EL-SUR

Viernes 26 de Julio de 2024

Guerrero, México

Opinión

AMLO y la paradoja de la violencia en México

Silber Meza

Enero 20, 2024

DE NORTE A SUR

 

Bajan los asesinatos, pero el crimen organizado fortalece su poder; son epicentros del narco, pero sus ciudadanos no se sienten tan inseguros; se crea una Guardia Nacional militar para contener al crimen, pero la utilizan para detener migrantes; se presume el final de la relación narcos-políticos, pero se establece una política de brazos caídos, de “abrazos, no balazos”.
En México se vive una paradoja (definida como el hecho o expresión aparentemente contrarios a la lógica) en el combate al crimen organizado. Ahora vemos a un Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) híper armado, con un grupo élite de ataque casi militar, con un modelo de lavado de dinero sumamente complejo y con conexiones en el mundo de igual nivel que el Cártel de Sinaloa (CDS); lo que a esta antigua estructura criminal le costo medio siglo erigir, “Los Jaliscos” lo lograron en un par de décadas. Hoy en día son los que tienen presencia en más municipios, el CDS aún mantiene más territorio.
El CJNG da la batalla al de Sinaloa en cualquier lugar del país, sea en Tijuana, en Jalisco, en Colima o en Chiapas. Al mismo tiempo se pelea con Los Chapitos como con El Mayo. También con la Familia Michoacana o con los cárteles de Guerrero. Su poder de operación es el más fuerte de México: son una estructura criminal que día a día gana más terreno, más rutas, más dinero y por lo tanto más poder. Ya hay denuncias de pobladores en las que afirman que ni siquiera el Ejército quiere enfrentarlos ante el poderío balístico del cártel. Cada vez son más las personas que le piden ayuda al “señor Mencho”, jefe máximo de esa estructura criminal; las últimas fueron unas mujeres wixaritari inconformes con los atropellos del jefe de plaza.
En Guerrero y Michoacán se vive una guerra de drones con explosivos, sean del CJNG, de La Familia Michoacana, de Los Tequileros o de cualquier otro grupo criminal. Estos tres grupos, principalmente, tienen asolada a la Tierra Caliente, esa región en la que confluyen Michoacán, Guerrero y el Estado de México, dividida por líneas políticas. Ahí cada vez más seguido se ven laboratorios de explosivos; en esa zona se ha vuelto tan importante un AK-47 como un “monstruo” o un dron. Son parte de las avanzadas de “guerra”.
Y mientras todo esto pasa en México, mientras crece la violencia en zonas como Tabasco, Chiapas o Sonora, el gobierno mexicano nos dice que los homicidios van a la baja; que en 2023 tuvimos menos asesinatos que en 2022. Y nos piden que lo veamos como una buena noticia. La interpretación, nos aseguran, es que vamos bien.
Se refieren a la estrategia de brazos caídos, a la de sólo observar cómo se desangra el país y cómo los criminales lo devoran a pedazos; cómo la gente se desplaza porque no hay quién la proteja, cómo dejan sus pueblos, sus ranchos, sus casas, sus ríos, sus bosques, su ganado.
Apenas ayer el Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía) nos informó que las ciudades con más percepción de inseguridad son Fresnillo, Naucalpan, Ecatepec, Zacatecas, Cuernavaca, Ciudad Obregón, Tapachula, Irapuato, Toluca, Chimalhuacán, León, Reynosa y Tonalá. No aparece ninguna de Sinaloa, Baja California o Veracruz. Todos, lugares infestados de narcotráfico y crimen organizado desde hace décadas. Sitios en que la violencia ha escalado a niveles de horror.
Un sitio que conozco como periodista y ciudadano es Culiacán. Es “la capital” del Cártel de Sinaloa, donde ha habido dos “culiacanazos”, donde el cártel ajusta cuentas un día sí y otro también. En lugares así, la violencia y el sentirse inseguro tiene ya otro significado. Tal vez con un ejemplo lo ilustre mejor: por ahí de 2008-2009, época de mucha violencia, reporteaba en la ciudad cuando escuché que sonó el radio de un reportero que cubría policiacas. Le dijeron que habían localizado a una persona muerta. El periodista asentó con un “okey” y soltó una afirmación a su compañero, que iba más o menos así: “es uno nada más, no voy a ir por eso; todavía fueran dos, tres en adelante…”.
A México le urge salir de esta paradoja, pero es claro que no sucederá en este gobierno. La duda es si pasará en el próximo.