EL-SUR

Miércoles 17 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Acerca de la simulación de la justicia

Federico Vite

Noviembre 26, 2019

Uno de los viajes que John Steinbeck hizo a México dio un fruto muy importante, me refiero a La perla, noveleta que con el paso del tiempo cobra más y más relevancia en la sique violenta de los nacidos en esta tierra de nopales y de serpientes.
Steinbeck ilustra con este breve muestra de su trabajo que la riqueza en este país está terriblemente desproporcionada, pero el problema no solo es eso sino las formas de impartir justicia. Es decir, el otro gran problema nacional que subraya el también autor de Las uvas de la ira es la impunidad. Para el autor, una familia pobre de indígenas, Juana y Kino, sufre uno de los dramas más acres: no tener dinero para curar a su único hijo, llamado Coyotito. El joven matrimonio reposa en su bajareque cuando un alacrán pica al primogénito. Buscan la manera de recibir atención médica, pero el médico, un burgués clásico de pueblo, se niega a brindar servicio a los pobres porque no tienen dinero para cubrir los gastos.
Al día siguiente, esperando que el veneno no surta efecto en el bebé, Kino, el padre y pescador de oficio, se hace a la mar para buscar una perla enorme y extraña, alargada más que redonda. Se presentan nuevamente ante el médico y le piden que atienda al niño, pues pronto tendrán dinero, solo falta que alguien compre la perla y con ello solventarán los gastos. Ahí es cuando realmente se ponen en movimiento los engranajes de la violencia, no por un intento de robo ni por la intención de asesinar al dueño de la perla y su familia entera, sino porque otros hombres menos pobres que el pescador quieren apropiarse de “la perla más grande del mundo”.
Cuando el lector atiende estas contingencias delincuenciales pasan por su mente un sinnúmero de problemas arraigados en la sique mexicana que agrandan el drama escrito por Steinbeck; por ejemplo, el racismo, la injusta distribución de la riqueza, la delincuencia organizada, la impunidad, la tolerancia de cuatreros al servicio de los más ricos y del Estado, finalmente, hablo de asuntos con enorme injerencia en el presente mexicano. Veo en este volumen de 144 páginas una pieza que sacude al lector porque la única constante es el gradual envilecimiento de los personajes principales.
Steinbeck muestra que si un indígena encuentra una joya tendrá que padecer algunas desavenencias, pues súbitamente se convierte en alguien rico y eso es inadmisible para el pueblo mexicano. Así que la vida de Kino, Juana y Coyotito se ven afectadas por su riqueza y deben abandonar su comunidad para seguir con vida. La grandeza de esta obra radica no sólo en la técnica, la verosimilitud, el agudo punto de vista del narrador en tercera persona del singular, sino en la recreación de la desgracia que conlleva ser un indígena en México. Es una tragedia grande, porque incluso el mismo Kino considera que no merece un poco de bonanza en su vida. Evita la riqueza porque su alma le dicta que no está autorizado para administrarla. Pero por encima de todo lo literario, resuelto con solvencia (aunque siendo quisquilloso, temo que Steinbeck le puso mucha crema a sus tacos; mexicaniza todo de una manera exagerada, eso rompe algunas escenas, pero son meramente detallitos), queda en la mente del lector una certeza: El hombre blanco convence a los indígenas de que la riqueza es un mal para su etnia. A eso se debe que la perla contraiga desgracias.
Ya lo había hecho en Tortilla flat, Viva Zapata o East of Eden, pero con La perla es más obvio que la consciencia social de Steinbeck es a prueba de balas. Retrata muy bien el contexto de aquel México que se parece mucho a este México. Ambos divididos. Recrea una sociedad que se parece mucho a la de 2019, donde las etnias se dividen en buenos y en malos; se encasillan las pasiones en indígenas y en mestizos, en la mafia del poder contra el pueblo bueno y sabio. Eso es un melodrama y como yo no creo en los melodramas, mejor que me quedo con Steinbeck, quien describe muy bien la lucha de castas, la mentalidad indigenista y la sique colonialista. Muestra que el dinero, un eje que atraviesa todo, que une a ricos con pobres, que permite la creación de casas de adobe y haciendas en una misma cuadra es la verdadera ley. ¿Qué escritor mexicano ha logrado retratar nuestra paradójica condición como lo hizo Steinbeck? ¿Algún nombre? ¿Pistas? Yo le recomendaría leer a D.H. Lawrence, Malcolm Lowry, Bruno Traven, Óscar Lewis, Jack Kerouac, John Kenneth Turner o Katherine Ann Porter o Peter Kuper.
Cuestión aparte, destacadísima, es la creación atmosférica del relato mediante un recurso netamente fílmico; me refiero a la música interior que se pone en funcionamiento cuando una pasión se apodera de Kino. Esa música se potencia cuando está cerca de la perla. Puede ser que la música del mal, la música de la familia o la música de la tranquilidad se proyecten dentro de la mente de Kino y es, ni más ni menos, que un recurso admirable. Eso permite entender con mayor soltura la predisposición hacia el bien o hacia el mal de Kino en el relato, porque no es un indígena “bueno, bueno”; “ni malo malo” sino esencialmente alguien con problemas que deben resolverse rápidamente.
En el prólogo, Steinbeck esboza una interpretación de la novela en una sola línea: «Si esta historia es una parábola, tal vez cada uno le atribuya un sentido particular y lea en ella su propia vida». Dicho de otra forma, como lo refería el cañonero Tolstoi, La perla describe una aldea y con ella representa el mundo.
La perla fue un texto que originalmente apareció en 1945, por entregas, en la revista Woman’s Home Companion, posteriormente la editorial Viking Press adquirió los derechos y la publicó en noviembre de 1947. De eso hace 72 años. Cosa de nada. Es un texto que luce su jovialidad, su rebosante jovialidad en tiempos de la 4T.