EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alcaldes de Acapulco XIV

Anituy Rebolledo Ayerdi

Febrero 01, 2018

Lázaro Cárdenas

A escasa semanas de concluir su administración, el presidente del Consejo Municipal, Efrén Villalvazo Alarcón, relevo emergente del alcalde Isauro Polanco (1936), recibe una magnífica noticia para el puerto. Tremenda responsabilidad para las autoridades municipales. Trátase de un decreto del presidente Lázaro Cárdenas, mediante el cual se declara Zona Protectora Forestal Vedada a la vertiente de la serranía que rodea a Acapulco. Sus considerandos:
Que es necesario proteger las obras realizadas para proveer el caudal de agua potable a la población y para ello poner en veda total las vertientes en que se encuentran las obras de captación de los manantiales de Palma Sola, además de garantizar las buenas condiciones higiénicas y climáticas que requiere el puerto donde el turismo constituye uno de los principales medio de vida y desarrollo económico.
Que es indispensable desarrollar un amplio programa de protección forestal en todas las vertientes de las serranías que rodean al puerto, como medio de impedir el azolve de la bahía con la erosión de esas vertientes de gran declive si continúa destruyéndose su vegetación forestal; para lo cual es necesario conservar en buenas condiciones y mejorar los bosques existentes, repoblando con árboles las zonas desprovistas de los mismos.
Que los trabajos de higienización del puerto de Acapulco no quedarían satisfechos si no se completa con la forestación indispensable de las zonas ahora desprovistas de vegetación forestal.

El decreto

Artículo Primero. Se declara Zona Protectora Forestal Vedada las vertientes de la serranía que rodea al puerto de Acapulco, cuyos límites son los siguientes: por el Norte, el cerro denominado La Cumbre y pasando por los cerros Zoyamiche, Huaxcosta y Amatillo hasta el cerro de Pueblo Nuevo; por el Este, este mismo cerro pasando por El Veladero y la Zacatosa, al cerro denominado La Cumbre 2; por el Sur, este mismo cerro a la isla de La Roqueta, y por el Oeste, la propia isla, pasando por el cerro de La Pinzona, El Vigía, Potrerillo y Gachupín o Malpaso, siguiéndose en línea recta hasta encontrar el cerro denominado La Cumbre, que se tomó como punto de partida. Perímetro que comprende los nacimientos de los arroyos Palma Sola y Aguacatillo, que surten de agua al puerto.
Artículo Segundo. En la Zona Protectora Forestal a que se refiere el Artículo anterior, no podrán hacerse deforestaciones de ninguna especie, y por tanto, no será permitida la explotación comercial de los bosques existentes ni lo cultivos agrícolas.
Artículo Tercero.- Para mejorar las condiciones forestales de la Zona Protectora a que se refiere el presente Decreto, el Departamento Forestal de Caza y Pesca desarrollará el programa necesario, estableciendo y efectuando las plantaciones que por las mismas necesidades se requieran.
Al margen un sello con el Escudo Nacional que dice Estados Unidos Mexicanos, Presidencia de la República. Lázaro Cárdenas del Río, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, a sus habitantes sabed: Rúbrica.

El alcalde Villalvazo

Don Efrén, Frencho para los amigos, apena sí tendrá tiempo para ordenar al secretario del Ayuntamiento un oficio de agradecimiento para al señor presidente Cárdenas.
¿Y después qué pasó? ¡Eso! ¿Qué pasó?

Doña Juana y el General

Doña Juana Quiroz, doña Jacinta Diego y doña Virginia Ramírez son las precursoras del expendio de alimentos en Caleta todavía no dividida. Pescados y mariscos capturados allí mismo iban directos a enormes sartenes y cazuelas posadas sobre anafres con fuego intenso. No faltaban los antojitos del momento, los cocos consumidos por azorados capitalinos hasta la última carnita y qué decir de la novedosa limonada Trébol, embotellada por la acapulqueña familia Pintos.
Un día, cuenta el cronista Enrique Díaz Clavel, llega a Caleta el presidente Lázaro Cárdenas y Juanita Quiroz se acerca a uno de sus ayudantes para preguntarle cómo puede hablarle al mandatario. Este le indica que él mismo le puede conseguir una audiencia en el campamento de la SCT, en la playa de Manzanillo, donde se hospeda. Y lo hace.
Ante el mandatario michoacano, al que llamará más tarde y por siempre “mi padre Jesús de Petatlán”, doña Juana le pide ayuda para que su hijo Carlitos Valcárcel continúe sus estudios. Cárdenas ordena allí mismo que el muchacho sea llevado a la escuela para Hijos del Ejército, en Cuernavaca Morelos; en su momento irá al Instituto Politécnico Nacional. Seguirán más tarde las hijas Zenaida y Trinidad; ellas estudiarán en la residencia Eréndira, también en Cuernavaca. El nombre Eréndirá lo tomará la señora Quiroz para bautizar su restaurante de Caletilla.
Sembrado por el propio general Cárdenas, a pedido de la señora Quiroz, un árbol frente al restaurante Eréndira anuncia una fronda majestuosa. Sus razones tendrá mucho más tarde el delegado federal de playas, o algo parecido, para ordenar cortarlo de raíz. Él mismo encabeza la brigada exterminadora. Advertida, doña Juana ya lo espera armada con un bolo (reducto de un machete, muy oxidado el del caso) y su lenguaje que, además de florido, resulta una auténtica arma letal. Frente el funcionario y su cuadrilla, la mujer lo enfrenta temerariamente. Imbuido seguramente de la fama que convierte a los guerrerenses en personajes del cineasta Quentin Tarantino, el hombre de poder huye despavorido.
Qué más hubiera querido aquél que desaparecer mágicamente, pero los zapatos se hundían en la arena. La acapulqueña lo persigue por toda la playa blandiendo el bolo y lanzando sentencias cuasi mortales:
–¡Párate, pelón cabeza de… (¡avemaríapurísima!, lo era rapada más bien de bola de billar o quizás de coco). ¡Párate, sanababiche (traducción: son of a bitch), para que sepas quien es Juana Quiroz! ¡Y sábetelo, hijodesiete, que ese palo lo sembró mi padre Jesús de Petatlán (Cárdenas, decíamos) y si lo tocas te mato!
El perseguido logra finalmente abordar su automóvil para huir a toda velocidad y hay versiones de que no paró hasta la Ciudad de México. No volvió nunca al puerto, no por lo menos a la “playa coqueta de manso oleaje”, cantada por maese José Agustín.

