humanidad, causante de las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático.