EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

A ras de suelo

Arturo Martínez Núñez

Abril 17, 2018

La lucha electoral ha evolucionado a lo largo de los años. A dos semanas de iniciadas las campañas presidenciales y a unos días de que inicien las de diputados locales (60 días de campaña) y posteriormente las de presidentes municipales (45 días de campaña), vale la pena hacer algunas reflexiones.
Una campaña política busca, básicamente, convencer al electorado de determinado universo, para que vote por un determinado candidato y partido. Para lograr esto, es necesario hacer llegar la imagen, el mensaje, la propuesta y las ideas de dicho candidato al mayor número posible de electores. Para lograrlo, el mensaje se debe de emitir a través de diferentes medios: televisión, radio, periódicos, redes sociales; también a través de una red de promotores, aliados y voceros.
En una campaña nacional o estatal, es muy complicado que el candidato toque de manera personal al electorado. Pero en campañas locales no sólo es posible sino que es deseable que los candidatos inviertan la mayor parte de su tiempo en el encuentro personal, en el recorrido casa por casa y en el diálogo cuerpo a cuerpo con el electorado.
La premisa es muy sencilla: la gente está cansada de escuchar y de ser un sujeto pasivo. La gente quiere hablar y quiere ser escuchada. La gente quiere ver a los ojos a los candidatos y tocarlos y cuestionarlos y reclamarles.
El recorrido casa por casa no debería de ser un carnaval, que algunos hacen con acarreados uniformados con playeras y gorras. El recorrido casa por casa debe de ser alegre pero respetuoso. Debe de hacerse sin prisas y sobre todo, debe de buscar generar el diálogo y recabar las necesidades y propuestas de la gente.
El recorrido casa por casa permite a los candidatos conocer verdaderamente el sentir ciudadano. Los mítines y reuniones masivas tienen como propósito estimular a las bases de seguidores fieles, pero en realidad son reuniones de convencidos.
Andrés Manuel López Obrador es el político que más cercanía tiene con la gente porque lleva haciendo este tipo de recorridos al menos desde el 2006. Sabe qué es lo que le duele porque lo escucha de su propia voz, no a través de sus consultores y asesores. Conoce el estado de los caminos porque los recorre todos los días.
Ay de aquel candidato que se vuelva rehén de sus asesores y mercadólogos. El pulso real lo da la calle, lo da el contacto con la gente, libre, sin prisas, sin guaruras y sin vallas.
Los candidatos que piensen que esta es una batalla por ver quién tiene mas espectaculares, pendones, microperforados, playeras y gorras, olvidan que la gente ya aprendió que hay que comerse la carnada pero no morder el anzuelo.
Las campañas deben de ser austeras, creativas, limpias y respetuosas. No gana más adeptos el que hace más ruido sino aquel que logra convencer, unir, armonizar y motivar. Los candidatos deben de ser sencillos, no andar con un séquito de seguidores ni de achichincles. Si así andan de candidatos, imagínense cómo andarán cuando lleguen al poder.
La mercadotecnia política es muy importante para dar a conocer el mensaje. Pero no sustituye ni hace milagros cuando el producto a promocionar es malo, es corrupto, es anticuado o ha resultado un fiasco en el pasado.
No existen las fórmulas mágicas, ni los pasajes secretos, la única manera de desatar un movimiento es recorrer casa por casa, calle por calle, colonia por colonia, pueblo por pueblo.
Más calle y menos aire. Más cara a cara y menos espectacular. Más conversación y menos spot. Más escuchar y menos hablar.
Los espectaculares no votan. Tampoco las lonas, pendones ni camiones. Los anuncios en redes deben ser acompañados por acciones en tierra. Las estructuras partidistas suelen ser castillos de arena. El convencimiento es al mirar a los ojos, al estrechar la mano y al andar juntos. Todo lo demás es pirotecnia.