Anituy Rebolledo Ayerdi
Diciembre 01, 2016
Las precursoras
Las primeras mujeres reporteras surgen en México formalmente en la tercera década del siglo XX y se cita entre ellas a Magdalena Mondragón, Elvira Vargas y Esperanza Velázquez.
Coahuilense, Magdalena Mondragón ingresa a los 14 años como secretaria del diario El Siglo de Torreón, donde más tarde escribe una columna. Con ese antecedente, cuando venga a estudiar a la Ciudad de México se le hará fácil solicitar trabajo en el diario La Prensa. Para no rechazarla abiertamente por cuestiones de género, le encargan cubrir la fuente policiaca, seguro el director que la dama saldrá volando de la Redacción. Pues no. Magdalena acepta empezando a hacer historia pues será la primera mujer en cubrir la “nota roja” de la prensa nacional.
Pronto la hermosa hembra estará en contacto con la hez de la sociedad –ladrones, violadores, asesinos y, lo peor, policías–para ofrecer dramáticas historias de vida. Una vez que haya terminado su carrera de Letras en la UNAM, a la reportera singular le será confiada la dirección del diario Prensa Gráfica, empresa en la que laborará por 30 años. Será autora de libros sobre periodismo y novelas.
Reporteras acapulqueñas
Aquí mismo, en la entrega anterior, se mencionaron las muy contadas firmas femeninas en la prensa local de principios de siglo, básicamente en las páginas editoriales, culturales y hogareñas. Hoy se hablará de las reporteras acapulqueñas, un oficio en el que las damas han dado saltos espectaculares por ejercer un periodismo diferente. Y hasta ahí lo dejamos.
Reporteras precursoras: Be-lla Hernández Felizardo (Nove-dades, Televisa), más tarde directora de Comunicación Social del gobierno del estado. Patricia Martínez (Trópico); Dulce Quin-tero (Novedades) Melánea Cal-derón (La Verdad), Magali Eguía Liz Jiménez (Trópico), Paquita Flores (Novedades), Luz María Gómez Bravo (El Informador), Noelia Mejía (La Verdad); Maricela Urzúa (Sol de Aca-pulco), Diana Flores (Nove-dades), Ana Lilia Torres (Sol de Acapulco), Edith Hernández (Trópico); Juanita Lobato (In-ternet), Verónica Castrejón (Sol de Acapulco).
A propósito de Vero, nos servimos de su libro reciente: Ellas primero, pioneras del periodismo de Acapulco 1939-1999, para el detalle:
Melánea Calderón, primera editora de un periódico local (Crítica); Eloína López Cano, primera directora de un periódico de circulación estatal (Sol de Acapulco); Olivia Alarcón, primera editora de una revista femenina (Vanguardia), hoy dirigida por su hija Diana Betsy Jiménez; Diana Castro, primera columnista de primera plana (Novedades); Dulce Quintero, primera directora de un suplemento de información política (Novedades); Patricia Martínez combina sociales con culturales; Laura Sánchez Granados, primera jefa de Redacción de un periódico (Novedades, hoy corresponsal de noticieros de TV). Mari-sela Urzúa Ballanis, editora de su propia revista.
Lucila Peláez, segunda mujer en dirigir un diario de circulación estatal (Sol de Acapulco); Mag-dalena Cisneros, primera jefa de Información de un periódico es-tatal (El Sur). Reporteras de este mismo diario: Mariana Labas-tida, Aurora Harrison, Karla Galarce y Karina Contreras. Rossana Ríos (directora de Presencia), Lourdes Cobos (Siga Noticias), Laura Campos (TV), Dunia Guzmán (Enfoque), Laura Jarque (RTG), Olivia Arredondo (Televisa), Adriana Covarrubias (El Universal).
