EL-SUR

Jueves 25 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alcaldes de Acapulco (XXVI)

Anituy Rebolledo Ayerdi

Abril 26, 2018

Plaza de toros Dominguillo

Eran las 4 en punto de la tarde de aquel l 7 de mayo de 1950. El alcalde de Acapulco, Antonio del Valle Garzón, se disponía a inaugurar la plaza de toros Dominguillo, en la calle del mismo nombre. Lo acompañan los empresarios, toreros y demás invitados en el mismo centro del redondel. De pronto, se escucha un alarido sobrecogedor surgido de las 4 mil gargantas reunidas en aquel coso de madera.
Puestos de pie, los taurófilos advierten señalando con los índices la presencia de un toro que corre hacia el grupo humano. Va dispuesto a embestir con su fina cornamenta todo lo que se mueva, que es lo que mejor sabe hacer. Los toreros del cartel enfrentan a la bestia con oportunidad y valor. Cubren a los invitados, y entre ellos al señor presidente municipal, permitiéndoles correr hacia las tablas.
En un minuto todo el dramatismo que había entrañado aquella peligrosa presencia se tornará en hilarante bufonada. El público burlándose a carcajadas de aquellos señores estirados y circunspectos convertidos por el miedo en auténticos saltimbanquis.
El cartel de aquella tarde inaugural estaba formado por dos novilleros, Eduardo Vargas y José Juárez El Gitanillo, con toros de Santín. Las disculpas de la empresa al alcalde Del Valle versaron sobre un lamentable descuido del encargado de la puerta de toriles. “¡Después del susto, ya pa’ qué!”, comentará en voz baja el secretario particular.
La plaza Acapulco, en la calle de Dominguillo, había sido construida por doña Nabija Schekaiban, de la numerosa colonia sirio libanesa del puerto, propietaria del edificio en Escudero (hoy Chedraui) albergando una gran tienda de ropa de playa. Alguien le aconsejó a la Doña el negocio de los toros como fabricante de millonarios, poniendo como ejemplo al Dr. Gaona, de la plaza México. Serán los hermanos Torreblanca quienes hagan empresa. Dominguillo fue también arena de box, lucha libre y escenario de variedades artísticas.

Amorcito corazón

Hablando de la plaza de toros Dominguillo y en pleno recordatorio luctuoso de Pedro Infante, no nos resistimos a contar una anécdota que los involucra, junto con el periodista José María Severiano Gómez, Chema Gómez, editor de los diarios El Gráfico y su vespertino.
Dedicado un tiempo a empresario artístico, Chema armaba un cuadro completo de variedades para presentarlas en la plaza de Dominguillo. El espectáculo sabatino incluía algún número local y el resto contratado en la Ciudad de México. Un par de cómicos, de preferencia léperos; una vedette de caderas opulentas aunque no supiera dar un paso de baile; una cantante vernácula lo suficientemente ronca para que pasara por Lucha Reyes (ya difunta, por supuesto) y la estrella de la variedad. De esta dependía llenar o no la plaza de 4 mil asientos.
Aquél sábado por la noche, la plaza Dominguillo lucía llena “hasta la bandera”, como solían decirlos cronistas taurinos. Y cómo no, si el programa de mano tenía un nombre que lo abarcaba todo: ¡Pedro Infante! Empresarios envidiosos negaban la capacidad de Chema para manejar al ídolo, asegurando que era Infante quien en realidad hacía empresa, ayudado aquí por el periodista. Haiga sido como haiga sido, Pedro Infante está por terminar su actuación, canta por tercera ocasión Amorcito corazón y ha advertido que será la última.
Amorcito corazón, yo tengo tentación de un beso que se pierda en el calor de un be… (Infante concluye abruptamente la canción que le cantaba a su Chorreada, Blanca Estela Pavón, para gritar con todo el poderío de sus pulmones, mirando siempre hacia la puerta de toriles:
–¡Chema, Chema, cabrón, no te lleves la lana! –al tiempo que abandona el micrófono y el sombrero de charro para correr hacia el interpelado.
Más tarde, el periodista contará que Pedro Infante le pidió aquella noche disculpas por su exabrupto. Cuando él le explique que había visto gente sospechosa rondando la taquilla, donde se guardaban las dos costalillas repletas de “pachucos” (billetes de un peso), por lo que él decidió llevarlas a la cajuela del coche.

Ismael Valverde, alcalde

El periodista Enrique Díaz Clavel, entrañable amigo, recuerda en una de sus crónicas que aún antes de asumir la gubernatura de Guerrero, Alejandro Gómez Maganda (1 de abril de 1951-21 de mayo de 1954) había dado su opinión sobre la sucesión municipal. “Fue ésta en favor de su cuñado Ismael Valverde, quien ya formaba parte del inventario municipal a cargo casi siempre de la secretaría general. Síndico en el Cabildo anterior”.
Y en efecto, el 1 de enero de 1951 don Ismael Valverde Valverde, de Tecpan de Galeana, asume la presidencia municipal de Acapulco para un periodo todavía de dos años. Lo acompañan el profesor Gerardo Bello Hernández como síndico procurador y son regidores Ladislao Diego, el locutor Ángel Luis Espejel, Ramiro Sosa Meléndez, Raymundo Rosas Abarca y Rodolfo Gutiérrez. Bello Hernández será relevado al año por Sosa Meléndez y entrará un nuevo edil, el profesor Odón Morales Espinoza.

