EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alcaldes de Acapulco (XXXV)

Anituy Rebolledo Ayerdi

Junio 28, 2018

Cabildazo

El gobernador Darío L. Arrieta Mateos se sale finalmente con la suya. Consigue con malas artes la salida del alcalde Efrén Villalvazo Alarcón, cuando apenas ha transcurrido un año del periodo constitucional de dos (1955-1956). Las expresiones nada amistosas de uno y otro serán pasto de una opinión pública morbosa, disfrutando como chamacos en volantín.
EVA: “¡Ya me tenía hasta la madre este miserable Trucutú ( hombre de la edad de piedra, personaje de popular tira cómica), con sus exigencias inmorales para él y toda su banda”.
DAM: “Algo me dijo desde el primer día en que este Güerito no era el hombre indicado para Acapulco y sólo lo acepté, como se sabe, por una orden directa del presidente de la República. Yo mismo hubiera querido echarlo a patadas”.

El relevo

Una vez que el Congreso del Estado ha designado a los miembros del Consejo Municipal que deberá concluir el periodo de Villalvazo, el gobernador Arrieta ordena a Luis Téllez Bustamante, secretario general de Gobierno, trasladarse al puerto de Acapulco para instalar a la nueva administración. Deberá dar posesión como alcalde de Acapulco al licenciado Luis Martínez Cabañas, extrañamente por tratarse del síndico del Ayuntamiento defenestrado.
Aquí, Téllez Bustamante, docilito, se deja manipular por los ediles “chuchacuereros” opositores a que Martínez Cabañas encabece el Consejo Municipal. Argumentan que es “frastero”, es decir, no es acapulqueño, sino campechano. Además, que ellos se han anticipado al señor gobernador eligiendo como alcalde al líder campesino Félix Leyva Parra, regidor por la CNC.
–¡Está cabrón! –suelta el secretario general y él mismo, sorprendido, se disculpa por el exabrupto.
Luis Téllez Bustamante, quien tiene como Biblia laica al “mamotreto más parchado que calzón de pobre”, según conseja popular referida a la Constitución, es un hombre de gran prosapia jurídica. Se siente y está entrampado. La imagen gesticulante de Arrieta que ha ocupado su pensamiento durante todo el camino al puerto, es borrada de sopetón al escuchar una nueva propuesta por parte de los ediles:
–¡Ni usted ni nosotros, señor licenciado, que la presidencia municipal se juegue en un volado!

El volado

Un LTB reanimado, se diría que entusiasmado, acepta inmediatamente la propuesta, abrigando en el fondo la esperanza de que Martínez pueda ganarlo y salvar así su chamba. Entonces el jurisconsulta exaltará el método de dejar a la suerte de un volado la solución de problema entrampado. Se remonta a la antigua Roma imperial en la que, afirma doctoralmente, se llegó a ese método ante una difícil elección del emperador. “Entonces no somos tan pendejos”, comentará uno de los ediles.
–¡Águila, águila, águila!, entallan en coro los concejales y en efecto el peso de plata 07. 20 perfila a la impasible carroñera con sus alas replegadas. ¡Félix Leyva es nuestro presidente municipal!, es el otro coro, este más sonoro. El secretario general de Gobierno abrevia aquello farragoso de “aceptan cumplir y hacer cumplir bla bla bla”, pues está urgido por regresar a Chilpancingo. Felicidades y adiós.
–Su orden, señor gobernador, fue cumplida en tiempo y forma salvo algunas circunstancias salidas de control, no contempladas en el planteamiento original –informa Bustamante de corridito ante al mandatario. ¡El líder campesino Felix Leyva Parra es el nuevo alcalde de Acapulco… ganó el volado acordado por el Cabildo!
–¡Que que quéeee! ¿Es verdad lo que usted me dice, señor licenciado, o sólo me está jugando una broma que nunca le he permitido ni le permitiré. ¿Cómo puede ser alguien tan pendejo para trastocar una orden constitucional confundiéndola con un juego de merengueros? ¡Y no me diga una sola palabra más; me conozco y no vaya yo a cometer alguna pendejada de la que después pueda arrepentirme. ¡Regrésese inmediatamente a Acapulco y jure como alcalde al licenciado Luis Martínez Cabañas, pero ya”! ¡Ah!, y por favor, señor licenciado, no me venga con otra pendejada del mismo tamaño porque ora sí lo corro!