Eduardo Estrada, alcalde

La generosidad del alcalde Eduardo Estrada Galeana, de Tecpan, era recordada en Acapulco por ofrecer a todo mundo terrenos gratuitos en las alturas del puerto (cerros que el presidente Cárdenas acababa de declarar vedados). Nadie nunca se los aceptó, ciertamente, aunque nunca faltaron quienes lo consideraron una ofensa:
–¿Qué me ves cara de chivo, pendejo?
Un lote en la parte baja de la ciudad se cotizaba entonces hasta en 3 mil pesos, más 300 pesos de la escrituración.
Quién sabe qué pasaría con el alcalde Estrada Galeana, pero el caso es que sale disparado como tapón de sidra, a lo mejor porque violaba descaradamente el decreto cardenista. Su lugar será ocupado de la noche a la mañana por el general Agustín Flores, nombrado por el gobernador, también general, Alberto Berber. Empieza a correr 1938.
El general Flores llegará juntando lumbre. Un día, invitado por los comerciantes del mercado Zaragoza (junto al actual Woolworth), el único de Acapulco. A los pocos minutos saldrá disparado echando madres. “¡Puta, esto es un cochinero que no solo huele a caca, está lleno de caca!”. El general, se ha de decir, nunca había escuchado hablar de Churchill y por tanto no era de esperarse que imitara al primer ministro inglés. Rechaza violentamente el plazo pedido para limpiar todo aquello y lo otorga él, de 24 horas, para que todos saquen sus chivas y se vayan a ensuciar a otra parte.
Cumplido el plazo, entrarán en operación los zapadores de la zona militar para demoler el inmueble hasta sus cimientos, acción que les llevarán escasas horas. Un mercado con gruesos muros edificado quizás a finales del siglo XIX. El alcalde militar concede a los comerciantes la gracia de seguir operando en aquella área, hoy comprendida entre las calles Escudero, 5 de Mayo y Galeana. Les advierte que personalmente vigilará todos los días que estén aseadas. Transcurrirá un lustro para que Acapulco tenga un nuevo mercado.

Las estaciones de gasolina

Los propietarios de las tres estaciones de gasolina del puerto, localizadas en la plaza Álvarez, agradecen alcalde Flores la vigilancia que ha ordenado para esos establecimientos. “Tarugos”, comenta el militar con los suyos, no saben lo que les espera…
La primera gasolinera estuvo donde está hoy el hotel Plaza y era conocida como “la del gallo”, por ser tal ave el símbolo de la compañía Pierre Oil, Co. a la que pertenecía. Más tarde y ante la gran afluencia de vacacionistas, se instala otra propiedad de la Standar Oil Co., ubicándose en la esquina del Zócalo con la hoy calle Carranza. La tercera era de la Huasteca Petroleum Co., y se levantaba entre la parroquia de la Soledad y el edificio Pintos.
Cuando el presidente Cárdenas decrete el 18 de marzo de ese mismo año la expropiación petrolera, no faltarán comentarios sobre la vigilancia militar aplicada previamente a tales estaciones. “A lo mejor el general Flores, militar, sospechó que don Ismael Valverde, encargado de las tres empresas, se iba a levantar en armas”. Por cierto, el señor Valverde será alcalde de Acapulco en 1951-52.

Grasa, joven

A instancias de un bolero llegado de la Ciudad de México, Guillermo Wences, la agrupación de trabajadores del ramo formaliza en este año su adhesión a la Confederación Regional de Obreros Mexicanos (CROM). Gana presencia y respetabilidad. Tendrán su sede permanente en el jardín Álvarez, dejando de vagabundear por la ciudad. Sus servicios: diez centavos el aseo de zapatos de color, quince, blancos.
Algunos personajes acapulqueños como Pedro Huerta Castillo, director del combativo diario La Verdad y más tarde de su propio cotidiano, Revolución, contaba que tal fue su oficio al llegar de chamaco a Acapulco. El caso de Alejandro Arzate fue ejemplar: sin dejar de bolear en el Zócalo costeó sus estudios de abogacía en la UAG. ¿No el ex presidente Ernesto Zedillo dijo alguna vez sentirse orgulloso de haber lustrados zapatos en su niñez? Hoy da grasa a los gringos.
En el ámbito internacional no son pocos los personajes confesos de un pasado boleril y entre ellos, los ex presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, hoy en serios problemas, y Alejandro Toledo Manrique, de Perú. También, el cantante inglés Ozzy Osbourne; James Brown, El padrino del soul; el golfista Lee Treviño; Malcom X; y hasta Rico Mc Pato, quien confiesa haber ganado su primera moneda dando shine.
(Bolero, porque el betún con el que lustraban el calzado tenía forma de bola).