EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alejandro Zambra y las telas de la cebolla de la poesía chilena

Adán Ramírez Serret

Julio 24, 2020

Hay países que condicionan con estigmas particulares a sus habitantes, pues han surgido dentro de sus fronteras figuras tan contundentes que es imposible decir su origen sin cargar con el peso de una tradición.
Es imposible ser inglés, por ejemplo, y tener una banda de rock sin pensar en Los Beatles. O si se es brasileño y futbolista, en Pelé. O ser venezolana y ser modelo sin pensar en Irene Sáez y las demás Miss Universo –dice Alejandro Zambra y en la misma vertiente–, ser chileno y ser poeta.
Este es precisamente el tema sobre el que gira la más reciente y entrañable novela de Alejandro Zambra (Santiago de Chile, 1975) Poeta chileno.
Y es que sucede que Chile es un país extraño en el Cono Sur. Pensemos en el argentino Ricardo Piglia que lo ha llamado insular aunque esté en un continente –lo denominó así por el carácter apartado y melancólico de sus escritores y porque los potentes Andes los exilian–; un país azotado por la dictadura y vecino –y rival– de países tan importantes como Perú o Argentina; Chile ha tenido, tiene y seguro seguirá teniendo, muchísimos poetas. Al grado que si eres joven, vives en Santiago y sufres halitosis, casi seguro eres poeta.
Se pueden decir muchos nombres, pero se debe comenzar por dos, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, por su talento, por su carácter cosmopolita y porque ambos ganaron el Premio Nobel de Literatura.
Con todo, la más reciente novela de Zambra no es tan literaria o no demasiado, es decir, no es aburrida. Porque no es una novela –o puede no serlo– necesariamente sobre libros. Es una historia con sexo, divertida y melancólica –como canción de Los Beatles, por cierto– sobre un par de varones –los dos se dedican a la poesía, por supuesto–, que habitan Santiago de Chile en dos diferentes épocas. Uno, a fines de los noventa –el padrastro–, y el otro –el hijastro– en la segunda mitad del siglo veintiuno.
Poeta chileno es muchas novelas; si en sus libros anteriores, Zambra era un poeta bonsái del que veíamos, leíamos, los momentos depurados de manera sutil y elegante de una historia. en esta, su más reciente novela, se toma la calma de escribir varias historias. Todas ellas potentes y cada una con su propia trama que se rige bajos sus propias reglas.
La primera parte de la novela es una historia de amor y de formación de un poeta. La historia de Gonzalo y Carla, sus ires y venires como pareja. Una reflexión sobre las relaciones de los noventa y sobre la paternidad. ¿Qué es un padre y qué es un padrastro? Palabra horrible sobre la que escribe un resentido monólogo Gonzalo.
La segunda parte del libro es la historia años después, del hijastro, Vicente y sus experiencias con una gringa, perdida en Chile y periodista, entre la fauna de poetas chilenos que tiene un rango de edad que va de los dieciocho del poeta en ciernes Vicente a noventa y nueve, del poeta consolidado y amado y más odiado aun Nicanor Parra.
Poeta chileno es una de aquellas novelas que parecen escritas para jóvenes y que es imprescindible leer antes de los veinte. Pertenece a esa extraña familia, como Rayuela de Cortázar y Los detectives salvajes de Bolaño, en donde uno se deja de sentir un viejo de treinta, cuarenta o más, y la lees como si aún pudieras tomar las decisiones más importantes de tu vida.
La más reciente novela de Zambra es un homenaje-parodia a Neruda, Mistral, Huidobro, Pablo de Rokha y una centena más de poetas chilenos, en donde descubrimos las diferentes capas de la poesía chilena, abrazada y observada, por un narrador trepado en los hombros de Roberto Bolaño.
Alejandro Zambra, Poeta chileno, Ciudad de México, Anagrama, 2020. 421 páginas.