EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

A 40 días de Nochixtlán: nada

Jorge G. Castañeda

Julio 28, 2016

Ya se ha dicho en columnas de estas mismas paginas y en varias ocasiones. Pero no está de más repetirlo: la conducta de las autoridades en el caso de Nochixtlán es absolutamente incomprensible a más de un mes de los trágicos acontecimientos. Tal parece que, como los Borbones, el equipo de Enrique Peña Nieto ni aprende ni olvida nada.
Entre las autoridades estatales, las diversas autoridades federales –PGR, PF, Segob, y supongo que Presidencia– cada quien se está pasando la bolita. Al día siguiente de la tragedia podía parecer verosímil la versión de las autoridades estatales y federales: un grupo de maestros y de manifestantes bloquearon la autopista México-Oaxaca. Llegó la fuerza pública para despejar el bloqueo. Los policías lograron su cometido en 15 minutos y después fueron emboscados por 2 mil manifestantes y ahí comenzaron los balazos. Pero a 40 días de los acontecimientos, simplemente ya nada es creíble.
El martes, Arturo Peimbert, titular de la Defensoría de Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca, informó a la Comisión de seguimiento de los hechos de Nochixtlán, del Senado lo siguiente: se tienen registrados 198 heridos, de los cuales 43 son agentes y 155 civiles y 84 tienen herida de bala (según el diario Reforma). En la Ciudad de México hay 24 heridos con balazos en el abdomen, las extremidades, y la cabeza. Varios de ellos conservan el proyectil o esquirlas en el cuerpo. Es decir que, a 40 días de la tragedia, en un lugar que queda a tres o cuatro horas de la Ciudad de México, una balacera que dejó a ocho o nueve muertos y a 84 heridos de bala, y no se sabe nada de lo que sucedió.
Por su parte, la PGR informó que “por ahora no se han practicado los dictámenes forenses para establecer si los casquillos corresponden a los agentes y si dispararon contra los manifestantes”. ¿Cómo cuándo piensan practicar dichos dictámenes? Es evidente que al igual que en Ayotzinapa, no se aseguró la escena del crimen y por tanto no parece haber manera de determinar con precisión qué aconteció.
A estas alturas, debemos preguntarnos de dónde provienen los errores garrafales cometidos por este gobierno desde el principio. ¿Son producto de la incompetencia y de la desidia, o de un propósito deliberado de ofrecer una versión distinta a la realidad sucedida? La pregunta que debemos hacernos a estas alturas es, si es lo segundo, entonces ¿de qué magnitud han de ser las consecuencias de la verdad si estas son las implicaciones de la mentira? Y si la explicación es más bien la ineptitud ¿cómo es posible que sigan en sus cargos los mismos responsables?