Silvestre Pacheco León
Abril 04, 2022
En un ameno encuentro de personal de la Sociedad Protectora de Animales de Zihuatanejo con sus colaboradores se festejó el 40 aniversario de la asociación familiar que trabaja sin fines de lucro para la protección de los animales y por el respeto a sus derechos.
El festejo sirvió también para recordar a su fundadora doña Helene Krebs Posse (1927- 1997) quien heredó a sus hijos el amor y el compromiso de trabajar para la protección de los animales.
La celebración tuvo como escenario el corredor de la Casa Marina la cual se ha convertido en un referente local como sede de los grandes movimientos sociales que se han producido en el puerto.
En ella funcionó primero como refugio de animales de la Sociedad Protectora y después como lugar permanente para la esterilización de mascotas cuando sus miembros llegaron a la conclusión de que ese método radical era el indicado para evitar que su reproducción desborde el equilibrio de los que nacen y mueren convirtiéndose en problema de salud para la sociedad.
Cristina y Natalia Rodríguez, ambas hijas de doña Helena platican la historia de cómo la familia se involucró de tal manera al cuidado de los animales que ahora son el sostén más sólido de esta organización independiente que se cuenta entre las más longevas del país.
Recuerdan que desde niños vivieron siempre muy cercanos de los animales. En su casa nunca faltaron los perros, ni los gatos. Toda clase de animales domésticos y salvajes que necesitaban de cuidado y alimento llegaban a su casa por diferentes vías.
Unas veces los llevaban vecinos que sabían de la bondad de la señora extranjera, otras veces eran los propios miembros de la familia quienes recogían a los perros y gatos en situación de vulnerabilidad. Al llegar a su casa en vez de ser reconvenidos por su madre por llevar más animales qué cuidar y alimentar, les reconocía su afecto y buen corazón con una caricia de “bonita niña gracias por traer al gatito abandonado”, les decía.
Las dos hermanas relatan que el día en que murió el mecánico vecino de su casa la mayor preocupación de la familia era el futuro de los seis perros que mantenía, los cuales fueron recogidos sin falta con aquella idea de que donde come uno pueden comer dos.
Para alimentar a tantos animales los hermanos recogían en el muelle los pescados que por su calidad eran desechados, recuerdan que lo menos agradable era quitarles las espinas, después de cocidos, y que como todos se peleaban por la comida idearon encerrarse en el baño para servirles en sus trastes.
Cada una de las hermanas y hermanos, hijos de doña Helena tenían sus propios animales a los cuales designaban con los nombres que a cada quien se le ocurría, y con frecuencia competían a ver quién tenía más.
Cuentan que además de recibir animales que la gente abandonaba para evitarse el gasto de su comida, recogían pájaros lastimados, pericos, loros, cotorros, pelícanos, garzas y hasta un jaguarundi llegaron a tener que es un felino pequeño parecido al gato montés.
En ese recordatorio no podía faltar el caso de Pánfila la lobo marino que en el mes de abril de 1997 fue rescatada maltrecha por dos pescadores cerca de los morros de la bahía de Potosí, la cual además de ser motivo de asiduas visitas a la Casa Marina por toda clase de curiosos, recibió la solidaridad de los jóvenes vecinos que cada día le cambiaban el agua de mar de su pequeña alberca habilitada para su estadía mientras se buscaba regresarla al mar de Cortés de donde era nativa.
De ese amor por los animales que hacía de la familia velar por su alimentación y cuidado nació la idea de Enrique Rodríguez, el hijo mayor de doña Helena de estudiar veterinaria, haciendo la carrera en la UNAM para convertirse después en pieza central de la SPAZH como el cirujano de planta que el año pasado en plena pandemia hizo mil 360 operaciones de esterilización entre perros y gatos de los cuales 118 no tenían dueño y fueron dados en adopción.
El paso más trascendental de la SPAZH fue cuando dejó de ser solo un lugar de refugio para los animales sin dueño para convertirse en un lugar permanente de esterilización gratuita de mascotas como el método más efectivo y de raíz para prevenir el maltrato y sufrimiento de esos animales que la gente común los mira como objetos desechables porque cuando ya se cansaron de ellos o se enferman o se hacen viejos los abandonan y luego deambulan en los basureros, enfermos, hambrientos, sin techo ni cobijo hasta que mueren en el más completo abandono.
Ayudó en ese paso trascendental una mujer sueca de nombre Brigitte Andersson venida de la Ciudad de México quien en su visita al puerto conoció la labor de doña Helena y le brindó su apoyo para que usara el registro y el logo de la Sociedad Protectora de Animales de México que ella dirigía, recomendándole la esterilización como medida de solución a largo plazo.
En el año de 2005 la SPAZH dio inicio al trabajo de esterilización con una campaña gratuita para la que convocaron a todos los veterinarios de Zihuatanejo de los cuales solamente cinco respondieron a la invitación con un resultado inesperado de parte de la comunidad que llevó a esterilizar a sus mascotas haciendo un lado los prejuicios de que era atentar contra la naturaleza el impedirles que tengan descendencia, que era riesgosa la operación y que de todas maneras los animales sufrían al ser operados. De manera que nació en aquel año una nueva cultura humanitaria que ha crecido hasta consolidarse al grado de que se ha hecho visible esa nueva realidad que ha convertido a Zihuatanejo en una de las pocas ciudades que cuando menos en el centro no se ven ni perros ni gatos abandonados.
Cuando se registró oficialmente como Sociedad Protectora de Animales de Zihuatanejo en el año 2006 la SPAZH se puso en contacto con una organización dirigida por Susana Lamm en Toluca, Estado de México para realizar una campaña conjunta de esterilización con un equipo de médicos venidos de manera gratuita a trabajar por una semana en la que se alcanzó la cifra de 400 mascotas operadas, labor que no pudo mantenerse por más tiempo debido a que en ese año detonó la situación de inseguridad en toda la región y nadie quiso exponer a los médicos a una situación de riesgo.
Pero desde aquel año se estableció la campaña permanente de esterilización que tiene como meta alcanzar las 2 mil 500 operaciones anuales, partiendo de que esa es la cifra requerida para incidir de tal modo en la natalidad de animales domésticos que pueda lograrse que la tendencia de nacimientos baje. Ese es el gran reto para la tarea principal que la SPAZH se ha propuesto y para lo cual se requiere de más presupuesto, veterinarios y medicamentos cuyo precio va siempre al alza.
Hace diez años el presupuesto mensual requerido para funcionar era de 25 mil pesos que se invertían en alimento animal, medicamento y el pago de dos empleados. Ahora el incremento del gasto es significativo porque antes no se medicaba a los animales después de la operación, lo que ahora es indispensable y el precio de los medicamentos y material de curación como el hilo de sutura se han disparado, y eso sin medir el impacto de la pandemia que terminó con las reservas y ahorros de los donativos y venta de playeras que son la fuente principal de ingresos aportados mayoritariamente por amigos extranjeros.