EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alcaldes de Acapulco (XLI)

Anituy Rebolledo Ayerdi

Agosto 09, 2018

La Séptima Flota del Pacífico

La bahía de Acapulco (“Hermosísima bahía”, llama Ricardo Garibay una de sus novelas ) fue lo que más llamó la atención del presidente de los Estados Unidos Dwigt D Eisenhower, durante su visita al puerto en 1959. Luego de navegarla en dos ocasiones, a bordo del yate presidencial Sotavento, donde sostuvo las pláticas oficiales con el presidente Adolfo López Mateos, el general de cinco estrellas confesó el impacto profundo provocado por aquél vaso azul en su ánimo de estratega. Su ubicación, extensión, su forma, su profundidad, su abrigo natural y hasta su diferentes azules.
Toda ella perfecta, precisó el presidente estadunidense sobre el cuerpo de agua acapulqueño, quizás más famoso del mundo. Y claro, como adorador ferviente del Dios Marte de la guerra, en un momento la visualizó estratégica para fines militares. Allí estaba el vencedor de la Segunda Guerra Mundial aparentando atención a la densa oratoria tropical de los políticos, mientras su imaginación volaba en torno a la bahía.
Albergar en ella, por ejemplo, a la Séptima Flota Naval del Pacífico, situando en el centro a los portaviones Enterprise y Saratoga, para tener una línea de vuelo natural. Dos destructores, Shilon y Blue Rods, a los lados de la Bocana y los cruceros Portland y San Francisco en el Club de Yates. La ensoñación era rota abruptamente por el estallido de los aplausos.
Un sueño el de Ike, sin duda. La Séptima Flota del Pacífico de Estados Unidos, símbolo del poderío militar de aquél país, la componían 70 barcos y submarinos, 300 aviones y 40 mil hombres. Hoy surcan las aguas del Pacífico desde Australia hasta el Estrecho de Bering. “Y mucho cuidao, recomendará hoy costeño, porque el jefe supremo de tal poderío es un pinche güero loco de atar”.

Los clavados

Otros de los recuerdos imperecederos que se llevó Ike en el corazón – todo según sus dichos— fueron la sencillez, la bonhomía, la sinceridad y el calor humano de los acapulqueños. Acapulco era uno de los poquísimos lugares en el mundo en que se había sentido auténticamente seguro. Y haciendo una difícil síntesis aquél grupo humano estaban los clavadistas de La Quebrada. Hombres sobrados de valor que arriesgan sus vidas en cada lance, todo para que Acapulco se mantenga en el liderazgo del turismo mundial.
Eisenhower disfrutó los clavados durante una cena en el cabaret La Perla del Hotel El Mirador, ofrecida por su anfitrión López Mateos. Por primera vez en un evento similar se dejó acercar a la gente. En la plazoleta de La Quebrada, la alcaldía de Romero Lopetegui organizó una verbena popular con cantos, comida y bailes de la región, con asistencia tumultuaria. Los presentes tuvieron la oportunidad de saludar a ambos mandatarios sin las reservas y temores de los guaruras y en al caso particular de los temibles G-Man.
(Chisme caliente: “No me lo va a crer, comadrita, pero a noche me topetié en La Quebrada con el propio señor Esinóber, pecoso, pecoso el hombre. Si, ese que es presidente de los gringos. ¿Y qué cré, cuma?: Me ofreció que va sacar una ley para que todos los güeros vengan a asolearse a Acapulco).

Que no se sepa

Ocurrió al término de la segunda plática entre los mandones. El Sotavento recala esta vez al malecón del puerto. El anciano jefe de Estado ha logrado saltar como chamaco de la embarcación al escalón con gradas destinado a ese efecto. En su turno, ALM se dispone a saltar luego de un fugaz ensayo de forma y sonrisa. Pero… ¿qué pasa? El fogonazo cegador de una cámara de prensa lo hace trastabillar. Situación Dramática con mayúsculas para el jefe de Estado mexicano. ¡No es la caída, es el ridículo! ¡Al agua el joven y apuesto mientras que el viejo le tiende la mano en displicente auxilio. ¡No , eso nunca! Una foto para el morbo mundial y el desprestigio de México… ¡Jamás!
Convertido en un auténtico felino, López Mateos logra tocar en su salto el concreto del malecón. Allí lo reciben los ansiosos brazos entorchados y desesperados del general Gómez Huerta, jefe del Estado Mayor Presidencial. Un relajante ¡Uuuuuffff!, saldrá de las gargantas ahí reunidas, preámbulo para el aplauso sonoro premiando la valentía y arrojo del jefe de Estado mexicano. El lo agradecerá a su manera.
Habrá de subrayarse, en honor de la verdad, que el presidente mexicano no reflejó en ningún momento angustia en su rostro. Por el contrario, mantuvo congelada una de sus sonrisas preferidas, entre Clark Gable y Pedro Infante. La mantendrá, incluso, cuando le miente la madre al desdichado fotógrafo, pero con la entonación de un discurso sobre la expropiación petrolera. Un hombre que cambiará la cámara por la venta de artesanías.

