EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alcaldes de Acapulco (XXXVI)

Anituy Rebolledo Ayerdi

Julio 05, 2018

Martínez Cabañas, 1956

Carácter y temple puso en juego el licenciado Luis Martínez Cabañas para hacer memorable su paso por la administración municipal de Acapulco. Durante los casi 13 meses como presidente del Concejo Municipal practicó un ejercicio pleno de congruencia y honradez. Pretendía, según su propia intención, dejar sentado que son los hombres quienes otorgan autoridad, categoría y respeto a la función pública, y no al revés.
Enrique Díaz Clavel, hermano periodista y cronista de la ciudad durante los años en que cubrió la fuente municipal para el diario Trópico, fue testigo de muchos pasajes del influyentismo del que está sobrada la política. Hoy, uno en torno al alcalde acapulqueño. Tratabas en este caso de un influyente capitalino, sobrado de poder, según presunción personal, amigo de poderosos y mucha insolencia personal. Según su solicitud de audiencia, el hombree aquél acudía al pago de una infracción al Bando, en materia de obras públicas. Pero no fue así. Frente Martínez Cabañas se suelta cual de caza:
–No he venido ni a que me quite ni a que me rebaje esta multa, la que considero no solamente injusta sino aberrante. Y no lo hago porque tengo recursos y amigos para dejarla automáticamente sin efecto. He querido venir solamente para conocer a la clase de persona que gobiernan este pueblucho y decirles lo que hago y haré con las infracciones que ordenen aplicar en mi obra (un inmueble en zona Dorada). ¡Mire lo que hago con su multa, la rompo, sí señor, porque es arbitraria! ¡Sí señor, la hago trizas porque para mí no significa nada esta autoridad!
Y en efecto, el hombre aquél, fuera de sí, enajenado, convierte el documento en mil pedazos para arrojarlo enseguida a los pies del concejal. El energúmeno no abandona la sala para, engallado, provocar amenazante al primer edil:
–¡Ande, llame a sus matones para que me golpeen o me maten, que en Guerrero es lo único que saben hacer, ande!

Se lo come

El rostro encendido de Martínez Cabañas revelaba su comprensible irritación, misma que logra controlar con mucho esfuerzo pues era bien conocido su carácter fuerte, nada “campechano” por cierto. Llama a Juan Ochoa Aivar, su único ayudante, algo le ordena y aquel se retira.
El insolente estaba, como antes no se dijo, sacado de onda. Permanece vociferante en el mismo sitio mientras el alcalde recoge uno a uno los muchos recortes del pliego oficial, esparcidos en el piso. Una vez en su mano los empuña fuertemente
–¡Aquí está la Yoli que me ordenó, señor presidente, le entrega Ochoa el refresco!
Será entonces cuando el todavía rubicundo alcalde se dirija al majadero, a quien en otras circunstancias le habría despedazado la cara, para entregarle el reducto del documento, junto con la Yoli.
–Sabe qué, mi amigo, ahora se va a tragar el producto de su majadería y falta de respeto a la autoridad. Tráguese su insolencia y no olvide que al presidente municipal de Acapulco se le respeta.
Díaz Clavel no daba testimonio si, en efecto, el hombre aquel había deglutido bocado de papel, Lo que sí dijo es que salió como alma que llevaba el diablo.

Pensiones

Haciendo válido el dicho de que “dos aleznas no se pican”, el gobernador Darío Arrieta Mateos y el alcalde Luis Martínez Cabañas mantuvieron magníficas relaciones amistosas y por tanto de colaboración institucional. Este último, por ejemplo, acompaña al mandatario a la entrega de los primeros prestamos del gobierno del estado a los trabajadores a su servicio. Los reciben el 3 de enero de 1956, la maestra Margarita Memije Muñoz y el burócrata don Darío Guerrero Gutiérrez.
La fecha de la entrega será adoptada por la burocracia como fundacional de la Dirección de Pensiones y Compensaciones Civiles del Estado.

El chachachá

Los malquerientes de Arrieta Mateos no descansan en desentrañar los momentos en los que el carácter le juega malas pasadas, engrosando un glosario de suyo abultado. Como este.
Durante el desfile del 16 de septiembre de 1956, el gobernador Arrieta ordena al director de la Banda del Estado, maestro José A. Ocampo, la interpretación de una pieza al ritmo de chachachá. La negativa por no contar con archivos de esa clase de música, será tomada por el mandatario como un acto de desobediencia, ordenando el cese inmediato del director Ocampo. El propio Arrieta convoca al día siguiente a toda la orquesta para presentar a su nuevo director, Artemio Méndez Bravo, pero este no acepta en solidaridad con su maestro. Enfurecido, el gobernador cesa a todo el conjunto.
Don Artemio Méndez fue director fundador de la Banda de Acapulco quien, a partir de aquella experiencia, tocará el Mambo número 8, por ejemplo, como no lo hacía Pérez Prado.
Fidel Castro

La edición del diario Trópico del 26 de julio de 1956 da cuenta de la captura de un grupo de extranjeros realizando prácticas de tiro en el rancho Santa Rosa, a 35 kilómetros de la capital del país. La policía federal logra el decomiso de todo un arsenal en poder del grupo encabezado por Fidel Castro, cubano y Ernesto Guevara, argentino. La secretaría de Gobernación informa que tal presencia será investigada a fondo y que pronto tendrá sus consecuencias.
No obstante, pasados apenas unos cuantos días, el grupo aquél es puesto en libertad sin cargos e incluso la devolución del arsenal decomisado, según información de los medios.
Cuatro meses más tarde, el 26 de noviembre del mismo 1956, se conocerá que el mismo grupo, ahora sí identificados como guerrilleros dispuestos a echar de Cuba al dictador a Fulgencio Batista, ha zarpado del puerto de Tuxpan, Veracruz. Va a bordo del yate gringo Granma y su destino es la isla caribeña, a cuyas costas arriban el 2 de diciembre

¡Ah, bárbara!