Flor Gaytán (99grados), Ofelia Reza (Radio), Francisca Meza (Sol de Acapulco), Maui Ortiz (RTG), Lupita Guzmán (Radio) Mireya Valle (CAPAMA), Gloria Méndez (Seguridad) y su hija Gloria Vera (radio); Marbeli Ramírez (El Sol de Acapulco); Gaby Carmona (La Palabra); Tere Luviano (RTG); Ángeles Rodríguez (Radio); Martha Casas (Radio) y Paty Zavaleta (Radio). Andrea Campos (Presencia).
Susana Palazuelos
La celebración del Día Internacional de la Mujer fue ocasión propicia para exaltar los méritos de varias mujeres guerrerenses, distinguidas por sus virtudes personales y por una entrega apasionada a las causas de los demás. Dos acapulqueñas estuvieron involucradas en el reconocimiento del gobierno de Guerrero. Una, Gabriela Bernal, secretaria estatal de la Mujer, organizadora del evento. Dos, Susana Palazuelos recipiendaria de la condecoración “Mujer, orgullo de Guerrero” por sus saberes culinarios y sus diez años al frente de la delegación estatal de la Cruz Roja.
Cuando conocimos a Susana, hoy chef internacional, no sabía freír un huevo y mucho menos “molcajetear” una salsa. Y bueno, razón la había. La hija del Tigre Palazuelos era entonces una preadolescente amiga de Lourdes Montaña, hermana del columnista, ambas de la Altamirano. Más tarde seremos vecinos. La tiendita Delicatessen atendida por ella y su esposo en la calle de La Quebrada, estaba precisamente frente al teatro Domingo Soler. Allí, este escribano despachaba como director municipal de Actividades Cívicas, Sociales y Culturales.
La pareja ofrecía en su establecimiento delicatessen francesas e hispanas y entre ellas caviar, foie-gras, vichyssoise, patés, rilletes, sardines, biscuiterie des Vénètes, etc. Todo, se ha de decir, con demanda local limitadísima. Lo contrario hubiera significado abdicar vergonzosamente al queso y al chorizo de San Jerónimo; al relleno de cuche y al manjar de Tecpan; al ceviche de Pipo Diego y al pozole de Chilapa. ¡Nuncamente!, como diría el propio Popi.
Además de Susana, fueron galardonadas la indígena amuzga Victorina López Hilario, de Xochistlahuaca, ganadora en 2015 del premio al arte de manejar el telar de cintura. Araceli López del Rosario, también de “Xochis”, productora del chocolate Taxua (de venta en Gigante). La periodista Laura Sánchez Granados, Pikis Rochín, Eneida Guerrero, Elsa Zamora, Rosa Santiago Paloalto, Alondra Berber, Belem de Jesús Cruz y Nahari Bautista.
Lilia Marino
Lilia, María Antonieta y Marina fueron hijas del muy querido Vicente Ché Marino, un maestro de ceremonias argentino imprescindible en los espectáculos nocturnos de Acapulco. Las tres se iniciaron como chicas a go go bailando en “la jaula” del Tequila a go-go, pero sólo la primera llegará a coronar una carrera exitosa como bailarina y cantante.
Advirtamos que nos estamos fusilando “peñísticamente”, o sea, una parte sí y la otra también, el retrato hablado que hace de Lilia Marino el colega Óscar Basave Hernández (sitio Bajo Palabra). Un periodista, se ha de decir, con grandes talentos y probada generosidad; tanta que estamos seguros de que no nos llevará a tribunales… Dice así:
El Tequila a Go-Go
“El Tequila a go go estaba frente al hotel Hilton (hoy Emporio). Era el final del territorio acapulqueño. Allí, en el fin de Acapulco se inició la leyenda ahora conocida como la época dorada, la del glamour, del jet set de los artistas de Hollywood, de los adinerados y de la primera discoteca. De los testigos presenciales de ese Acapulco de leyenda existe aún una “chica a go go” que se convirtió en cantante y en la “Novia de Acapulco”, gracias a un éxito radiofónico con la tonada “Y yo”.
