EL-SUR

Lunes 22 de Abril de 2024

Guerrero, México

Opinión

Aquí todos los días son días de muertos

Silber Meza

Noviembre 04, 2017

“En Sinaloa cada día estamos peor, ya hay más muertos que días”. Hace una década, cuando apenas me iniciaba en el periodismo, escuché a una líder social que soltó una frase que iba más o menos así. Ese lamento se quedaría muy corto para la cruenta realidad que vendría.
Los sinaloenses éramos –y tal vez aún lo seamos– una especie un tanto exótica en el país: los buchones, las buchonas, los malverdes, los bandidos generosos, los mausoleos, los velorios con miles de rosas, la cuna de la mayoría de los líderes de los cárteles, los hombres que respetaban a las mujeres, los que respetaban a los niños, los que respetaban a los que no se metían “en el negocio”. Los mitos.
“¿Es cierto que ustedes se matan en cada esquina?”, me preguntaban. Yo me apuraba a negarlo, pero había otros sinaloenses que mentían con placer y crecían el mito aún más. La gente, supongo, creía que Sinaloa era algo así como una película del Viejo Oeste estadunidense, o ya de perdida una de Mario Almada. No era así.
En Sinaloa, como en la mayoría de los estados de la República, se vivía muy tranquilo. Ahora ya no. Aquí, por decirlo de alguna manera –y lejos del tema cultural–, todos los días son días de muertos.
En los encabezados de ayer, 2 de noviembre, en la página de Seguridad y Justicia del periódico local Noroeste, se lee: “Privan de libertad a seis personas”, “Hallan un cadáver envuelto en cobija”, “Matan a joven con disparos de fusil”, “Hallan sin vida a interno del penal de Mazatlán”, “Identifican a asesinado en San Ignacio”, “Detienen a cinco y aseguran armas” y más. Ese escenario es parte de lo que sucede a diario en Sinaloa, pero también es lo que sucede a diario en Guerrero, en Chihuahua, en el Estado de México, en Ciudad de México, en Veracruz, en Baja California, en Jalisco, en Nayarit, ¿en dónde no?
El país se desangra rápido y no hay fórmula que pueda con esto.
La estrategia de capturar cabezas del narcotráfico sólo ha originado que los cárteles se pulvericen, pierdan líderes de experiencia y asuman personas más violentas e intolerantes. La estrategia que inició con el ex presidente Vicente Fox, que alcanzó su punto máximo con Felipe Calderón y que continuó con Enrique Peña Nieto, no ha contemplado acabar con las estructuras financieras de los grupos delictivos, mucho menos ha creado una estrategia de prevención medianamente eficaz que disminuya el problema de origen. Ha sido: armas + violencia + armas + negocio + muertes + armas + negocio + violencia. Así hemos visto cómo pasamos de 11 mil 806 homicidios dolosos en 2006, a 20 mil 547 en 2016*.
Por eso el grito de alarma que escuché hace más de una década era importante, porque era el preludio de la sinfonía del caos que nadie quiso oír; el prólogo de la peor novela de terror jamás contada en el país.
Sí, en México todos los días son días de muertos, y de desaparecidos, y de desplazados, y de secuestrados, y de dolor inacabable. Inaceptable.

*Cifras de http://secretariadoejecutivo.gob.mx/index.php