LMC, alcalde

El Consejo Municipal de Acapulco de 1956 queda finalmente integrado por el alcalde Luis Martínez Cabañas y los regidores Rogelio Noriega Mares, director de la revista Acapulco; Jesús Rodríguez López, Martín Calvo Carbajal, Jesús Añorve Torres y Francisco Arizmendi. Ninguna dama

Damas no

El “cabildazo” había “tumbado de la burra”, según expresión popular, a los ediles Jovita Salgado de Castrejón, Fernando M. Lluck, Darío Esteves Leyva, Germán Flores Basurto y Rafael Añorve. El síndico Martínez Cabañas, como se ha dicho, no sólo logra soportar los reparos del cuadrúpedo sino que hará de las riendas del mismo. Nunca se cuestionó la legalidad de su designación.
Las protestas femeniles por la ausencia de género en el Cabildo serán muy débiles, anticipándose seguramente a convicción del gobernador Arrieta, expresada constantemente: “Las viejas nacieron para la cocina y la cama, no para la política”. Y eso que se trataba de la segunda ocasión en la historia política de Acapulco que una dama, Jovita Salgado de Castrejón, dirigente cetemista, accedía a una posición de concejal. La primera había sido doña María de la O, también de pisa y corre, en 1945.

Mujeres “polacas”

En los medios de entonces se presentaba la imagen de la primera mujer sufragista de México. Lucía enjoyada y luciendo un peinado alto al estilo de la reina María Antonieta, de Francia. Se trataba de doña María Izaguirre, esposa del presidente Adolfo Ruiz Cortines, el autor de la hazaña, votando en las elecciones para diputados federales de 1955.
A partir de entonces siete señoras, algunas ajenas a dietas torturantes, han gobernado un número igual de entidades del país; 57 han ocupado escaños en el Senado de la República y 214 han sido diputadas federales. Entre estas últimas, la primera legisladora llegada al Congreso vía un partido ajeno al PRI, el PPS, fue la guerrerense Macrina Rabadán, por Iguala.

Coco Chanel

Hablando de damas, fue precisamente por aquellos ayeres, al cumplirse medio siglo de la creación del brasier, que la modista francesa Coco Chanel lanza su grito de guerra de “fuera prótesis de los bustos. Su llamado vehemente a las mujeres del mundo es lucirlos planos, proporcionando a la mujer una figura estilizada de gimnasta o bailarina. La única diseñadora incluida en la lista de las 100 personas más influyentes del siglo XX, de la revista Time, dejó para la posteridad algunos consejos de impresionante actualidad para las féminas:
1.- La belleza deberá comenzar en el alma y el corazón, de otra manera los cosméticos son inútiles.
2.- La sencillez es la clave de la elegancia.
3.- Las mujeres necesitamos la belleza para que los hombres nos amen, y la estupidez para que nosotras amemos a los hombres.
4.- Para ser irremplazable, una debe buscar siempre ser diferente.
5.- Una mujer debe ser dos cosas: elegante y fabulosa.
6.- El perfume anuncia la llegada de una mujer y alarga su memoria.
7.- No existen mujeres feas, sólo mujeres que no se saben arreglar.
8.- Vístete hoy como si fueras a conocer a tu peor enemigo.
9.- Una mujer puede darlo todo con una sonrisa y recuperarlo con una lágrima.
10.- Una mujer debe perfumarse donde ella desea ser besada.

El muro de Díaz Lombardo

Como síndico del ayuntamiento, presidido por don Efrén Vllalvazo, Luis Martínez Cabañas fue bombardeado con denuncias del comercio del Centro de la ciudad. Se quejaban de las arbitrariedades del personal acapulqueño del empresario Antonio Díaz Lombardo, propietario del Banco del Transporte, la empresa Aeronaves de México y aquí del Hotel La Marina, levantado 24 años atrás en pleno Zócalo.
El atropello de aquella ocasión iba más allá al pretender el creso alemanista levantar un muro invadiendo por lo menos dos metros de la plancha del Zócalo, a partir de la calle Benito Juárez y hasta la Costera, argumentando que le pertenecían. Mismo frente de los portales actuales dedicados a la venta de artesanías.
Abogado postulante, el alcalde sabía a quién se enfrentaba, un amigo y socio de Alemán. Un litigio se llevaría un buen rato y sin la seguridad para el municipio de ganarlo y eso era lo más seguro. Hombre de decisiones rápidas, toma un buen día la suya. Ordena, con la secrecía necesaria, lo indispensable para actuar esa misma noche. Él mismo, sólo acompañado por su director de Obras Públicas, encabeza las tareas de demolición de aquel muro desde sus cimientos.
A la mañana siguiente, la concurrencia a la misa de 6 en la parroquia de la Soledad se preguntará extrañada por la barda de Díaz Lombardo, que apenas ayer allí estaba. No faltarán los desmañanados que cuenten los hechos como una auténtica hazaña de Martínez Cabañas, que elevará los bonos de este como alcalde, ganándose, además, el respeto de la población.