De presidente a presidente

El presidente Miguel Alemán justificaba con inauguraciones foráneas sus constantes ausencias de Los Pinos, siendo muy frecuentes sus escapadas hasta este puerto. Aquí gozaba de dulces aventuras marítimas navegando en el yate presidencial Sotavento, anclado permanente en nuestro malecón. Entre sus compañías femeninas, bellezas deslumbrantes del cine, se mencionaban a la mexicana María Félix y a la brasileña Leonora Amar. Esta última con permanencia voluntaria en la cartelera del cabaret Ciro’s Casablanca.
Faltando un año para que concluya el sexenio alemanista, el 28 de noviembre de 1951, el jefe del Estado realiza una gira de trabajo por este municipio. Lo acompañan el gobernador Alejandro Gómez Maganda (1951-1954) y el alcalde Ismael Valverde, para la entrega de servicios de agua potable y alumbrado público en las localidades de La Sabana y de Pie de la Cuesta.
En el primer punto don Carlos Adame, alto funcionario del gobierno del estado, agradece la generosidad y bonhomía de Alemán, mientras que en Pie de la Cuesta lo hace don Félix Terán, presidente del comisario ejidal. Frente al micrófono, el líder campesino carraspea dos veces para aventar el producto salival a varios metros de distancia. Será entonces cuando inicie su alocución.
–Señor licenciado don Miguel Alemán Valdez, primeramente le doy a usted la más calurosa bienvenida a este su pueblo de Pie de la Cuesta, lo mismo que a sus acompañantes. Luego quiero agradecerle a nombre de mi pueblo los beneficios que nos ha traído: el agua para que ver si algunos se bañan más seguido y el alumbrado para que ya no nos “clareen” cuando salgamos por las noches salgamos a miar. Además, señor, quiero decirle pero ahora de ¡de presidente a presidente!, que mientras usted nos trae beneficios otros cabrones del gobierno…
La carcajada franca y sonora del mandatario, seguida por la estruendosa del auditorio, desarma al orador, quien guarda su papelito para recibir el abrazo caluroso de don Miguel. Se le unen los de todos los “cacas grandes” y “güelepedos” que venía con él, según la crónica verbal de un lugareño.
Entrando en el terreno resbaladizo de las intimidades palaciegas, se hablará que en cuanto entregue la presidencia de la República a su sucesor, don Adolfo Ruiz Cortines, quedando las cosas entre veracruzanos, don Miguel Alemán volará hacia Europa. Lo acompañarán cuatro amigos y una dama (¿?). Adivinaron: la garota Leonora Amar, conocida en el mundo del espectáculo como La Venus brasileña.

Arriba del cerro

Félix Terán hacía referencia en su discurso a la letra de un corrido en boga y mucho más tarde rescatado por mi compadre Tadeo Arredondo:
Arriba del cerro / mataron a un hombre / de esos que en la noche / se salen a miar / Lo mataron allá por la cuesta / por la cuesta, a la orilla del mar.

El amigo Víctor

Don Nicolás Zúñiga y Miranda consiguió fama pública entre dos siglos y hasta un lugarcito en la historia, entre burlas y chacotas, por disputar en varias ocasiones la presidencia de la República a don Porfirio Díaz. Desterrado éste, acusará de fraude electoral a por lo menos tres caudillos revolucionarios, a quienes también se enfrentará en las urnas. Loco no estaba.
Un personaje similar se dio en Acapulco. Lo desempeñó don Víctor Muñoz Vergara, de oficio peluquero, con establecimiento ubicado en Madero, a un lado de la parroquia de la Soledad. Puntualmente, cada cambio de administración municipal, el Amigo Víctor, como le llamaba todo mundo, lanzaba su candidatura independiente. La hará suya con el tiempo un grupo de “cultivadores” o “guaqueros” quienes le preparaban discursos homéricos y declaraciones sensacionalistas. Entre ellos figuraban personajes como el licenciado Luis Martínez Cabañas, Toño Pintos Carballo, y don Manuel Linares Alarcón, entre muchos.
Para el cronista Carlos E. Adame fue el Amigo Víctor un tipo con un gran sentido del humor que se dejaba pitorrear pero que a la vez él se burlaba de los demás. Platicador como todo buen peluquero, nunca cobró sus servicios a quienes le auguraban que sería tan buen alcalde como lo había sido Juan R. Escudero.
De hablar pausado y entrecortado, el Amigo Víctor disfrutaba, mientras hacía su trabajo, sus proyectos en favor de los acapulqueños Entre otros la Ley Otorgatal, que obligaba al municipio a donar terrenos a quienes carecieran de casa. Y el Código Mortífero, aplicado contra los delincuentes para dar seguridad a los porteños. Hoy mismo, en Acapulco abundan los Zúñiga y Miranda y también los Amigo Víctor.

Obras

Una de las primeras promesas cumplidas por parte del alcalde Valverde serán la construcción de dos puentes en Cuauhtémoc, sobre el río Grande o Aguas Blancas a de la Fábrica y Palma Sola-Camarón. Construye el mercado de zona en Canal de Aeración y José Azueta (hoy CAPAMA, más tarde Palacio Municipal), en el que nunca se vendieron ni siquiera chiles y tomates porque los comerciantes le adjudicaban “mala ventura”. Ni aun cuando policías los llevaran jaloneados desde el mercado de El Parazal. Y eso que sólo había 28 uniformados.

Cruceros

Si bien los cruceros turísticos extranjeros han tocado el puerto desde los años 20, el gobierno municipal de don Ismael Valverde firma en 1953 convenios con las empresas navieras Grace Line, Cruceros Caribe, e Independence Line, para la recepción de sus embarcaciones en este puerto.