EL-SUR

Martes 30 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Abascal y el futbol

Jorge Zepeda Patterson

Junio 06, 2005

Nomás                           faltó que Tecos hubiera ganado la final de futbol para que el grupo conservador se hubiera llevado todo, dijo una senadora luego de la designación de Carlos Abascal como nuevo secretario de Gobernación. Esto en clara referencia a la militancia en la ultraderecha y el catolicismo conservador que se le atribuye al ahora ex secretario del Trabajo. Pero la frase no procede de la oposición, sino de Luisa M. Calderón, del PAN, y hermana de Felipe Calderón, precandidato a la presidencia. Si esto dijo una correligionaria del partido, puede uno imaginarse la opinión que el nuevo nombramiento ha provocado en los ambientes de izquierda y de centro a todo lo largo del país.

No soy de los que creen que Carlos Abascal es un enviado de Fox para propiciar el triunfo del PAN en las próximas elecciones. Estoy convencido de que el presidente cree que Abascal, luego de su experiencia en la Secretaría del Trabajo, tendrá el oficio y la integridad para conducir un proceso imparcial en el contexto de la campaña electoral que se avecina. Pero una vez más, el presidente comete un error no por abrigar malas intenciones sino por simple y mera estulticia.

Incluso asumiendo que Abascal haga un trabajo neutral, su designación es un equívoco. Pero exploremos primero sus posibilidades en Gobernación. Carlos Abascal arribó a la Secretaría del Trabajo en medio de enormes cuestionamientos. Llegaba a este puesto luego de ser presidente de la Coparmex, máximo organismo empresarial del país, lo que hacía de su nombramiento una provocación. Equivalía a colocar como árbitro entre el capital y el trabajo, al que había sido el representante del capital. Sin embargo, luego de unos meses de tanteo en los que Abascal cometió algunas pifias por declaraciones misóginas y otros comentarios intolerantes (sobre la inconveniencia de circular un libro de Fuentes en la escuela, por ejemplo), el secretario decidió ponerse a trabajar y salirse de los reflectores. Hoy se le atribuye una buena calificación a su desempeño como secretario. Pese a las dificultades económicas, el panorama laboral no se convirtió en un foco rojo y las huelgas brillaron por su ausencia. Esa es la gran carta de presentación de Abascal al llegar a Bucareli.

Pero en realidad la paz en materia laboral debe menos a los aciertos de Abascal que al oportunismo de las centrales obreras. Una de las grandes promesas de campaña de Fox fue la de terminar con la corrupción de las centrales obreras y la perpetuación en el poder de las cúpulas sindicales. Pero lo primero que hizo el presidente al llegar a Los Pinos fue tomarse la foto con La Guera Rodríguez Alcaine (el Fidel Velázquez de esta época). Con el pragmatismo que les caracteriza, las cúpulas ofrecieron lealtad a los nuevos gobernantes, a cambio de su permanencia. El resultado fue un sexenio libre de huelgas, pero a cambio de conservar el viejo orden y olvidarse de las reformas en materia laboral que el país ha exigido por largo tiempo. En eso consiste el éxito de Abascal.

Justamente esa practicidad es lo que podría hacer de Abascal un secretario de Gobernación a modo para arbitrar entre las diversas fuerzas políticas. Ya mostró en la Secretaría del Trabajo que tiene “mano izquierda” para entenderse con los rivales y la disciplina para mantener un bajo perfil cuando su trabajo se lo demandó. Si en verdad la instrucción de Fox es que Gobernación se mantenga neutra a lo largo de la contienda, hay una buena posibilidad de que efectivamente sea eso lo que suceda, por sorprendente que nos parezca.

Pero aún así, el nombramiento es un error. Primero, porque la política, y particularmente la electoral, opera en función de percepciones. Si México y Guatemala se van a enfrentar en una eliminatoria de futbol, la Concacaf no puede designar a un árbitro guatemalteco con el argumento de que es el mejor árbitro disponible. Incluso si hace un arbitraje impecable, pero México llega a perder el partido, las posibilidades de impugnación (es decir, echarle la culpa al árbitro) serán inmensas. Ese es el gran error que comete Fox.

El presidente ha prometido un proceso electoral imparcial, pero está minando el camino. Y no sólo se trata de Gobernación. El ex procurador Macedo de la Concha podría tener defectos, pero era un general sin militancia partidista. Con la designación de Cabeza de Vaca, quien estuvo con Creel en Gobernación para luego convertirse en el abogado de Los Pinos, se hace de la Procuraduría otra dependencia que habrá de carecer de legitimidad en caso de un conflicto post electoral.

En otra ocasión argumenté que llegamos a la elección de 2006 en condiciones más frágiles que en el 2000. No sólo porque el IFE tiene menos legitimidad ahora que hace seis años; también porque Fox es más panista de lo que Zedillo era priísta. A ratos le ganan al presidente las ganas de hacer campaña y militar a favor de sus gallos. Ha convertido a Gobernación y a la Procuraduría en una extensión de los intereses de su oficina. O por lo menos esa es la percepción que tendrán los adversarios políticos. La tarea del presidente era dar certidumbre de que habría reglas justas y neutrales para todos los participantes en la lucha por el poder. Yo pregunto, ¿Qué pasaría si México pierde por un penal dudoso en contra de Guatemala, pitado por un árbitro guatemalteco? ¿Se reconocería la derrota? ¿Qué pasaría si la oposición pierde por un estrecho margen considerando los árbitros que Fox está designando? Él llegó a Los Pinos gracias a que se respetaron las reglas, incluyendo las del sentido común. ¿Nadie le dijo al presidente que había responsabilidades de Estado que cumplir?

 

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