Silvestre Pacheco León
Julio 05, 2021
Se han cumplido tres años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador con un apoyo popular que sigue creciendo por el evidente cambio que ha dado en la fórmula de priorizar las demandas sociales, favoreciendo al sector más numeroso de la población, sin que se hayan cumplido los augurios de quienes lo veían encarnar la figura del déspota y autoritario que llevaría el país al caos.
A la mitad de su gobierno, Andrés Manuel López Obrador cuenta con el apoyo del 87.4 por ciento de mexicanos que dicen estar de acuerdo con el cambio que encabeza, según la encuesta aplicada por la presidencia.
Por eso el presidente mantiene el ánimo del primer día y se ha revelado con el carácter y la energía necesarios para seguir reorientando el destino del país después de 30 años en que los conservadores privatizaron los bienes nacionales, endeudaron al país y suprimieron las oportunidades de prosperar, provocando la emigración de millones de mexicanos al extranjero y empobreciendo a más de la mitad de la población.
El ambiente festivo que rodeó a la celebración no podía ser diferente después de venir de una elección para la renovación del Congreso que como nunca en la historia del país despertó el interés de los electores porque se disputaba el control de la mayoría que aprueba el presupuesto para financiar los programas sociales.
Del poco más del 52 por ciento que el INE registró en la participación ciudadana del domingo 6 de junio, Morena y sus aliados en la coalición Juntos Hacemos Historia, alcanzaron 186 de las 300 diputaciones en juego con lo que se aseguró la mayoría de votos requerida para aprobar el presupuesto, elemento que se convirtió en el centro de la disputa con el bloque opositor de los partidos conservadores, PAN-PRI-PRD.
Por eso en la celebración del tercer año de su gobierno también se incluyó el triunfo electoral en el que se enfrentó a una campaña polarizadora orquestada por los poderes fácticos en la que participó la mayoría de los medios de comunicación con la estrategia de dividir a los mexicanos acusando a López Obrador con el desgastado argumento de que su pretensión era quitarles el país.
Pero si bien no los dejó sin país, lo cierto es que lo está cambiando para que deje de estar privatizado y que sea de todos, pero más de los pobres que son la mayoría, de ahí la materia para celebrar.
El presidente de la 4T se mostró emocionado con la respuesta que ha recibido del electorado y se ha exhibido como un líder que sabe su oficio y que tiene un conocimiento amplio y minucioso de la administración pública aprendido en su paso por el gobierno de la Ciudad de México, que es una de las más grandes del mundo, y en años de estudio e investigación traducido en libros escritos y publicados que lo hacen diferente a cualquier otro político conocido, por eso no perdió tiempo ni requirió el tiempo de gracia para vivir la curva del aprendizaje que a todo gobierno nuevo se le otorga.
Y si bien el equipo que lo acompaña carece de personajes relevantes de la izquierda, no le falta la eficiencia requerida para cumplir con su encargo en la más comprometida encomienda de acabar con la corrupción y conseguir que los apoyos a los más vulnerables les lleguen sin mengua.
Su ánimo para enfrentar los retos de la transformación social sigue contagiando a la población que se siente representada en sus dichos y modo de actuar aunque no falte quien lo culpe de polarizar a la sociedad, como si esa polarización fuera un hecho reciente y de su entera responsabilidad, no de los poderes fácticos que infiltraron a todas las instituciones del Estado corrompiéndolas en el propósito de privatizar los bienes públicos y haciendo jugosos negocios con los funcionarios en turno sin importarles la suerte de la mayoría.
En su informe con motivo de haber cumplido los primeros tres años de gobierno, López Obrador destacó la manera en que se está enfrentando pandemia a la que se han dedicado vastos recursos para atender la salud de todos los mexicanos a los cuales reconoció su disciplina en el confinamiento, y también a los patrones que siguieron pagando a sus trabajadores que dejaron de laborar.
Agradeció también el apoyo de los gobiernos de Cuba que apoyaron con sus brigadas médicas en los momentos más álgidos de la epidemia, así como a los de Argentina, Estados Unidos, Rusia y la India por su solidaridad con las vacunas enviadas, para que ningún mexicano se quede sin ser inoculado.
En su informe de festejo el presidente se refirió también a los estragos económicos provocados por la epidemia y la rápida recuperación que se espera lograr del millón de plazas de trabajo perdidas, alentado por los pronósticos de crecimiento anual de la economía que los organismos especializados calculan en seis por ciento, uno de los más altos del mundo.
Tampoco han faltado quienes le aconsejan que en aras de dedicarle más tiempo a gobernar debe dejar de lado la rijosidad diaria contra los conservadores que tienen la piel muy sensible y lo hacen ver como parte de un partido y no como presidente de todos los mexicanos, dejando que sea quehacer de su partido Morena lidiar con ellos en el campo de la política.
Sin embargo la polémica contra los conservadores parece ser su pasión y la fuente de energía que además de permitirle debatir y exponer sus ideas respetando las de los demás, no desperdicia el tiempo y continúa con un ritmo de trabajo del doble acostumbrado. Por eso todos le celebran el chiste de que gobernará dos sexenios porque hará en seis años lo que la costumbre planea para doce.
Por eso la opinión contraria lo tiene sin cuidado porque sabe la importancia de combatir el pensamiento conservador sin darles tregua para que sus seguidores identifiquen por completo a los representantes del viejo régimen exhibiendo a sus personeros en su modo de pensar y de ser para que sea imposible su vuelta al poder.
Al final del discurso de celebración al cumplir los tres años de gobierno el presidente dio a conocer los resultados de la encuesta que aplicó la presidencia para conocer la opinión de la sociedad y el resultado no ha podido ser más alentador al confirmar que cuenta con el respaldo para los cambios efectuados de ocho de cada diez mexicanos los cuales tienen la percepción de que a todos nos irá mejor. Enhora buena.