EL-SUR

Martes 23 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Ante el conflicto, indefiniciones

Humberto Musacchio

Agosto 11, 2016

Quienes le apostaron al tiempo ya perdieron; los que confiaban en que el conflicto magisterial acabaría diluyéndose, han visto rotas sus expectativas. La movilización de los profesores continúa y la llamada reforma educativa sigue en el centro del debate, aunque Aurelio Nuño todavía no se entere.
Hasta ahora la estrategia gubernamental se ha deslizado en dos pistas: una es la que propone negociaciones y más negociaciones sin llegar a nada trascendente; la otra, simplemente, se mantiene entercada en aplicar la malhadada reforma a rajatabla, sin pensar en las consecuencias ni medir los costos sociales de un conflicto que se prolonga con peligro para todos.
De este modo, mientras en la Secretaría de Gobernación se insiste en mantener la interlocución con los maestros, con la evidente intención de que el problema no se desborde aún más, en la SEP se ponen oídos sordos ante cualquier cosa que no sea la tozudez suicida de Aurelio Nuño, digno sucesor del José Vasconcelos de la revista Timón, pero en las antípodas del más brillante secretario de Educación Pública, el mismo que ocupó el cargo de 1920 a 1923.
Y mientras el conflicto se mantiene en las calles y se extiende por todo el país, lo único cierto es que hasta ahora no se ofrece salida alguna. La reforma que alegre e irresponsablemente aprobaron el PRI, el PAN, el PRD y sus satélites es la piedra con la que el país entero ha tropezado, la que mantiene en vilo a la nación, aunque el gobierno parece no darse cuenta de la gravedad del asunto, de los extremos a los que está llevando la necedad de aplicar las recetas de los organismo financieros internacionales, que a ellos precisamente obedece la reforma de marras.
En tanto se dilata en el tiempo y en el espacio, el conflicto suma cada día nuevos actores. No hace mucho, contra todos los pronósticos, pero tendiendo puentes para el entendimiento, Andrés Manuel López Obrador hizo una tibia defensa de la reforma, lo que lejos de ser aprovechado por el gobierno fue respondido con la “acusación” de que AMLO apoyaba a la CNTE (¿Acaso esperaban que apoyara a la charrería del SNTE?).
Alejandra Barrales, la flamante lideresa del PRD, sale en defensa de la reforma, en la que, según ella, “no todo está mal”, y de paso condena a los profesores con aquello de que “al país no le sirve el incendio, la estridencia ni la polarización”, que es precisamente de lo que se acusa a los maestros en las onerosísimas campañas mediáticas desatadas en su contra.
Por su parte, Silvia Schmelkes, presidenta del Instituto Nacional de Evaluación Educativa, justifica los 200 mil pesos de sueldo que recibe al mes llamando al titular de la SEP a modificar la evaluación para que sea compatible con el nuevo modelo educativo, pero antes pide precisar cuál es ese modelo educativo, lo que evidencia el desbarajuste en el que se mueve Aurelio Nuño.
Dos días antes de que la señora Schmelkes echara su cuarto a espadas, Enrique Peña Nieto había declarado que el modelo educativo era algo que apenas está por armarse y que lo presentado hasta ahora es nada más que “un trabajo preliminar para ser discutido, para ser debatido”, pese a que el secretario de Educación Pública y subordinado de Peña Nieto no escucha ni a su jefe.
En el mismo acto en que el jefe del Ejecutivo declaró lo anterior, Luis Robles, actual presidente de los banqueros y presidente también del consejo de administración de la firma española BBVA Bancomer, dijo que “un grupo de líderes y algunos grupos de interés (¿los banqueros, señor Robles?) alteran la paz, la convivencia, la actividad económica (sí, por ejemplo con el alza de las tasas de interés), con el fin de evitar la aplicación de la reforma”.
Para no quedarse atrás, la Coparmex, siempre a favor del capitalismo manchesteriano, del capitalismo salvaje, salió a exigir el uso de la fuerza contra el movimiento magisterial. Por supuesto, no es dable exigirle capacidad analítica a los señores de la Confederación Patronal, pues si la tuvieran sabrían muy bien lo que se juega el país si el gobierno opta por la represión en mayor escala que hasta ahora.
Lo más sensato que se ha dicho lo debemos a Alfredo Harp, quien urgió a las partes a llegar a una solución negociada. Sí, pues optar por la violencia contra cientos de miles de profesores tendría consecuencias incalculables. Sería un salto al vacío. Y eso lo saben algunas personas en el gobierno.