EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Acapulqueñas 17

Anituy Rebolledo Ayerdi

Octubre 13, 2016

Maru Walls

Admirable, extraordinaria, impresionante y no se diga más. Así es la rutina cotidiana de ejercicios gimnásticos de una mujer que juega placenteramente con su cuerpo. Forma con él figuras caprichosas y culmina con una increíble vertical de cabeza. Hablamos de la maestra de natación y gimnasia María Eugenia Walls Gallardo, dueña de 400 marcas nacionales e internacionales. De la dama que ha colgado de su cuello dos mil medallas de metales diversos y que hoy mismo debe estar representando al puerto en alguna lid de sus especialidades.
–¡¿Y qué?!
–¡Cómo y qué, ca….! ¿Te parece poco que la señora Walls haya cumplido el pasado 27 de septiembre ¡80 años! Como lo oyes: ¡ochenta años!
–¡Pero no es acapulqueña!
¿”Natita”, “natita”?, o sea, nacida aquí, no. María Eugenia vio la luz primera en Pinotepa Nacional, Oaxaca, hija de Ismael Walls del Valle y Elena Gallardo Aguirre. Pariente, por cierto, de mi querido amigo Enrique Díaz Clavel, el ha poco desaparecido cronista de Acapulco. Llega aún niña al puerto y en su primera incursión marina estará a punto de ahogarse en la playa de Tlacopanocha. A su madre le urgirá entonces quien la enseñe a nadar.
No pasará mucho tiempo para que la chamaca forme parte de la tropilla infantil demandando en el malecón a los turistas gringos: ¡guimimonilaguara, mister! O sea, una moneda al agua. Monedas rescatadas con agilidad pasmosa aún antes de llegar al lecho marino o bien atrapadas en pleno vuelo. La boca como insólito monedero.
Por lo demás, María Eugenia estudia en la escuela Altamirano y por ese solo hecho ya era acapulqueña. Esto según la propuesta de un aspirante a la presidencia municipal, tan fallida como su propia candidatura. Esto cuando la oriundez se exigía como requisito indispensable para gobernar Acapulco. Tiempos en los que se llamaba “frastero” (forastero) a quien no podía ubicar la casa en cuyo patio se había enterrado su ombligo al nacer.

Campeona master

María Eugenia Walls ha participado en campeonatos mundiales “masters” (nadadores de 25 o más años), en Brasil, Barbados, Perú y Estados Unidos. Una anécdota que habla de ella como una mujer sensible y solidaria. En Costa Rica, habiendo logrado once primeros lugares en una competencia natatoria, perderá un doceavo por detenerse para atender a un corredor acalambrado y remolcarlo a la meta. Atributos que pondrá en juego aquí dando clases gratuitas de sus saberes y participando en las tareas de limpieza del fondo marino.
Bajo el magisterio y cuidado de Miss Maru, niños de 8 años, incluso menores, cruzan hoy alegremente de Caleta a La Roqueta, hecho esperanzador de que las nuevas generaciones acapulqueñas se interesen en un deporte que dio campeones en el pasado.

Los mejores

Uno de ellos, a propósito, figura en el Top 10 de los mejores nadadores mexicanos de todos los tiempos:
“1) Felipe Muñoz Kapamas, 2) María Teresa Ramírez, 3) Guillermo Echeverría Pérez, 4) Clemente Mejía Ávila, 5) Eulalio Ríos Alemán, 6) Laura Vaca Hernández, 7) Juan Alanis Guerrero, 8) Teresa Rivera Pastrana, 9) Guillermo García Castillo, 10) Patricia Castañeda Miyamoto.
NOTA: Ramón Bravo, Alberto Isaac y Apolonio Castillo Díaz no pudieron asistir a Juegos Olímpicos debido a la II Guerra Mundial, pero de acuerdo a sus palmarés y capacidades seguramente hubieran estado en las finales olímpicas. (https//noticiasnv.wordpress.co/2012/04menu-side-slide7-4.jpg)

