EL-SUR

Miércoles 24 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Alimentación y derecho a la salud

Jesús Mendoza Zaragoza

Julio 27, 2020

 

A lo largo de la actual pandemia hemos estado considerando a la salud como un bien que tiene que ser cuidado con esmero y con responsabilidad. Nos hemos dado cuenta de que el riesgo de contagio con el virus es proporcional al deterioro de la salud en las personas y en los pueblos. Y hemos estado reconociendo las ventajas que tiene la salud para una vida más digna.
Desgraciadamente está muy extendida la carencia de una cultura de cuidado de la salud. Lo comprobamos con el hecho de que mucha gente no ha sido corresponsable para asumir las medidas de prevención necesarias ante los contagios. Es una inercia ancestral que ha puesto límites a los esfuerzos de la sociedad y de los gobiernos por disminuir los riesgos de contagios. Pero es una inercia que tenemos que asumir como un reto para mejorar las condiciones de vida de la comunidad.
Es cierto que la salud tiene una serie de factores. Y ahora quiero tomar uno de los fundamentales. La alimentación tiene un lugar primordial a la hora de plantear condiciones saludables de vida. Bien se ha dicho que la mejor medicina es la alimentación y de que ésta es la mejor manera de prevenir enfermedades.
Pero resulta que no contamos con las condiciones para que esta verdad nos favorezca. Ni las condiciones objetivas ni las condiciones subjetivas. Ni el país cuenta con los alimentos saludables que favorecen la salud de la gente, ni ésta hace su parte para consumir alimentos sanos.
Tenemos inercias económicas que dificultan una buena alimentación. Grandes empresas trasnacionales tienen en sus manos el manejo de los alimentos procesados con todas las desventajas que provienen de estar secuestrados en torno al lucro y a la espe-culación, propios del modelo económico. Y, por otra parte, muchas familias en situación de extrema pobreza, carecen de los recursos necesarios para proveerse de alimentos suficientes y, además, carecemos de la educación necesaria sobre este asunto.
Hay que hablar, en este tema, de la salud como un derecho humano. Todos tenemos derecho al acceso a la salud como un bien que tiene que estar protegido y garantizado. Y para ello, el Estado tutela este bien con todas las medidas necesarias para lograrlo. ¿Cómo puede hacer el Estado a partir de las condiciones de salud desde la perspectiva de la alimentación? ¿Qué tiene que hacer el Estado para que todos los mexicanos tengamos acceso a alimentos suficientes y sanos? Según mi parecer hay algunas líneas de acción que debieran convertirse en políticas públicas orientadas a garantizar la salud de todos.
Una primera, es la información. En estos días hay una polémica relacionada con la exigencia gubernamental para que la industria refresquera coloque etiquetas con la información necesaria en los envases, en la que se incluyan los riesgos del consumo de los productos que se presenten al público. Muchos ciudadanos no saben lo que compran cuando adquieren bebidas o alimentos procesados. No tienen la información suficiente para decidir lo que consumen. Toda la alimentación chatarra, que es abundantísima, tiene que ser exhibida como tal. Y los consumidores han de contar con la información necesaria para decidir si la compran y la consumen, y de los riesgos que se acarrean.
La segunda línea de acción tendría que ser la educación. La información no es suficiente. La educación capacita a las personas para tomar buenas decisiones en torno a los asuntos que les afectan. La educación para la salud y, en su caso, para la alimentación, es fundamental, de manera que se generen actitudes y conductas favorables para conservar y para promover la salud. Este tendría que ser un gran tema para la educación en la escuela y en otros espacios de la sociedad, como lo es la familia.
Y una tercera línea de acción, complementaria a las anteriores tiene que ser la restricción. Tomando en cuenta las dos medidas anteriores, la restricción mediante medidas legales importa mucho. Algo se ha hecho ya en las escuelas, pero no es suficiente, al reglamentar los alimentos que se pueden ofrecer a niños y jóvenes. En muchos casos parece una simulación. La escuela debiera ser un espacio educativo que integre la congruencia práctica. En ninguna escuela debieran permitirse ni alimentos ni bebidas nocivas a la salud por el hecho de que la misma práctica educa.
El Estado tiene la gran responsabilidad de garantizar las mejores condiciones de salud para todos. Por lo que respecta a la alimentación, se requiere un ordenamiento adecuado para que ésta se convierta en un verdadero factor de la salud. Por ello, le toca garantizar la información y la educación relacionadas con la alimentación y restringir mediante las normas suficientes a aquéllos así llamados alimentos que suelen hacer más daño que bien.
Es sabido que detrás de esta gran responsabilidad del Estado están los inmensos intereses de la industria alimentaria y de las empresas refresqueras, que han lucrado con la salud de los mexicanos y no parecen dispuestos a dejar de hacerlo. Pero esos intereses no pueden colocarse sobre el interés público de la salud para todos. Tienen que darse pasos seguros y eficaces para que esto se convierta en un hecho.
Para concluir, no tenemos que olvidar que la principal fuente de alimentos está en el campo mexicano. Mucho se ha hablado de la seguridad alimentaria, tan necesaria para el pleno desarrollo del país. El olvido del campo, con todo lo que de allí se deriva nos ha estado pasando la factura, que tiene que ver con la alimentación y con la salud. El campo necesita ser rescatado y apoyado de manera sistemática para la producción de alimentos, contando con todas las medidas ecológicas necesarias.