EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Acapulqueñas 21

Anituy Rebolledo Ayerdi

Noviembre 10, 2016

Las reuniones

No pocas acapulqueñas acostumbran reunirse con periodicidad y propósitos diversos en restaurantes y cafeterías. Estarían, entre otros, refrescar lazos familiares y amistosos, festejarse y comentar los sucesos de temporada. Se trataría, en opinión del filósofo, “de un ejercicio del pensamiento grupal en el que cada aportación aviva el diálogo; como si se tratara de una llama que cobra vida propia”.
Hay grupos femeniles reunidos en torno a humeantes tazas de café atoyaquense (sin pan, por aquello de la línea), frente a de-sayunos compartidos en toda su magrura, apagar velitas de pastel nunca arriba de 50; cumplir con la tradición hurtada de Chilapa del “jueves pozolero”, o simplemente platicar, platicar, platicar. He aquí algunos:

Cumpleañeras

Maruca Navarrete, Sol Castillo, Marisela Fierro, Martha Galeana, Oralia Natera, Chatita Navarrete, Lupita Manzanares, Regina García y Abigaíl Patrón.
Violeta Avayou, Tina Olivar, Lilia y Socorrito Maldonado, Isalia García, Vicky Reyes, Amparito y Tomasita Manzanares, Elizabeth Álvarez, Chuchita Galeana, Jóse Mendoza, Angelina Reina, Malena Laredo, Josefina de Hilario, Vicky Trani, Nachita Montero, Susy Caro y Esperanza Zayas.

Jueves pozolero

Eloísa Palestino, Mary Carmen González, Graciela Guinto, Isabel Diosdado, Ely de la O, María Fierro, Tere Mendoza, Rogelia Cuevas, Nelly Lluck, Thelma Reyes, América del Río, Carolina Heredia, Oralia Ríos Pineda, Paola Ortega, Ely Benítez y Sandra Rochín.

Meriendas

Georgina Bermúdez, Emma Sotelo, Esther Sadala, Socorrito de la Mora y Blanquita Ocampo.

Familiares

Alma Rebolledo de Pano, Lourdes Montaña Rebolledo, Magalirio Rebolledo de Velasco, Amparo Guzmán de Rebolledo, Carmen Zúñiga de Rebolledo, Meche Hernández de Rebolledo, Deyanira Rebolledo Guzmán, Patricia Pano Rebolledo, Paola Pano Rebolledo, Flor Garduño de Hernández, Magui Velasco Re-bolledo, Claudia Velasco Rebo-lledo, Angélica López Espino, Alma y Norma Lobato Pano.

El Grupo ACA

La Asociación Civil Acapulco nace en calidad de “Club de Toby” (¡mujeres, out!) y así se mantiene durante muchos años. Será en este siglo XXI cuando las damas sean admitidas con los mismos derechos que los varones. Las habrá, incluso, quienes alcancen la presidencia de la agrupación y entre ellas la primera Eloína López Cano de Morales, querida amiga recientemente fallecida. Vino enseguida Karla Garibo Muñúzuri y lo es actualmente Aleida Alarcón Domínguez.
Otro dato revelador se refiere al número actual de mujeres socias del Grupo ACA. Son ellas 33 resultando un número ciertamente preocupante si se tiene en cuenta que los señores suman 85. Con el agravante, nos dice una socia, de que varios de ellos están haciendo antesala con der Herr Alzheimer. Ello y la calidad de las damas pondría en riesgo la integridad de la otrora machista Asociación Civil Acapulco (ACA). El riesgo de que pronto pase a ser la Asociación Femenil de Acapulco (AFA).
Bromas aparte, pasemos lista a las socias del llamado Grupo ACA:
Angelina Reina Ponce, Josefina Verduzco Suárez, Perla Rocío Alarcón Deloya, Aleida Monserrat Alarcón, Rocío del Carmen Bello García, Rosa Balbina Carvajal, Heriberta Cuevas Radilla, Gabriela de la Cruz Salas, América del Río, Lydia Garay, Jovita Gómez Mo-rales, Mónica Corazón Gutiérrez Mejía, Silvia Gisela Zapata Ló-pez, Irma Lorena Zamudio Goetz, María del Pilar Villanueva Fer-nández, Carolina Ramos Lázaro, María Cristina Valle Galeana, Rosa María Trani Torralba, Guadalupe Soberanis Sthepens, Guadalupe Guzmán Rentería, Ernestina Leyva Escobar, Andrea y María Celia Marquina Díaz, Margarita Nájera Ibarra, Digna Berta Marroquín Cisneros, Margarita Nava Muñoz, Dolores Núñez Valdovinos, Martha Bea-triz Pino Escorcia, Andrea y Sonia Rendón Popoca, Rosaura Rodríguez Carrillo y Nidia Sal-gado Millán.

