EL-SUR

Sábado 04 de Mayo de 2024

Guerrero, México

Opinión

Andréi Kurkov y la belleza

Adán Ramírez Serret

Febrero 10, 2023

 

Uno de los grandes dilemas de la literatura es saber su origen. Si acaso viene de la vida misma y es la creación del ser humano el que la transforma en arte, o si, quizá, la literatura es la que transforma la realidad.
Ha corrido la tinta bastante sobre esto. Algunos dicen que la obra es producto necesariamente de la experiencia y otros que la experiencia no podría existir sin la literatura.
Así, podemos preguntarnos sobre cómo escribir sobre la violencia, si se debe relatar el sufrimiento vivido con novelas plagadas de sangre; o si la violencia deba estar, más bien, invadida por el arte, y que este funcione a manera de bálsamo en la vida.
Me hago estas preguntas a partir de la bellísima novela Abejas grises, del autor ucraniano nacido en Rusia Andréi Kurkov (San Petersburgo, 1961), quien es uno de los voceros más importantes de Ucrania y quien, a pesar de ser Caballero de Legión de Honor en Francia, sigue viviendo en Ucrania sufriendo la guerra.
Abejas grises es la primera novela que leo de Andréi Kurkov y me tiene deslumbrado. Pertenece a la familia de esas obras que dan ganas de regalar a todo mundo. De ponerlas en las esquinas y de demostrar la razón por la cual la literatura es un derecho humano.
Es la historia de dos hombres que en 2014 viven en un pequeño pueblo de Ucrania. Son de los últimos que quedan en el lugar. Los demás, o están muertos o se han ido. Así que estas dos personas constituyen la ciudad más una enorme y hermosa colmena de abejas. Ellas hibernan en ese mundo gélido sin dejar de zumbar y mantener latente una esperanza.
Serguéi y Pashka son los habitantes de este pequeño pueblo de apenas tres calles. Ellos crecieron aquí y eran los únicos dos varones en este poblado. Iban a la escuela con once mujeres por lo cual, según ellos entendieron, no les quedó más que hacerse enemigos.
Pero están solos allí y deben convivir. La realidad es dura: no hay electricidad, están a diez grados bajo cero y apenas tienen té y comida.
Sin embargo, lo sorprendente, el arte y el talento del novelista están, en que es una novela bellísima. Por momentos incluso, alegre. Porque la relación de estos dos hombres es fantástica. La coraza dice que se odian, pero la realidad los hace apoyarse y divertirse muchísimo, aunque ninguno de los dos se lo deje ver al otro.
Andréi Kurkuv vive con la fama de tener un humor negro. Y es osado pensar en el humor, en la risa en medio de la guerra. ¿Se debe reír en momentos de muerte?
En Abejas grises descubro que el humor no es evasión, no es provocación y ni siquiera el carnaval que plantea Kusturica. La risa en esta novela es el sentido de la vida, es el derecho humano a ser felices, incluso, o más bien, necesariamente, porque el mundo se viene abajo. La risa en necesariamente aunque nadie la vea, pero allí debe estar.
Abejas grises toca la esencia de los sentimientos humanos. Sobre todo, la generosidad. Y deja claro que por salvaje que sea el mundo, siempre estarán las personas buenas y maravillosas que lo harán habitable.
Andréi Kurkov, Abejas grises, Ciudad de México, Alfaguara, 2022. 412 páginas.