Zig Zag, la columna de sociales de Trópico, revela la constante presencia de la estadunidense Bárbara Hutton en el cabaret La Perla del hotel El Mirador, insinuando incluso un flirt entre la dama y el suizo Teddy Stauffer, creador y gerente del establecimiento.
La información abona cero al prestigio de Teddy como “Don Juan irresistible”, habida cuenta que la aludida señora Hutton no pertenece al firmamento jolibudense. Hacía un año, por cierto, que el músico venido de Suiza se había separado de la actriz y científica austriaca Hedy Lamarr. Mentira: ella había huido de Acapulco a los pocos meses de la unión matrimonial. Consideraba imposible la vida en el puerto, para ella y sus dos hijas pequeñas, particularmente por el calor y la comida.

¿Quién era Barbara?

Barbara Hutton Woolworth es conocida como “la pobre niña rica” a partir de que, a los cinco años, hereda de su madre suicida una fortuna de 300 millones de dólares, propietaria única de los almacenes Winfield-Woolworth de Nueva York. A partir de los 18 años en que Bárbara tome posesión de su fortuna, será la mujer más rica del mundo. Si bien emocionalmente será diagnosticada con el síndrome de “patito feo” y lo que ello signifique.
La señora Hutton Woolworth se dedicará a viajar por el mundo y a pasar largas temporadas en países orientales, siempre atenta a los dictadores de su corazón. Contraerá hasta nueve matrimonios con aristócratas, príncipes, condes, vagos, caza fortunas y el playboy internacional Porfirio Rovirosa, no obstante estar ligado el dominicano con la actriz Zsa Zsa Gabor. El actor Gary Grant, miembro de la “pandilla de Hollywood”, dueña del hotel Flamingos de Acapulco, fue el único ex marido de la Hutton que rechazó participar en el reparto de los últimos 3 mil dólares dejados por la dama.
Luego de estar en Acapulco, la señora Hutton escoge la ciudad de Cuernavaca para vivir y allá adquiere un terreno de 120 mil metros cuadrados, donde construye un palacio japonés al que bautiza como Sumiya (paz, tranquilidad, longevidad) hoy hotel Camino Real. “La pobre niña rica” muere a los 66 años víctima de insuficiencia alimentaria e infarto al miocardio.

Calle Matamoros

Llegará el momento en que la calle Matamoros, en torno al mercado El Parazal, sea totalmente intransitable acusa de estar ocupada, tan larga y ancha como es, por vendedores de todos los giros y modalidades.
El alcalde Martínez Cabañas, urgido por los comerciantes establecidos y las denuncias del diario La Verdad, decide no esperar más a que líderes de todas la siglas y colores cumplan las promesas reiteradas de “abrirse”, y actúa. Él mismo encabeza el operativo para despejar la artería, esta vez a las 5 de la mañana y con el auxilio de todos los elementos policiacos con los que cuenta el municipio.
A eso del mediodía, el “parte de guerra” consignaba la toma incruenta de la plaza y su entrega inmediata al uso común de peatones y automovilistas. No se mencionaba, sin embargo, ni la suma ni la intensidad de los denuestos proferidos con dedicatoria especial para el comandante de la operación. Recordatorios maternos, por supuesto.
Tampoco consignaba el hipotético parte de novedades, en el apartado de “bajas”, el “ojo de cotorra” que presentaba una dama cuyas proporciones competían con las de un luchador japonés de sumo. Nada, igualmente, se decía sobre el origen de aquel amoratamiento, incluido un breve desvío de la nariz: Un derechazo contundente del señor presidente municipal. Justificado, según el propio documento, en tanto que el alcalde había usado la eficaz derecha en defensa de su vida. Cuando la mujer aquella, armada con tremendo garrote, se lance en su contra dispuesta a partirle la testa; madre, dijo ella.
Otra bronca del alcalde LMC será en aras de la ampliación del mismo mercado El Parazal, cuando tenga que sacrificar las instalaciones deportivas concebidas lustros atrás para recreo de los comerciantes. Sobre protestas y amenazas eliminará las áreas dedicadas al volibol, basquetbol, frontón e incluso beisbol.

LMC

Hijo del juez federal Francisco Martínez Alomía, Luis Martínez Cabañas fue notario público número uno, supliendo al también alcalde Antonio del Valle Garzón. Como magistrado del Tribunal Superior de Justicia del Estado, ratificó la sentencia de 11 años dictada un juez a Sofía Celorio de Bassi, por el homicidio de su yerno, el conde italiano Cesare D’Acquarone.