Florencio Salazar
Junio 08, 2021
El león ya no se acordaba de la espina.
Juan José Arreola.
–El poder tiene muchos amigos.
–Para evitar dolores innecesarios la verdad debe usarse como ungüento.
–Los políticos con piel delgada son peligrosos: ven enemigos donde no los tienen y pueden reaccionar con brutalidad.
–El príncipe necesita que lo halaguen, consciente de que se trata de halagos y de donde proceden.
–Los bufones en las cortes del medioevo eran necesarios; en las repúblicas, grotescos.
–Los desleales son perseguidos por su bien ganada reputación.
–No hay abusivo confiable.
–Quien acepte traidores en su séquito debe tener bien cubierta la espalda.
–Los agradecidos dejan de serlo cuando se les niega el último favor.
–La lealtad al poder no es la lealtad a los hombres.
–En el poder los seguidores terminan cuando se acaba la nómina.
–El pueblo es un ser con muchos ojos, muchos oídos y muchas lenguas, pero solo tiene dos pies y dos manos.
–La revolución recupera el poder para escriturarlo y la democracia lo segmenta para repartirlo.
–Cuando el custodio de la ley la viola, es porque esperaba esa oportunidad.
–La satisfacción del deber cumplido es íntima y de efímero aplauso.
–Los bronces son resonantes porque su mayor utilidad es para fraguar campanas.
–La generosidad es un don de pocos.
–Un joven desleal es un huevo podrido. Casi digno de una tragedia griega.
–Con sus actos se construyen las personas.
–Los ambiciosos desmedidos confunden la habilidad con la traición.
–No hay disciplina sin puntualidad ni puntualidad sin buenos resultados.
–Los irresponsables ven en la simulación un mérito y mala fe en su vida sin expectativas.
–Los gestos anuncian y denuncian.
–Quien asuma el poder debe prepararse para entregarlo a su peor enemigo.
–El poder tiene intereses, no afectos.
–A los monos ya no les interesa vestirse de seda.
–Si un león hambriento es soltado en un banquete no es responsabilidad del león devorar a los comensales.
–Pensar es una costumbre que causa problemas.
–El poder no cambia a las personas, las desnuda.
–En la sociedad política decadente no hay etiquetas.
–La decadencia política empieza por el lenguaje que no comunica ni trasmite emoción.
–Cada vez que hablamos usamos palabras nuevas porque las palabras definen únicamente al que las emite.
–Las palabras altisonantes vulgarizan la comunicación; hay que enjaularlas porque son invasivas.
–Cuando el ser humano deje de tener proyectos se le empezará a secar el cerebro.
–La vitalidad se muestra en el llanto, el juego, el deporte, el sexo, el trabajo, la creatividad y el pensamiento.
–El que tiene sin saber puede perder lo que tiene. El que sabe sin tener puede tener lo que quiere.
–Escribir es el placer del pensamiento.