EL-SUR

Viernes 26 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Apuntes para una agenda de sustentabilidad ambiental por la izquierda VI

Octavio Klimek Alcaraz

Septiembre 02, 2017

(Segunda y última parte)

Hacia una política forestal comunitaria

Por otro lado, la desertificación representa también un fenómeno de creciente preocupación siendo sus principales causas la deforestación, el sobrepastoreo y el cambio de uso de suelo. Este proceso de degradación de las tierras es provocado en gran medida por cambios en el clima y en las actividades humanas y suele acompañarse de la disminución en el potencial productivo, el adelgazamiento de la cubierta vegetal y el agotamiento del agua superficial y subterránea.
El estudio de Línea Base Nacional de Degradación de Tierras y Desertificación (Conafor-UACh, 2013), que utilizó el indicador integrado de degradación de tierras, que incluyó la intersección de los indicadores parciales de recursos bióticos, recursos edáficos y recursos hídricos en todos los ecosistemas del país, concluye que el 90.7 por ciento de la superficie nacional presenta algún tipo de degradación de tierras (177.642 millones de hectáreas) por causas naturales y humanas. El 24.3 por ciento (47.541 millones de hectáreas) presentan degradación ligera, mientras el 17.2 por ciento con degradación moderada (33.672 millones de hectáreas), con degradación severa es el 38.4 por ciento (75.259 millones de hectáreas) y el 9.4 por ciento con degradación extrema (18.499 millones de hectáreas).
El citado estudio condujo a determinar la situación actual de la desertificación (de acuerdo con la Conversacion de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación,
CNULD, 1994), el cual está presente en 115.987 millones de hectáreas lo que constituye el 59.2 por ciento de la superficie del país. Los tipos de desertificación determinados fueron la afectación ligera que representó el 13.2 por ciento (25.923 millones de hectáreas), la moderada con 13.9 por ciento (27.232 millones de hectáreas), la severa fue del 25.7 por ciento (50.277 millones de hectáreas) y la extrema el 6.4 por ciento de la superficie del país (12.463 millones de hectáreas).
El mismo estudio realizó escenarios de cambio climático al 2050, así con el Modelo GFDL el 55.7 por ciento (109.130 millones de hectáreas) de la superficie del país estará afectada por la desertificación; mientras, que para el Modelo Hadley y al mismo escenario de tiempo, la afectación se estima que será mayor, con el 61.9 por ciento (121.277 millones de hectáreas).
Con esos datos se puede afirmar que en México la degradación de tierras como consecuencia del sobrepastoreo, la deforestación, el cambio de uso de suelos, entre sus principales causas, ha alcanzado dimensiones que ubican este tema como un asunto de seguridad nacional, por las graves implicaciones que conlleva y por el riesgo de pérdidas de su control con los medios nacionales disponibles, lo que hace impostergable la solución de este problema con carácter urgente y prioritario. En especial, se requiere sensibilizar y capacitar a la sociedad en general, en torno a la problemática de la lucha contra la desertificación y la sequía en el país.
México, debe además realizar el cumplimiento puntual de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. Se trata como propósito primordial el de rescatar los recursos naturales y las tierras del país para las generaciones presentes y futuras. Finalmente, la lucha contra la desertificación es sólo parte de un objetivo más amplio: el desarrollo sustentable de los países afectados por la sequía y la desertificación.
Para ello, se propone:
Hacer efectivamente prioritario y estratégico el tema de la política forestal, estableciendo mecanismos que aseguren que las políticas de todos los sectores que afectan al sector forestal están en consonancia con los objetivos forestales nacionales, estatales y municipales.
Integrar la política y gestión forestal con la del desarrollo rural. Deben integrarse y articularse los espacios e instrumentos de gestión, particularmente los consejos forestales con los de planeación, de cuenca y de desarrollo rural sustentable, donde los dueños de los bosques deben participar con voz y voto.
Identificar todos los sectores y grupos que se benefician de los ecosistemas forestales, definir las ventajas y establecer los objetivos de su sustentabilidad y equilibrio, y señalar de qué forma deben lograrse dichos objetivos.
Lograr que las esferas decisorias de los tres órdenes de gubierno tomen en consideración todos los valores forestales, incluidos los servicios ambientales y la diversidad biológica, en lugar de limitarse a la mera extracción de madera y otros productos no maderables.
Apoyar y fortalecer el desarrollo del manejo forestal comunitario, y así lograr bosques con un buen manejo forestal en México.
Contribuir a soslayar conflictos, agrupar usos compatibles y asignar determinadas zonas a los usos incompatibles, de forma que todos los usos sostenibles de los ecosistemas forestales puedan efectuarse en algún lugar a través de la realización previa de un ordenamiento forestal.
Establecer una política de desarrollo e integración industrial. No se puede permitir el desperdicio de las oportunidades de diversificar los productos forestales aprovechables.
Diversificar el aprovechamiento de los recursos forestales desarrollando nuevos productos y mercados, principalmente orientados a los productos no maderables, el ecoturismo, los servicios ambientales y el aprovechamiento de la vida silvestre.
Fortalecer los servicios técnicos forestales accesibles y de calidad, en un esquema multidisciplinario y con capacidades para aportar soluciones en bosques con baja capacidad de producción maderable y no maderable.
Desarrollar una estrategia de restauración de ecosistemas degradados, ya sea por causas naturales o antropogénicas.
Impulsar un programa intensivo de conservación y restauración de tierras y manejo adecuado del agua.
Fortalecer el esquema de pago por servicios ambientales, considerando que los recursos del pago sean para el impulso de proyectos para el desarrollo forestal sustentable de las comunidades beneficiadas.