Miroslava, ¿espía?

Hija del periodista Jorge Joseph Piedra, alcalde de Acapulco (1960), Luz de Guadalupe Joseph Zetina hace En el viejo Acapulco (La Prensa) revelaciones sensacionales: He aquí algunas:
Que la actriz de cine Miroslava Stern servía al espionaje soviético desde México. Que su eliminación fue ordenada por el contraespionaje inglés, operando en Acapulco desde un piso del hotel Del Monte. Que la habría ejecutado su propia secretaria particular, Tere, uno de sus varios nombres de pantalla. Que habría usado veneno para dar forma al proclamado suicidio de la actriz por el amor de Luis Miguel Dominguín, torero español con quien había tenido un breve affaire.
La hermosísima ojiverde nacida en Checoslovaquia fue encontrada sin vida en la recámara principal de la casa de Kepler 83, colonia Nueva Anzures. El descubrimiento fue hecho por su secretaria, Tere, el 11 de marzo de 1953, quien habría tenido que forzar la entrada al aposento. El cuerpo de la actriz estaba tendido sobre la cama; vestía una bata de color azul claro. En un buró dos frascos: Dodecalivez en solución acuosa y Ayerlucin en pastillas.

Infames

El reporte policiaco establecerá, por su parte que “el cuerpo de la mujer fue encontrado en decúbito dorsal derecho; la cabeza apoyada en la mano izquierda y, en la derecha, tres sobres cerrados y junto un retrato del diestro hispano Luis Miguel Dominguín”. Hecho este último que oficializa la versión romántica del suicidio. El caso se cierra sin autopsia. ¡Cómo pues tasajear tan hermosa humanidad!
En efecto, Miroslava y Dominguín se habían conocido durante el viaje de ella a un festival de cine europeo. La prensa española hablará entonces de un romance intenso, breve a causa de la urgencia de ella para volver a México. Debía atender una propuesta de trabajo del celebrado director hispano Luis Buñuel. Al poco tiempo, el torero contrae matrimonio con la actriz Lucía Bosé, coronada Miss Italia en 1947, pasando sobre bellezas del tamaño de Giana María Canale y Gina Lollobrígida. Su hijo Miguel preferirá el Bosé al Dominguín.
El morbo encontrará en el suceso una rica e inagotable veta para el rumor e incluso la calumnia infame. Como la que adjudicaba a Miroslava una relación incestuosa con su hermano Ivo Stern, destinatario precisamente de una de las tres cartas encontrada junto a su cadáver. Otros irán más allá, pero en sentido contrario. Aseguraban que la actriz checa “tenía sus lunas” y entre ellas la del lesbianismo. Se hablaba de su pasión tormentosa por la rumbera cubana Ninón Sevilla quien, por cierto, acompañará a Tere en el descubrimiento del cadáver. Con todo, la dama tenía en su haber dos matrimonios fugaces y se le adjudicaba una media docena de amantes.

