EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Adiós a las uvas y a los camisones rojos

Ana Cecilia Terrazas

Diciembre 28, 2019

Para Pau

El pensamiento de casi todos los teóricos críticos es de lo más vigente para terminar diciembre y empezar enero, ya que si algo proclama es el fin de los fines y de los principios, la conclusión del pensamiento binario.
Un ejemplo: el esloveno Slavoj Žižek afirma que “un acontecimiento no es algo que ocurre en el mundo, sino un cambio del planteamiento a través del cual percibimos el mundo y nos relacionamos con él…”.
Otro ejemplo es el señalamiento del fallecido Jacques Derrida, quien en sus estudios gramatológicos detectó que el lenguaje se basa en oposiciones binarias que mantienen a una u otra parte en situación de subordinación, pero que en realidad esto no proviene de ningún sentido verdadero ni esencial porque todo es lenguaje.
Las propuestas más afines a los tiempos que se viven, con sus apocalipsis integrados en términos de ideologías, paisajes ecosistémicos y las mejoras democráticas de la vida, se aproximan más al misterio que a la ruta establecida.
En ese andar sin resoluciones previas hay espacio pleno para el azoro y la sorpresa. Ahí en el territorio de la desesperanza masiva, el caos climático imperante, los fenómenos nunca vistos y el estruendo sociodigital caben creativamente las otras cosas, las posibilidades residuales.
Este contexto es tierra fértil para lo incierto y lo nuevo porque redime las acciones y quehaceres no marcados por el sino de lo que debe ocurrir sino de lo que está ya aconteciendo y en su camino nos interpela o asalta.
Hablamos de un cambio de mirada, de una apuesta por descolocarnos y deconstruirlo todo. Se trata de promover relecturas y reposicionamientos para ver las cosas desde ángulos no pre-vistos. Al fin, el piso de lo que sucede en la mayoría de las dimensiones que alcanzamos a percibir ya está puesto para esto, para las otras estructuras desestructurantes; para las indefiniciones y los cambios radicales de aproximación, de narrativas, relatos, escuchas.
El arte abstracto, moderno, resulta extremadamente contemporáneo a pesar de haber comenzado su estelaridad desde mediados de la primera mitad del siglo XX. Es un buen aliado y cómplice del interpretar con otros códigos, desde otras partes.
Dice el historiador del arte y filósofo francés Georges Didi-Huberman que para saber y para tomar posición “hay que saber dónde se sitúa nuestro no saber”.
En términos generales, no sabemos cómo vendrá el 2020. No sabemos las fechas del calentamiento global ni si los líderes ultraderechosos continuarán emergiendo. Menos aún podemos predecir el final de horrores lacerantes como la pederastia, la trata, las adicciones, las guerras y las masacres.
Vemos, sí, algunas acciones fuertes y valientes en contra de todo esto; las celebramos, pero intuimos son marginales frente al peso de sus consecuencias.
Sin embargo, así como los psicoanalistas aseguran que no se puede comenzar la mejora si no se hace conciencia de lo que se desea mejorar, en esta era pareciera que el fundamento de la mejora es justamente saber que no se sabe todo ya que todo se mueve.
Esto quiere decir que la mesa ya está puesta para otras maneras de leer que no incluyen los finales ni principios. Las uvas, las campanadas, los abrazos, son rituales binarios –cuando no absurdos– ante la imperante necesidad de, por lo menos, retirar del panorama las metáforas de siempre.
El filósofo Michel Foucault decía que vivimos en la era de la “interpretación circular”, es decir, no son tiempos de caducidades ni de historias con ascendencia lineal.
Si retomamos esa máxima foucaultiana y la relanzamos para celebrar y calentar nuestro corazón este final de año, podremos ver un 2019-2020 continuo, podremos utilizar las prendas íntimas del color o los colores que queramos, podremos reemplazar las uvas por chícharos o prácticamente cualquier cosa.
En estos tiempos toca sentirnos más liberados, menos agobiados respecto de los calendarios y los plazos, puesto que esa ligereza proviene de que nada está escrito.

@anterrazas