La Casa Blanca

La Casa Blanca emitirá un boletín oficial sobre la visita del presidente Eisenhower a México, invitado por el Presidente Adolfo López Mateos, mismo que en uno de sus seis apartados consigna:
En sus conversaciones, los dos Presidentes discutieron el impacto en sus países del movimiento migratorio a través de su frontera común. En este puerto mexicano de belleza incomparable al que miles de estadunidenses visitan felizmente cada año, los Presidentes consideraron particularmente apropiado expresar su placer con el creciente número de compatriotas que representan todos los caminos de la vida mexicana y estadounidense y que han hecho una calle de doble sentido, un borde común.

Los adioses

Olvidado el incidente del desembarco, sobre el que nadie hablará sencillamente porque oficial e históricamente nunca ocurrió, los adioses se producen durante una cena en el club de Skies, el 25de febrero de 1959.
Sincero o contagiado por una suerte de síndrome de los generales estadunidenses en retirada (Remember el “volveré” de MacArthur al salir de Filipinas), al abordar su avión, el general Eisenhower pidió al cielo” la gracia de volver a Acapulco antes de morir”. A ninguno de los dos se le concedió, como bien se sabe.

Relaciones exteriores

El presidente López Mateos dedica varios renglones de su primer informe de gobierno a la visita de su homólogo de los Estados Unidos, Dwiht D. Eisenhower, el primero de septiembre de 1959.
“El trato directo, franco y leal entre jefes de Estado allana la solución de cuestiones derivadas del sistema de relaciones internacionales. Con esta convicción me fue grato invitar al excelentísimo señor Dwight D. Eisenhower, Presidente de los Estados Unidos de América, quien llegó a Acapulco el 19 de febrero último”.
“Durante su estancia tuvimos oportunidad de cambiar impresiones sobre diversos tópicos de interés para los dos países que han sido del pleno dominio público. Atendiendo a la invitación que por su parte me hizo el señor Presidente Eisenhower para visitar los Estados Unidos de América, oportunamente solicitaré a esta H. Representación Nacional el permiso correspondiente. Mi visita tendrá el carácter de una cordial correspondencia al Primer Magistrado y al pueblo norteamericano.
“Lo que en ella se trate será igualmente de pleno dominio público. Nada tengo trata y nada traté en secreto”.
Centro de Salud

El presidente López Mateos volverá al puerto en noviembre de 1959, esta vez para inaugurar las modernas instalaciones del Centro de Salud de Acapulco, localizado en las calles de Vallarta y Durango. Lo acompañan el secretario de Salud, José Álvarez Amézquita, el gobernador Caballero Aburto y el alcalde Romero Lopetegui.

Biblioteca Dr. Alarcón

Se concluye en este año de 1959 la construcción de la primera biblioteca pública de Acapulco, Dr. Alfonso G Alarcón. El CAPCE ( Comité Administrador del Programa Federal de Construcción de Escuelas) la entrega al Departamento de Bibliotecas de la SEP para que programe su apertura.
Se trata de un edificio moderno de dos plantas localizado en las calles de La Quebrada y Madero, sitio ocupado primeramente por el curato del templo de la Soledad y más tarde por la Escuela Manuel M Acosta “La Tipo” . Consta, además, de sala de exposiciones, sala de conferencias, sala para proyecciones cinematográficas y taller para encuadernación y reparación de libros. Un lujo inapreciable para Acapulco.
El creador e impulsor del proyecto, don Rosendo Pintos Carvallo, fue nombrado primer director de la institución dotada, inicialmente, con cuatro mil textos.

Acapulco de noche

Exactamente a la mitad del siglo XX, los efervescentes cincuentas, Acapulco, sus centros de diversión nocturna, ya ofrecían espectáculos con artistas de fama internacional, brillando siempre en las más importantes carteleras del mundo. Aquí estuvieron entre muchos más:
Pedro Vargas, Beny Moré, Tabaquito, Marco Antonio Muñiz, Emilio Tuero, María Antonieta Pons, Celia Cruz, Carmen Rey, Las Hermanas Landín, Amparo Montes, Luis Arcaraz, Enrique Jorrín, Bola de Nieve, Los Violines de Villafontana, Tongolele, El Loco Valdés, Chimmy Monterrey, Trío Los Calaveras, Los Imperio, Antonio Badú, Los Caballeros, Tony Lamar, El Criollo, Antar, Martín Lagos, Hugo Goodman, Talúa, Amalia Mendoza, Los Tariácuri, Los Doce hermanos Zavala y los valores locales : Las Hermanas Marino, María de los Ángeles Rosas, el crooner Arturo Escobar García y más.
El Sombrero y el Flamingos fueron solo dos de muchos lugares con vida nocturna, ambos propiedad de Alfonso Valverde El Secre. Para dedicar toda su atención al Sombrero, aquél renta a un amigo el Flamingos, situación que aprovechó la Junta Federal de Mejoras Materiales para anular la concesión federal. Así, una noche de 1959, la maquinaria pesada de la Junta convierte el cabaret en playa vil. Encabronado, Valverde vende El Sombrero y nace ahí mismo El Zorro, con vida larga y exitosa.