Crystal

Invidente, la acapulqueña Gaudelia Díaz Romero, cantante, pianista deportista y actriz con el nombre de Crystal, hace un paréntesis en su exitosa carrera. Lo justifica su participación en los Juegos Paralímpicos de Barcelona (1992), en los que conquista medalla de bronce en 3000 metros planos (BI), además de cuartos lugares en las pruebas de 800 y mil 500 metros. Toda una hazaña.
Diez años atrás (1981), Crystal gana el festival “Rumbo al OTI” con el tema de Suavemente, de Sergio Andrade, su representante y compañero sentimental. Con Eso no se hace, también de Andrade, conquista en 1983 el segundo lugar en el Festival Yamaha, en Tokyo, Japón. Del mismo autor, la canción Parece le da el segundo lugar en el XXVI Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar. La década de los 80 será consagratoria para la acapulqueña como artista exclusiva del programa Siempre en Domingo, conducido por Raúl Velasco.
Crystal estará que ni mandada hacer para la telenovela Lazos de Amor, de Televisa, con dos personajes invidentes en un instituto para ciegos. La falsa cieguita fue Lucero hoy, por cierto, muy mal vista por la televisora. También hará la telenovela Cuando los hijos se van y en el cine De qué color es el viento y Al filo de la Ley
Sus álbumes: Suavemente (1981), Eso no se hace (1989); Acaríciame el alma (1985); Sácame a bailar (1986); Amores sí, amores no (1987); Hechicera (1989) y Contigo sí, (de corte grupero, 1994). Ya sin Andrade, Las canciones de mi vida (2002), los temas que siempre había querido interpretar: Mi secreto, Íntimamente y No digas nunca de su autoría).

Crystal y Sergio Andrade

Rechaza Crystal que su representante Sergio Andrade la haya obligado a permanecer a su lado por espacio de tres años. En entrevista con el diario El Siglo de Torreón, confiesa:
“Yo no solo amé a Sergio, lo adoré. Hoy mismo es el hombre que más he amado en mi vida (2003). Tanto que, puesta a decidir entre Sergio y mi mamá, decidí quedarme con Sergio. Y he de decir que fue una decisión muy mía y no porque lo necesitara artísticamente. Para entonces yo ya era Crystal. Ahora que cuando decidí dejarlo lo dejé porque su relación ya me era muy dañina, aunque, eso sí, quedó entre los dos un vínculo irrompible”. Y reconoce:
“Sergio Andrade no es ninguna blanca paloma, aunque se debe aceptar que al juzgársele hubo un amarillismo feroz, demasiado sensacionalismo. Ello no quiere decir que yo no reconozca como ciertas muchas cosas feas que se dijeron de él en su momento”. Y pregunta:
“Porque a ver dime por favor: ¿cómo yo de padre o madre voy a soltarle a un cabrón a mi hija de 12, 13 o 14 años, porque dice que quiere ser Gloria Trevi? ¡Nomás, no! ¿Verdad que no?

Lyn May

Esta contraportada estuvo dedicada hace una década a las familias chinas radicadas en Acapulco, llegadas necesariamente en la Nao de Manila. Se buscaron entonces los orígenes de la bailarina y actriz Lyn May, declarada acapulqueña con nacimiento en el barrio de Los Naranjos. Aprovechando que por ese rumbo vive el buen amigo Godofredo Serna, le pedimos poner en juego sus viejas dotes investigativas para desentrañar este que supusimos un misterio chino.
Godo localiza en ese barrio a la señora Minerva Benavides, quien revela que el nombre de pila de Lyn May, su sobrina, es Guadalupe Mendiola Mayares, hija de Severiano Mendiola y Alejandra Mayares Benavides, originarios ambos de Nuxco, donde habría nacido la vedette.
–Soy su tía aunque en realidad vengo siendo su madre de crianza, como se dice en la costa. Me la trajeron de muy chiquita, aquí creció y aquí le di escuela hasta donde pude. Hoy es rica y ya no se acuerda de los pobres. ¡Pero así es la vida y qué le vamos a hacer!, sentencia doña Minerva haciendo pucheros.

