EL-SUR

Jueves 18 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Annie Ernaux y la extraña caja de recuerdos

Adán Ramírez Serret

Noviembre 01, 2019

Resulta sorprendente que en cuanto más se hace uso de las cuotas de género, más escritoras poco conocidas se vuelven célebres. Descubro, con algo de vergüenza, que en verdad hay muchas escritoras que por el sólo hecho de ser mujeres, son ignoradas. Grandes talentos por descubrir hechos hasta ahora a un lado.
Es el caso de Annie Ernaux (Lillebonne, Francia, 1940), quien aunque ha sido influencia de muchísimos escritores, algunos de la talla de Emmanuel Carrère, no es hasta ahora que, premios y periódicos “deben” incluir mujeres en sus contenidos, que tiene cada vez más lectores y es punto de referencia en la literatura francesa actual.
El libro que leí fue Memoria de chica. Una obra que desde el título está abriendo un diálogo con los prejuicios (propios y sociales) hacia los diarios y sentimientos femeninos. “Cada día y en cualquier parte del mundo hay hombres en círculo alrededor de una mujer para tirarle una piedra”.
El libro es un relato en donde la autora no se guarda nada y cuenta su despertar sexual, como escritora y después, como activista e intelectual.
El relato es fascinante, escrito con obsesión; va a sus diarios de hace sesenta años en donde encuentra el día que perdió la virginidad: el 11 de septiembre de 1958. Al comenzar a leer los diarios e indagar en su memoria en busca de los recuerdos, se da cuenta de que, por mucho, ya no es la mujer que vivió esas experiencias. Ya no tiene el mismo apellido y sobre todo, ha vivido tanto, ha leído y escrito tanto, que aquella persona que perdió la virginidad durante los años cincuenta en Francia se quedó encerrada en el pasado.
Le obsesiona aquello que goza de una rica tradición en la literatura occidental, se pregunta si acaso ella es la misma persona durante toda su vida. Heráclito ha escrito sobre esto diciendo que el ser es como un río en el cual diario nos bañamos con diferentes aguas; Borges escribió que el individuo es aquel que se repite su nombre todas las mañana. Y el escritor noruego Karl Ove Knausgard se pregunta, al ver un álbum de fotografías en donde aparece en diferentes etapas de su vida, cómo es posible que el bebé que gatea en el jardín, el niño que juega al futbol, el adolescente que toca la guitarra y el cuarentón que escribe en la computadora, sean el mismo.
Así, Annie Ernaux se lanza al pasado en busca de sí misma. Está tan lejana que aquella que fue es vista en tercera persona como alguien ajeno.
Es un ejercicio fantástico, pues mientras indaga en su vida y en sus experiencias, el lector se sumerge en la Francia de mediados del siglo XX. Con la música francesa de aquellos años –Édith Piaf, sin duda– y los libros paradigmáticos como El segundo sexo, de Simone de Beauvoir.
Era un mundo terriblemente misógino y clasista en donde ser mujer y pobre significaba estar resignada a sufrir abusos, a ser ridiculizada por tener un poco de valor y a ser denigrada laboralmente.
Sin embargo, no es un relato militante, sino humano. Reflexiona sobre lo que sucedía y lo compara con el mundo actual. Escribe: “Vergüenza de las risas y el desprecio de los otros. Es una vergüenza de chica… Una vergüenza histórica, de antes del slogan “mi cuerpo es mío”, de diez años después.
Annie Ernaux crea un fantástico ejercicio confesional en donde por momentos se mira con ternura, por momentos con lástima, e incluso, a veces, con coraje. Es una revisión de sus propios actos, pero sorprende que aquí el mea culpa no es en contra de lo que hizo, sino sobre lo que dejó de hacer y en donde el enemigo, el culpable, es siempre el mundo exterior. “El recuerdo de lo que he escrito va borrándose. No sé qué es este texto. Hasta lo que perseguía al escribir el libro se ha disuelto. He encontrado entre mis papeles una especie de nota de intenciones: explorar el abismo entre la espantosa realidad de lo que ocurre, en el momento en que ocurre y la extraña realidad que reviste, años después, lo que ha ocurrido”.
Annie Ernaux, Memorias de chica, Madrid, Cabaret Voltaire, 2016. 197 páginas.