EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

A propósito de los que abandonan su hogar

Federico Vite

Julio 30, 2019

La ronda y otras notas rojas (Traducción de Iván Salinas. Hotel de letras, Océano. México, 2016, 234 páginas), de J.M.G. Le Clézio, irrumpe en el panorama del cuento como uno de esos artefactos hechos por pura y simple voluntad de comunicar preocupaciones vitales. Estos textos poseen una intención estética que los aproxima al realismo sucio y al noir, fusionan estas dos voluntades expresivas con acierto.
De gran resolución técnica, los 11 cuentos de este volumen avanzan por los senderos narrativos de una tradición chejoviana: darle voz a los plebeyos. No refiere precisamente a los miserables ni mucho menos a los que viven en los márgenes del mundo; más bien, habla de los que se quedan sin hogar. Básicamente se trata de eso, de quienes consciente o inconscientemente quedan a la intemperie y enfrentan sus máximos temores. Aunque visto con frialdad, esta colección de historias podría mostrar, a quien se niega a observar su entorno, los efectos del capitalismo en un sector de la sociedad que anhela el progreso y el bienestar.
La mayoría de estos cuentos transcurre en la ribera francesa; pero contrario a lo pensado, no hay escenas de playa, ni de resort, simple y llanamente el lector asiste a los vicios de un sistema que soslaya los problemas en el paraíso, diré (quizá como ocurre en Acapulco con la violencia, la pobreza, la extorsión y tantos otros problemas enraizados que someten a esta geografía a la celda del servilismo institucional, porque obedecemos a los que vienen de fuera a divertirse o a invertir, no hay de otra) que se trata de los conflictos derivados de la desigualdad económica. Así pues, con la finalidad de evidenciar la mala distribución de la riqueza, Le Clézio afina su pluma, denuncia las penurias de ciertos ciudadanos que son vistos como humanos de segunda clase.
Los cuentos de mayor extensión, entre 20 y 30 páginas, son los más logrados: La gran vida, El coyote y David. Gracias a ellos entendemos la fragilidad de los anhelos vitales.
En La gran vida dos gemelas emprenden unas vacaciones que culminan en una playa italiana; ellas son felices, pero no poseen dinero ni para comer. Disfrutan el paisaje del paraíso pero están en la miseria. Duermen en la playa e ingresan a la vida delictiva. Tiempo después emprenden el regreso a casa, pero el largo brazo de la justicia se posará sobre ellas.
En El coyote se cuenta la historia de un migrante contratado por extranjeros para trabajar en obras negras. Los patrones le ofrecen vivienda, comida chatarra y le guardan el dinero (a manera de cuenta de ahorros), pero el migrante teme que lo mantendrán esclavizado por el resto de sus días y se rebela. Los patrones le dan un poco de efectivo y lo corren del campamento; así que ese hombre emprende el regreso a casa. En el trayecto experimenta la horrenda sensación de ser un paria, se convierte en un indigente; a pesar de que tiene dinero para comer, no puede gastar lo que ha ahorrado en un país de primer mundo. Así que se refugia en lotes baldíos, camina por las carreteras y sueña con volver a ver a su esposa. Obviamente algo falla en el periplo. El personaje es realmente entrañable.
En David, mi texto favorito, el lector presencia la búsqueda del hermano mayor a cargo del hermano menor, un chico de 9 años. El primogénito se fue de la casa materna para emprender una incipiente carrera como ratero. En la pesquisa, David descubre su fascinación por la ilegalidad. En un supermercado inicia su novel labor como pilluelo porque piensa que eso lo unirá a su hermano. Y ese nexo será indisoluble.
En otro registro del mismo eje temático del libro, el lector asiste a la demolición de un teatro y al desalojo de una vivienda, asuntos expuestos en Orlamonde y en Casa Aurore. En otros cuentos, Le Clézio describe con precisión la experiencia de la orfandad: Ariane, El fugitivo y Moloch.
En este libro la tecnología es utilizada para infringir la ley. El lector encontrará en La ronda, Ladrón, ladrón, ¿qué vida llevas? y El juego de Anne historias en las que algunos vehículos motorizados conducen irremediablemente a la nota roja. Ni más ni menos.
Le Clézio usa en el 99 por ciento de los textos aquí reunidos un narrador en tercera persona, con esa herramienta se acerca y se aleja de sus personajes; los explora éticamente en un hábitat que ya no mira, siquiera, a los desahuciados, los repele, los escupe y los oculta.
El tipo humanidad que describe Le Clézio es proclive a lo catastrófico. Así que obviamente no será extraño entender que el sufrimiento, agudo y portentoso, es importante para consumar las epifanías de los protagonistas de estos cuentos. Todos ellos entienden la modernidad como algo que los separa de los otros e incluso de sí mismos. ¿Qué cuentista no trata de hacer un libro así?