EL-SUR

Viernes 19 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Amélie Nothomb: la sed de escribir

Adán Ramírez Serret

Marzo 11, 2022

Amélie Nothomb (Kobe, Japón, 9 de julio de 1966) es un completo fenómeno en la literatura en lengua francesa con millones de libros vendidos y miles de fanáticos.
Nacida en Japón, de padre y madre belgas y figura odiada y amada de la literatura francófona, ha logrado consolidarse a tal grado, que una buena parte de sus libros traen en la portada una foto de la propia Amélie, pues es una figura tal, que para quienes la leen con placer es razón suficiente que ella lo haya escrito para comprar el libro y leerlo.
Logra aquello que pocos pueden hacer: pareciera que sus libros brotan de sus manos sin apenas hacer un esfuerzo, como si escribir, hacer una novela, fuera lo más fácil del mundo.
Quizá esta sea una de las razones por la cuales, así como tiene lectores fieles, tenga detractores, porque a quienes les gusta Nothomb tienen la garantía que aquello que leen les gustará o al menos estará dentro de sus expectativas; y así a quienes no les guste Nothomb, están seguros de que cada libro que aparezca será aquello que odian.
A la manera de Woody Allen, desde 1992 ha publicado una novela cada año. Lo cual para mí es completamente admirable, pues tiene la disciplina y el talento de poseer un método de trabajo consolidado a tal grado que puede sacar año con año obras siempre decentes en cuanto a calidad. Claro que no son buenas en todos los casos, algunas son regulares pero otras deslumbrantes. Pero en verdad que autoras como éstas no pueden causar otra cosa que una profunda admiración.
La más reciente entrega de Amélie Nothomb es Sed. Una novela con la portada de la cara de Amélie, lo cual en este caso no sólo es un efecto de mercado, un performance de la autora, es también una declaración de principios y una provocación. Porque esta novela, Sed, trata nada más y nada menos que de Jesucristo desde el momento en que está condenado a muerte por Pilatos hasta que es crucificado.
Jesús está en su celda, aceptando su destino, dialogando consigo mismo y reflexionando sobre su condición de ser hijo de Dios, de haber hecho milagros y que en muchos casos la gente se haya enojado con él por haber transformado el agua en vino y haberlo hecho a tal grado bien, que se molestaron de haberlo hecho tan tarde y que hubieran probado en primera instancia un vino de mala calidad.
Esta narración de Jesús en su celda, luego cargando la cruz y luego crucificado, se transforma en una obra de arte por el talento de Nothomb de reflexionar sobre la vida de manera profunda, pues Jesús dialoga consigo mismo, hace una retrospectiva de su vida pensando en lo que dirá el Evangelio y en el impacto que tendrá su sufrimiento en la Historia de la humanidad.
Nothomb ve con claridad un momento tan violento, triste y sobre todo sagrado con muchísimo sentido humano que en varios momentos contiene mucho sentido del humor. Jesús, por ejemplo, mientras habla consigo mismo, piensa en José, en María y en Magdalena, y considera que sus padres no estaban enamorados, pero eran extremadamente buenas personas. Y que Magdalena fue la mujer más bella que haya visto en la vida. También dialoga con su verdadero padre, Dios, y le reprocha que todo aquello que Jesús, él mismo, va a sufrir, va a traer grandes problemas a la humanidad, porque no hay nada peor que un mártir.
Además de todo esto, la novela es muy buena, porque Jesús reflexiona sobre lo hermosa que es la vida, el cuerpo, sentir, morir, el amor.
La sed, entre todas las necesidades humanas, quizá sea la más poderosa. Dice: “Ofrecerle algo de beber a la persona a la que te dispones amar es sugerir que el deleite estará por lo menos a la altura de su esperanza”.
Porque cuando se tiene sed y se bebe agua, uno jamás se siente decepcionado. Así como cuando nos gusta Amélie Nothomb siempre terminaremos sus libros felices porque alguien sienta y satisfaga la sed de escribir.
Amélie Nothomb, Sed, Ciudad de México, Anagrama, 2022. 128 páginas.