Madre a los 14

La biografía oficial de Lilia Mendiola (Wikipedia) la hace originaria de Acapulco donde, a los seis años, vendía en la playa collares y bronceadores. A los 14 años se va con el novio quien, cuando sumen cuatro bocas que mantener, tomará las de Villadiego. Para enfrentar la adversidad propia y de sus dos hijas, la joven mujer no encuentra otra salida que el cabaret. Un periodista capitalino guía sus primeros pasos bautizándola como Lyn May y su debut será poco usual:
“Cantaba sobre un pedestal, posicionando y sujetando una pierna recta hacia arriba en contra de su cuerpo y girando sobre el pedestal sobre el otro pie sin perder nunca el equilibrio”.

Talúa, maestra

Talúa, “la diosa blanca de los ritmos negros” como se le anunciaba en sus noches apoteósicas de cabaret acapulqueño, descubrirá a la señora May los resortes íntimos de la pelvis y el rotar voluptuoso de las caderas. No obstante, la alumna nunca alcanzará el vibratto y la inocente lujuria de la bailarina solo comparable con Tongolele. Nadie podrá imaginar entonces que Talúa terminaría su existencia cantando y haciendo ejercicios gimnásticos a cambio de monedas en las calles del puerto.

Una entrevista

El popular periodista de espectáculos Gilberto Barrera, El Gordo, columnista de la revista Bellezas y del diario Avance es quien apadrina el debut en teatro y cabaret de una bailarina acapulqueña. Se la describía como una chica de rostro agradable, delgada, bien formada y muy sencilla. Meses más tarde aparecerá anunciada en la marquesina de un teatro citadino como “Lyn May, la reina del burlesque”. Los cambios anatómicos experimentados por aquella mujer resultaban increíbles para quienes la habían conocido antes. Se la reconocerá quizás por los ojos rasgados y su amplia sonrisa.
–¿Serán de verdad? –era la pregunta obligada de los espectadores, hombres y mujeres, a la salida del teatro. Se referían asombrados, por supuesto, a los generosísimos glúteos de la exótica.
–A propósito, Lyn, ¿cuánto miden? –le pregunta en una larga entrevista la periodista Karen Lara (Entrevistas sin censura, Posada 1960).
– Parece que …115 centímetros.
–¡Yo les echaba el uno y medio!.. Es broma Lyn.
–¿No te preocupa enfermarte con tantos silicones y rellenos?
–Siempre he pensado que si una puede mejorar su imagen, ¿por qué no hacerlo? Además, no me puedo quejar: Diosito me ha dado mucha suerte.
–Lyn, ¿usas ropa interior?
–Como crecí en Acapulco me desacostumbre a ella. Además, un doctor del puerto me aseguró que los “chones” provocan celulitis.
–¿Te acostarías por dinero?
–No, como la suerte me ha favorecido, gano mucho como artista.
–¿Te disgustan los hombres que viven de las mujeres?
–No los culpo a ellos sino a las tontas que se dejan explotar.

Aleta de tiburón

China o no, Lyn May se casa con Antonio Chi Su, propietario del restaurante Siete Mares en el barrio chino de la ciudad de México. Ella presumirá su sopa de aleta de tiburón como muy superior a la servida por Pipo Diego, en Acapulco. Enviudará en 2008.
Un último informe sobre la acapulqueña, ex reina del cine de ficheras, la ubica en Cancún dando clases de baile haitiano y practicando como DJ en discotecas locales. Allá, la setentona ha anunciado su boda con un pintor poblano confeso de amarla desde los 11 años. Dizque ya entonces se jalaba el “pirrín” viéndola en fotos y películas. ¡Viejos arrechos!, estalla Godo Serna cimbrando el barrio de Los Naranjos.