EL-SUR

Lunes 06 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Acapulco: la oprtunidad que sigue a la devastación total

Ana Cecilia Terrazas

Noviembre 18, 2023

AMERIZAJE

 

La reconstrucción idónea de Acapulco no existe ni es posible afuera de su reconstrucción real. Tampoco se puede plantear una idoneidad reconstructiva como proyecto, porque no hay tiempo para la pausa cuando se trata de una emergencia.
Sin embargo, de manera involuntaria y lamentable, con la embestida de Otis se abrió la oportunidad para intentar una reconstrucción crítica; es decir, la devastación total permite e invita, forzosamente, a un comienzo nuevo total, descolocado, desconocido e innovador.
Por reconstrucción crítica esta columna se refiere a una que involucre, sobre todo, tres niveles: primero, el de la acción de muchas instancias, entidades y personas; segundo, una gran improvisación –en un sentido a definir en breve–; y tercero, como mapa de ruta utilizar los parámetros que puedan auténticamente tropicalizarse, provenientes de la restauración sostenible más conocida.
Hace dos semanas, en el noticiario de radio Atando Cabos, que conduce la muy querida Denise Maerker, el director y fundador de este diario, Juan Angulo, comentaba que no se estaba siquiera considerando una reconstrucción sustentable en Acapulco. Con otras palabras, puso de ejemplo que acaso se estaban levantando los mismos postes de luz (que pudieran ahora instalarse con mayor sabiduría por debajo de la tierra) y que se quería volver a construir en la playa (lo que no ocurre en las más importantes playas del mundo). Para Angulo, ante la emergencia, se estaba recolocando el pasado sin tomarse en cuenta el presente-futuro que viene con el calentamiento global. Incluso comentó que en Estados Unidos esperaban que Nueva York quedara hundido por una helada sin precedente y por eso están tomando medidas; o que en Los Ángeles prevén incendios forestales que acaben con la ciudad y para esto también se están preparando. Sería deseable, decía por último, que Acapulco se replanteara asimismo totalmente, aprovechando la terrible devastación.
Y es que este replanteamiento de Acapulco, en marcha, andando, el que no está concluido, se merece esto:
1. Participación colectiva. La organización internacional llamada World Green Building Council (WGBC, o Movimiento Global por la Edificación Sostenible, en español) ha establecido bases para la reconstrucción en caso de desastres naturales. En el punto referente a la resiliencia social, hace hincapié en la necesidad de que participen muchas cabezas o por lo menos: las autoridades de gobierno de todos los niveles, representantes clave de los principales sectores de la población, representantes clave de los sectores en crisis, miembros de la comunidad ya organizados, organizaciones comunitarias y cívicas, estrategas y proyectistas, representantes de la ciudadanía en general, asociaciones civiles nacionales, locales e internacionales, empresarios y patrocinadores, especialistas en problemas socioeconómicos y observadores.
2. Improvisación crítica. Cuando en teoría crítica se habla de improvisación, en ningún momento se apela a lo mal hecho, al parche o a un actuar sin experiencia. Todo lo contrario. La improvisación crítica se ejecuta en lo que se va componiendo sobre la marcha, se reconstruye de oído, desde la técnica profesional y absolutamente consolidada de quienes dominan sus saberes y, de paso, con gran creatividad. Esa improvisación se va armando, de manera multi o transdisciplinar entre quienes, por su capacidad intelectual y experiencia, sustentada y desarrollada durante muchos años y muchas obras, pueden generar un nuevo constructo.
3. Edificación sostenible. Los principios básicos para la restauración de los ecosistemas, como la Guía para el decenio de las Naciones Unidas 2021-2030, que derivan en todas las acciones llamadas build back better –reconstruir mejor, como se traduciría al español–, son generales, útiles, aplicables y pueden servir para orientar el actuar colectivo del primer punto planteado. Estos son: contribución global, amplia participación, diferentes tipos de actividades, beneficios para la naturaleza y para las personas, abordaje de las causas de degradación, integración de conocimientos, objetivos medibles, contextos locales y de paisajes terrestres o marinos, seguimiento y gestión e integración de políticas*.
Lo anterior no suena fácil, pero tampoco es sumamente difícil ni mucho menos imposible. Además, los esfuerzos titánicos que de todas maneras se están haciendo no son mucho más sencillos. Eso sí, esto ameritaría una participación realmente colectiva, la voluntad de organización en este sentido y claro, la aceptación del desastre como gran oportunidad de ensayar algo nuevo a corto, a mediano y a largo plazo.
*https://wedocs.unep.org/bitstream/handle/20.500.11822/40470/PERG_SP.pdf?sequence=5&isAllowed=y

@anterrazas