Teddy Stauffer, el músico suizo creador del cabaret La Perla del Hotel El Mirador, concibe la primera discoteca de América Latina, Tequila a go go, cuyo equipo sonoro extravagante había venido directamente de Alemania. Novísimo sistema que requerirá de operadores sensibles y conocedores de la música del momento y a quienes se conocerá como “Disc-jockey”. El del Tequila, Agustín Martínez, será el primero de México y por extensión de Latinoamérica.
Stauffer instala lo que para unos eran “jaulas encristaladas” pero para Lilia Marino “vitrinas”, como un aparador, en cuyo interior bailaban las “chicas a go go”. Allí lo harán Elba Aponte, Emma y Lucy Barreto y, por supuesto, las hermanas Marino. Narra Lilia que todo fue una casualidad.
Una noche estando en el Tequila con mis hermanas y un grupo de amigas se acerca a nuestra mesa Raúl Chupetas García. Que dice el señor Stauffer que si desean bailar dentro de la “jaula” pueden hacerlo, que él las invita. Las tres aceptamos. María Antonieta y Marina por muy poco tiempo, yo durante cinco años. Maritoña viajó a los Estados Unidos y Marina se dedicó a la radio.
Lilia Marino fue en aquel tiempo objeto de la admiración de los acapulqueños, los nacionales y los extranjeros. De luminarias como Sean Connery, Liz Taylor, Rock Hudson, Farrah Fawcet, Frank Sinatra, Tony Curtis, Jean Mansfield, George Hamilton, Brigitte Bardot y Jean Paul Belmondo. “Cómo olvidar –rememora la acapulqueña–, la noche lluviosa en la que Tony Curtis y George Hamilton me pidieron un aventón al hotel donde se hospedaban. Haciendo a un lado mis vestidos de baile, el primero ocupó el asiento trasero y Hamilton el delantero. Afortunadamente, mi viejo vocho no se quedó varado.
Vestir bien
Ella confiesa: “habituada al trato con toda esa gente glamorosa es que aprendí a vestir bien. Así lo creí, así lo creo. Tanto que no faltaran amigas que me aconsejen dedicarme al diseño de modas. Mi mamá nos daba 150 pesos de los 500 que le entregaba semanalmente y con ellos nos alcanzaba, a mis hermanas y a mí, para estrenar todos los sábados. A nuestra costurera le bastaba un dibujo copiado de alguna revista europea para mantenernos a la moda.”
Recuerdo que el vestido de las mujeres de esa época eran muy vistosos: trajes largos, turbantes y cabellera bien arreglada. Los caballeros vestían camisas blancas de manga larga con cuello “mao”, pantalón y zapatos también blancos. La moda de los jóvenes era a go-go: minifaldas, mallas, bikinis, pantalones acampanados a la cadera, hot pants, mezclillas, zapatos de charol, botas largas con tacón, plataformas, cinturones anchos y blusones estampados. ¡Ay, qué tiempos!
Lilia Marino se divorcia luego de cinco años de matrimonio y entonces la emprende hacia la ciudad de México. Aquí se encuentra con la maestra de canto María Esther Alarcón, quien la prepara para trabajar en lugares nocturnos del DF. El intenso trabajo y la indisciplina alimentaria le acarrean problemas de salud, tan serios como una parálisis facial que le durará dos años.
Sub de la ANDA
De vuelta a Acapulco, Lilia se desempeña como subdelegada de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), y hasta allí la busca el maestro Arnulfo Erazo para incorporarla como solista del grupo Hielo Seco.”Participé muchos años en el grupo cantando canciones de Barbra Straisand y Frank Sinatra. Aprendí a cantar en inglés, italiano y “hasta en Argentino”. Esto último para interpretar fielmente los tangos que me enseñó mi padre, el Ché Marino. Más tarde, en los 90, comencé como empresaria en la pozolería La Mansión Bohemia de Lilia Marino. Los acapulqueños y el turismo extranjero me respondieron con gran fidelidad.
El final
–Gracias al Señor que me permitió vivir ese tiempo maravilloso de Acapulco: Lilia Marino.