Octavio Klimek Alcaraz
Abril 11, 2020
Es conocido, que la crisis de salud pública ocasionada por la pandemia del Covid-19 está llevando al límite a muchos sectores económicos y sociales en México. Tomando las ideas regadas en varios textos de los medios de comunicación, escribo este par de reflexiones.
El sector agropecuario y pesquero, productor de alimentos básicos para la población debe ser considerado de manera estratégica en la situación de crisis actual, especialmente la producción campesina a pequeña escala y la pesca ribereña.
Recordemos que el derecho a la alimentación fue reconocido en 1948 en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En su reforma del año 2011, el artículo cuarto Constitucional señala, que: “Toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad. El Estado lo garantizará”.
En ese contexto, no sólo se debe garantizar la cadena de suministro de productos esenciales como medicamentos y equipos médicos, sino también los productos alimentarios básicos.
Un riesgo latente es que debido a las condiciones de la crisis sanitaria se presenten interrupciones en las cadenas de suministro alimentario convencionales. Por ello, una política gubernamental concreta es promover las compras locales y la creación de reservas alimentarias para los próximos meses.
Estoy cierto que los servidores públicos de los tres órdenes de gobierno, junto con la sociedad en su conjunto, deben comprender la importancia, en estos momentos críticos para el país, del papel fundamental de los pequeños productores de alimentos y del pequeño comercio local, que son quienes nos alimentan y sostienen en nuestra vida diaria. Debemos comprometernos en lo posible a consumir productos lo más locales y frescos posibles.
En ese sentido, a toda crisis se pueden dar las oportunidades. En este caso, la oportunidad es promover el modelo agroecológico, que busca producir alimentos sanos y respetuosos con el medio ambiente. Esto, como respuesta a la demanda de alimentos de sus áreas de producción. Se puede así abastecer de productos alimentarios esenciales a los mercados populares locales, tomando las medidas higiénico-sanitarias necesarias y ordenadas por las autoridades.
El modelo agroecológico se encuentra ampliamente extendido y respaldado por miles de comunidades campesinas, por miles de familias –que los consumen en forma individual–. Los tres órdenes de gobierno están en el momento de apoyar los canales de comercialización de estas comunidades y familias, tanto a través de mercados populares o pequeño comercio, como a través de grupos de consumo cooperativo. Así, se buscaría favorecer precios justos para quien produce y accesibles para quien consume, consolidando un modelo directo productor-consumidor como una opción viable frente a las políticas de precios manipulados, como la gran distribución cargada de intermediarios de los canales convencionales.
Se trata de ofrecer alimentos que no pasen por intermediarios, que vengan directamente del campo o el estero a la canasta de la compra, minimizando las posibilidades de contaminación, que aumentan a medida que crecen los eslabones de la cadena comercial.
Los tres órdenes de gobierno deben organizarse en su compra pública (hospitales, albergues de infantes y de adultos mayores, comedores públicos, entre otros) y bancos de alimentos, ahora más que nunca, en priorizar los productos locales, los de las pequeñas granjas y las cooperativas pesqueras, especialmente aquellos productos procedentes de los sectores que han resultado más perjudicados, por ejemplo, por el cierre de hoteles en los centros turísticos.
Además, se pueden obtener alimentos básicos indispensables en estos momentos de confinamiento forzoso, con mayor calidad nutricional, importante para el refuerzo del sistema inmunitario de las personas.
En conclusión, es esencial, en este momento, promover y garantizar el acceso a la producción local y sostenible de alimentos, para que productos frescos y saludables, fundamentales en la situación actual de confinamiento, las obtengan las personas que los necesitan diariamente, principalmente las más vulnerables en nuestra sociedad.
P. D. La pandemia ha trastocado todo el modelo cotidiano de nuestra vida. Es tiempo de encerrarse en lo posible. Entiendo que la necesidad hace salir a la gente. Pero, en lo posible, hay que mantener la distancia social. Ánimo, resistencia y mucha solidaridad con quienes más lo necesiten.