Los Sternova

Huyendo de su patria sojuzgada por el nazismo, la familia checoslovaca se refugia en México. La componen el doctor Óscar Stern, la señora Miroslava Beková y sus hijos Miroslava e Ivo. A los 18 años, la belleza de la joven le permite penetrar en los círculos de la alta sociedad capitalina. En 1944 será coronada reina del pomadoso baile “Blanco y Negro”, en el Country Club capitalino. Recibirá entonces una beca para estudiar actuación en Estados Unidos. Allá sufrirá su primer quiebre sentimental al perder a su novio, un piloto aviador, en los frentes de la guerra europea.
Miroslava vuelve a México y aquí se inscribe en la academia de actuación de Seki Sano. Al director Gilberto Martínez Solares no le interesa si aprendió o no actuación. Lo deslumbra su belleza absoluta y el intenso verde esmeralda de sus ojos. Le ofrece, así nomás, un papel en la película Bodas trágicas, con Ernesto Alonso. A lo largo de una carrera de diez años con 30 películas, la hermosísima mujer será ligada sentimentalmente con algunos de sus galanes. Con Arturo de Córdova en Cinco rostros de mujer; con Mario Moreno Cantinflas en A volar joven y con Pedro Armendáriz en Juan Charrasqueado. ¡“Puros echadores”!, se dirá de ellos.
La prensa amarillista se dará vuelo en torno a la versión de que Miroslava era la misteriosa séptima pasajera de un vuelo siniestrado. El de un avión particular del empresario Jorge Pasquel, propietario del Diario Novedades, en el que viajaban siete personas. De estos, decía la truculenta especie, se encontraron únicamente seis cadáveres, otorgando el número siete a la actriz checa. La hacían viajar en calidad de amante del millonario. Las mentes retorcidas de algunos reporteros no tendrán límites. El cadáver de Miroslava se habría trasladado subrepticiamente de San Luis Potosí a la ciudad de México, para montar en Kepler 83 la farsa del suicidio.

Miroslava en Acapulco

Miroslava –anota Luz de Gua-dalupe–, viajó por todo el mundo. Desde su último viaje a Europa y su estancia en África del Norte, la mujer ya no gozó de libertad plena. Sombras fugaces la seguían a todos lados. Se dará entonces el episodio narrado por Tere, conduciendo el auto de la actriz. Cuando una Miroslava empavorecida hable de amenazantes fantasmas con intenciones de asesinarla. La conductora logrará asirla fuertemente antes de que logre arrojarse del vehículo en movimiento.
Miroslava Stern frecuentaba Acapulco pero tenía buen cuidado de no dejarse tostar por el sol. Y era que su piel blanquísima ofrecía todas las posibilidades al maquillaje. Su bella estampa era familiar en Caleta y Hornos y era asidua a los cabarets del momento.

Carencias actorales

Según Carlos Monsiváis, Miroslava encontrará finalmente un personaje que convierta “sus carencias actorales en aciertos expresivos”. El personaje es el de Susana Valverde en Escuela de Vagabundos, haciendo pareja con Pedro Infante (José Alberto Medina). La dirección es de Rogelio A. González. Comedia en la que la dama de Praga hará un papel memorable. No se queda atrás Anabelle Gutiérrez (Laura Valverde) declarada “acapulqueña de coraza”, con su hermosa sonrisa y su tierna simpatía.
Cuando Luis Buñuel ve esta película se felicita por haber encontrado en Miroslava a la Lavinia de su Ensayo de un crimen o La vida criminal de Archibaldo de la Cruz (Ernesto Alonso). Será de la última y sin duda la mejor actuación de la hermosa mujer venida de Praga. Se le ubica hoy en el número 48 de “Las cien mejores películas del cine mexicano”.
El drama de la calle Kepler –escribe Luz de Guadalupe–, culmina con la incineración de los despojos mortales de Miroslava Sternova Beková, de 30 años, reposando hoy sus cenizas en el nicho número 104 del Panteón Francés.

¿Y la tal Tere?

Tere o Marta Aurelia Hernández, la secretaria de Miroslava, aborda un camión México-Tlanepantla apenas tres días después de la muerte de su jefa. Se baja en la estación del tren que va para Oaxaca donde alguien conocido por ella la ha citado urgentemente. El tren anuncia con silbatazos su llegada mientras ella busca en el andén. De pronto, surge una mano misteriosa que empuja a Tere bajo las ruedas de la máquina… (Fin).